Las hormigas arrieras representan un problema para los cultivos comunitarios, por eso en Tapurucuara se trabaja para controlar la plaga y mantener la biodiversidad de la región.
En Tapurucuara, Vaupés, la comunidad indígena se encontró con un problema: las hormigas arrieras representan una amenaza para los cultivos y chagras de la zona. Estos insectos se alimentan de los hongos que se encuentran en la mayoría de las hojas de los cultivos, acabando con el 90 % de las mismos, lo que limita su crecimiento y desarrollo, afectando la seguridad alimentaria de la comunidad.
“Identificamos que una de las dificultades que tiene la comunidad con sus cultivos se enfoca en la presencia de la hormiga arriera, no es fácil combatirlas”, explica Javier Cañas Ángel, especialista en Producción Pecuaria Wildlife Works.
En Colombia existen al menos 12 especies de hormigas arrieras, las cuales registran la tasa más alta de daños e impacto económico en los cultivos, presentes en todas las regiones geográficas del país y específicamente en 29 departamentos colombianos, de acuerdo con la investigación Hormigas de Colombia del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional.
“Desde Veracruz, México, hasta el norte de Argentina en general, las hormigas arrieras son las responsables de las mayores tasas de defoliación que ningún otro grupo de animales es capaz de producir, y están catalogadas en el continente americano como la quinta plaga en orden de importancia económica”, dice la investigación.
En Colombia estos insectos afectan cultivos de yuca, cacao, café, maíz, caña de azúcar, cítricos, mango, fresa, soya, girasol, heliotropo, gladiolos, tabaco, mamey, pero, nogal, eucalipto, teca, ciprés y pino.
Las hormigas arrieras se convirtieron en una amenaza para los ecosistemas ya que rompieron el estado natural del bosque, por eso, la comunidad y Wildlife Works, una organización que desarrolla proyectos de conservación de la mano de las comunidades étnicas de todo el país, buscaron soluciones frente a la problemática.
La primera solución encontrada fue la inclusión de las hormigas a la dieta alimentaria de la comunidad; la segunda, desde la organización desarrollaron talleres y capacitaciones con el fin de conocer a fondo el comportamiento de la hormiga arriera y la elaboración de bioinsecticidas que cuiden los cultivos comunitarios.
Por último, se está trabajando con las comunidades para estimular la recolección de hormigas arrieras y el control efectivo de sus colonias, con el fin de reducir la competencia por los cultivos y promover la diversidad agrícola en las chagras existentes.
“Dentro de un hormiguero, la reina es la única que es fértil, entonces si se saca, desaparece. Es muy práctico porque no se utilizan estos venenos para matarlas, sino que con la extracción de la reina, se controla el hormiguero”, asegura Cañas.
La comunidad se prepara frente al vuelo nupcial, el evento de apareamiento que pasa dos veces al año en el que las princesas y los zánganos de los hormigueros se encuentran para reproducirse con el fin de crear nuevos hormigueros.
De acuerdo con el especialista, de un hormiguero pueden salir cinco mil hembras y diez mil machos para reproducirse, “una hembra puede encontrarse con 10 machos, guardar la esperma y luego irse a hacer su hormiguero, estas pueden durar hasta 25 años”, explica y asegura que dentro de las investigaciones se encontraron con un hormiguero con ocho años de edad que tiene, aproximadamente, 12 millones de hormigas.
Por ello, desde Wildlife Works se hizo un concurso para ver quién lograba la mayor recolección de hormigas. Los dos primeros lugares recolectaron un total de 1.510 hormigas y 1.490, luego estas se compartieron con toda la comunidad como parte de la alimentación.
“Las personas piensan que con envenenar parte del hormiguero ya lo acabaron, pero en realidad lo que buscan los insectos es llevar a la reina lejos del veneno, hacer un nuevo orificio para salvarla. Las hormigas tienen la capacidad de bloquear la zona envenenada y sobrevivir”, cuenta el especialista.
El proyecto busca que los hormigueros cumplan el ciclo de vida natural. Según expertos de la organización para principios de junio se espera que empiecen a verse los pequeños volcanes de tierra para así hacer la segunda recolección de reinas del año.
Además, al controlar la plaga de hormigas, también se mantiene un nivel bajo de deforestación de los bosques ya que así las comunidades no tienen que abandonar sus cultivos para crear unos nuevos.
“Las hormigas llegan a los lugares en los que ya hubo deterioro del ecosistema, si las familias pudieran tener su cultivo con fertilidad de los suelos, bajando la población de la hormiga, es decir, que ellas participen del ecosistema, pero sin afectar la posibilidad de la seguridad alimentaria de las familias, las mismas no tienen que talar el bosque para buscar una nueva zona y no se deforesta”.