Colombia siempre se ha destacado por su variedad de fauna y flora. Según el Instituto Von Humboldt, el país actualmente cuenta con 1.224 especies de árboles y arbustos endémicos. Con la celebración del Día Mundial del Árbol, cada 29 de abril, en Colombia Visible traemos esta lista de los seis árboles más importantes para la construcción de la identidad medioambiental de la nación.
1) Palma de cera
La palma de cera fue declarada árbol nacional en 1985. Cada una de ellas vive alrededor de 200 años y pueden encontrarse en los bosques húmedos de la región Andina.
Son reconocidas sobre todo en la zona del Valle del Cocora, en Quindío por ser uno de los mayores atractivos turísticos. Actualmente, solo quedan alrededor de 2.000 árboles de esta especie en toda la zona; puesto a que, como tienen tanto tiempo de vida, su hábitat no ha sido reforestado pese al aumento de la actividad ganadera.
Este árbol también se encuentra en una zona del Valle del Cauca conocida como Tochecito, donde se registra que pueden llegar a alcanzar los 80 metros.
La palma de cera se caracteriza por su tronco brillante, bañado en cera, con drupas verdes en forma de racimos como fruto.
2) Sietecueros
La mayor característica de este árbol son sus flores moradas. Puede llegar a alcanzar una altura de 10 metros y algunos de los departamentos en los que se puede encontrar son Chocó, Antioquia, Putumayo, Boyacá y Santander, entre otros. Suelen crecer más en zonas húmedas.
Este árbol, también conocido como Flor de Mayo, posee una corteza de color rojizo que suele ser escamosa. Se encuentra desde Venezuela hasta Perú y se calcula que su tiempo de vida es de aproximadamente 60 años.
3) Guayacán
Con una altura que puede alcanzar los 30 metros, este árbol destaca entre todos por sus brillantes tonos de amarillo, que suelen inundar las calles de pueblos y ciudades del país cuando las flores retoñan.
Es una especie nativa de América, que suele crecer en el territorio entre México y Ecuador. Por lo general, este tipo de árboles no se siembran solos sino en conjunto, provocando así que, cuando comienza el cambio de color de las flores, toda la zona en la que se ubican queda cubierta de un amarillo.
En Colombia es fácil encontrar especímenes de guayacán, porque crece en alturas comprendidas desde el nivel del mar hasta 2.600 metros msnm y alcanza a crecer hasta cinco metros.
4) El roble andino
Durante generaciones este árbol ha estado presente en la cotidianeidad de los colombianos, ya sea en actividades económicas o en ebanistería. Incluso, algunas comunidades indígenas le atribuyen propiedades medicinales a su corteza.
En Colombia se registran dos tipos de robles: el blanco y el negro, siendo este último exclusivo de América.
El árbol puede sobrepasar los 50 metros de altura y es reconocido por expresiones como ‘sé fuerte como el roble’ dada la resistencia de su material y el simbolismo que representa su ciclo de vida, ya que puede vivir por más de 200 años.
5) El Nogal
Muchos barrios y establecimientos en Colombia llevan el nombre de este árbol que se encuentra, sobre todo, en Centroamérica y Suramérica. Es muy reconocido por la calidad de su madera y porque su fruto contiene una pintura café con mucho tinte, que puede ser empleada incluso para marcar telas.
Se dice que un árbol de nogal adulto puede llegar a producir hasta 5 millones de flores anualmente. La nuez que libera suele atraer a roedores que enriquecen los ecosistemas a su alrededor.
Según el Jardín Botánico de Bogotá, hasta 2018 solo en la capital se tenía registro de 7.570 árboles de la especie nogal.
6) La ceiba barrigona
También conocido como el baobab colombiano. El único lugar del planeta donde pueden encontrarse ejemplares de esta especie es en el Cañón del Río Chicamocha, en Santander. Se caracteriza por su tallo curvo y por poseer un mayor volumen en la parte más cercana a las raíces, creando una ilusión como si el árbol tuviese una barriga.
Según estudios, la mayoría de estos árboles superan los 100 años de edad; sin embargo, se encuentran en vía de extinción por dos motivos principales: primero, los animales que frecuentan el cañón suelen comerse las semillas que caen de ella evitando su regeneración natural, y segundo, el aumento de la frontera agrícola que lleva a su deforestación.