El pasado 16 de diciembre, José Luis Pérez fue nominado al premio Future For Nature 2022, por su trabajo en la conservación de las ranas arlequín en la Sierra Nevada de Santa Marta.
José Luis Pérez, era todavía un niño cuando vio por primera vez un animal silvestre. Recuerda que se quedó horas observándolo. Era un oso perezoso que en su espalda cargaba a su cría y se arrastraba por la tierra con los lentos braceos que caracterizan a la especie.
Estaba con sus primos en Tolú, Sucre, donde nació hace 30 años.
Cuenta que fue ese momento, cuando por una tarde entera admiró al perezoso mientras comía y se arrimó a un árbol con plácida calma, el que terminó de consolidar un profundo interés por la vida animal, algo que su padre había despertado desde antes.
Pedro, como se llama, lo llevaba consigo a su trabajo cuidando fincas, donde le enseñaba acerca de las aves del territorio y le mostraba el campo.
Fue ese el interés que en el colegio lo llevó a destacar en sus asignaturas de Biología, así como en aquellas del pregrado que realizó en la Universidad del Magdalena.
“Te vas de Tolú, donde te la pasabas metido en los montes, a la universidad, a estudiar una carrera para otra vez estar metido en los montes”, recuerda que le dijo su mamá cuando se fue a estudiar a Santa Marta.
Allí también está cursando en este momento una maestría en Biodiversidad y ecología, con un enfoque de investigación dirigido hacia las ranas atelopus o arlequines.
Por el trabajo en la conservación de dos especímenes de ese género de anfibios, que ha realizado sobre todo desde la Fundación Atelopus, de la que es miembro fundador, fue nominado en diciembre del año pasado al premio Future for Nature Award, cuya entrega será en marzo de 2022.
Este es un reconocimiento de la fundación homónima que destaca la labor de jóvenes alrededor del mundo en torno a la conservación de especies animales y de plantas.
La ranas arlequín
Según Global Wildlife Conservation, existen 96 especies de rana arlequín todas en Suramérica, de las cuales 80 están en peligro. “Son los anfibios más amenazados a nivel mundial”, cuenta José Luis.
42 de las especies de la rana están en Colombia y, según el biólogo y la Fundación Future For Nature, la Sierra Nevada de Santa Marta es el único lugar en el mundo en el que todavía existen poblaciones robustas de cuatro de estas.
De hecho, en el 2019 la Fundación Atelopus y Global Wildlife Conservation, ‘redescubrieron’ en la Sierra un tipo de rana arlequín, la atelopus aryescue, que se creía extinta desde hace 30 años y que es una de las especies a las que José Luis y su fundación le hacen constante monitoreo.
Las ranas están en peligro en buena parte, explica, por el deterioro de sus ecosistemas a causa de la contaminación de fuentes hídricas, así como de la ganadería extensiva y la expansión de la frontera agrícola que acaban con los bosques donde se encuentran.
Sin embargo, su principal amenaza es el hongo batrachochytrium dendrobatidis, u hongo quitridio. Este afecta la piel de los anfibios y previene que las ranas puedan ‘tomar’ agua y respirar a través de su piel, así como absorber los minerales que necesita para su supervivencia.
Y aunque ese es el motivo principal del declive de su población a nivel mundial, en la Sierra las ranas parecen haber desarrollado una especie de inmunidad contra él.
“Acá en la Sierra existe el hongo y las especies conviven con él. Pareciera que la microbiota, la piel, de estas especies inhibe el efecto del hongo”, comenta José Luis, quien, desde su fundación, se encuentra investigando los motivos de esa inusual interacción.
Saber ancestral y conocimiento científico, juntos por las ranas
“Las ranas son bioindicadoras de la calidad y la salud del ecosistema en el que se encuentran. Si ellas están, se puede decir que está conservado y saludable. Además, son indicadoras de la calidad del agua y fungen también como controladoras de plagas para cultivos, y de insectos patógenos que causan enfermedades en los humanos”, explica el biólogo.
Por eso, cuenta José Luis, es fundamental su conservación. Para ello, además de realizar constantes monitoreos de las poblaciones, así como de los ecosistemas en los que habitan, la Fundación Atelopus trabaja de la mano de las comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Por un lado, han generado procesos de educación ambiental en instituciones con el objetivo de enseñar a los niños las especies de ranas que tienen en su entorno y el valor de estas para el ecosistema: “Creamos dos grupos ecológicos en la Sierra para que los niños fueran a las quebradas y vieran qué especies hay a su alrededor”.
Por otra parte, crearon alianzas con asociaciones campesinas con las que realizan talleres de concientización y sensibilización acerca del valor de las ranas y la necesidad de su protección.
Además, trabajan con comunidades indígenas de la Sierra, particularmente la comunidad arhuaca de Sogrome, una zona ubicada en la parte cesarense de la cadena montañosa.
“Trabajar con ellos ha sido una experiencia muy gratificante, se une el conocimiento tradicional y el científico para la conservación de una especie y del ecosistema en general,” comenta José Luis.
Explica que esa articulación de conocimientos ha nutrido mucho la investigación y las labores de conservación de las que, en últimas, son pioneros los indígenas. Es gracias a esas comunidades, agrega Jose Luis, y al manejo que por tradición han sabido darle a la tierra que estas especies han permanecido saludables, incluso aquellas que se creían extintas.
“A veces como científicos estamos cerrados al método científico y pasamos por alto los conocimientos ancestrales de las comunidades, pero la verdad nos ha enseñado mucho. Es por ellos que hoy existen las ranas arlequín en las cantidades que lo hacen, porque han sabido darle manejo a la tierra, poniendo en equilibrio lo que es la Madre Tierra”.
Future For Nature Award 2022
Para José Luis, la conservación no puede darse si no es de mano de la comunidad, pues es esta la que habita en los ecosistemas e interactúa con las especies: “Si no se fusionan estos dos conocimientos no estamos haciendo nada”.
Y es esa articulación con la comunidad la que también lo llevó a ser candidato para el Premio Future For Nature 2022.
Según cuenta, con el equipo de la fundación enviaron la solicitud sin mayor expectativa, pues no pensaron que pudieran competir con los esfuerzos de conservación que se realizan a nivel mundial.
Por eso, los tomó por sorpresa la nominación: “Solo llevo cinco años de egresado de la universidad y el premio es de alto rigor. Además, son pocas las oportunidades para trabajar como biólogo en Colombia”, explica.
Así, dice que la nominación es también un reconocimiento a la perseverancia que ha tenido y a sus compañeros, con el proyecto y la conservación de la rana arlequín en la Sierra Nevada de Santa Marta.
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