En entrevista con Colombia Visible, el recientemente nombrado asesor infantil del Comité de Derechos del Niño en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Francisco Vera habló sobre la importancia de incluir a los niños en las discusiones sobre el medioambiente.
Con 12 años de edad, Francisco Vera Manzanares es hoy uno de los líderes ambientales más reconocidos del país. Su activismo en defensa del medioambiente lo llevó a crear el movimiento Guardianes por la vida, que hace parte de Fridays for Future Colombia, la iniciativa que lidera la joven activista sueca Greta Thunberg.
El movimiento que lidera Francisco está conformado por 400 niños y niñas de América Latina. Además, el activista es uno 100 niños y niñas ‘prodigio’ del mundo de los Global Child Prodigy Awards en la categoría Social.
Recientemente, publicó su primer libro Pregúntale a Francisco: ¿Qué es el cambio climático?, de la Editorial Planeta. Colombia Visible habló con Francisco Vera Manzanares sobre su debut como autor y su activismo.
¿Cómo fue el proceso de escribir este libro?
Fue un proceso muy bonito, porque se trató de simplificar las ideas densas y tan complejas sobre el medioambiente y el cambio climático, que es la problemática más grande que enfrentamos hoy.
Pasar a un lenguaje más sencillo, a unas palabras más adecuadas para niños, e incluso para todo aquel a quien se le haga difícil entender los temas climático y ambiental, fue todo un proceso.
La intención del libro es condensar, desde mi punto de vista, el tema climático, mi pasión por la naturaleza, mostrar la biodiversidad de Colombia y la que yo conozco, porque en el libro converso con ciertos ecosistemas, animales, incluso con plantas.
Desde que soy activista he querido plasmar mis ideas ambientales en un libro como este. Cuando Editorial Planeta me hizo la invitación me emocioné, y duramos aproximadamente un año desde que comencé a escribir hasta la publicación.
Pregúntale a Francisco: ¿Qué es el cambio climático? es un libro para niños, pero al mismo tiempo incluye discusiones complejas sobre el medioambiente. Particularmente, cuestiona la idea de que hay héroes y villanos en la naturaleza cuando se trata de cambio climático. ¿Por qué decidiste construir esta narrativa?
Porque más allá de echarnos la culpa, necesitamos construir un camino que nos lleve a una salida de la crisis climática. Una salida de esta catástrofe tan grande que estamos viviendo, una salida hacia la vida digna que hoy no tienen muchos niños a causa del cambio climático.
Debemos es construir una sociedad desde la diferencia, sin echarnos la culpa. Hay que asumir la responsabilidad, porque la gran mayoría de la contaminación en el planeta le pertenece a muy poca gente. Pero para salir delante de esta crisis tenemos que actuar de forma colectiva porque la Tierra es nuestra casa común.
Y así unos tengan más responsabilidad que otros, todas y todos debemos asumir la tarea de aportar para un cambio debido a la gravedad de la crisis climática.
Algo llamativo del libro son las actividades que propone. Estas invitan al lector a tomar acciones, por ejemplo, sembrando árboles.
Sí, va en esa misma línea, precisamente. Cuando tú lees un libro, lo terminas y lo dejas apartado acumulando polvo en la biblioteca, hasta que otra persona se anime a leerlo.
Al hablar sobre cambio climático es importante no solo leer sobre el tema, sino aplicar los conocimientos aprendidos. La inteligencia climática no se trata sobre saber mucho qué es el calentamiento global y que es el dióxido de carbono, sino aplicar el conocimiento que uno tiene en la vida cotidiana y con la sociedad.
Si llevamos las reflexiones que nos permite el conocimiento a nuestra cotidianidad, podemos repensar cosas básicas pero muy importantes. Podemos hacernos preguntas como ‘¿qué hice hoy y cómo puedo mejorar mañana?’.
Y siguiéndole el rastro a los pequeños cambios que podemos hacer, reflexionamos sobre nuestras prácticas y cómo hacen parte de un sistema de producción y de consumo que es extremadamente salvaje con el planeta. Así podemos hacer que las acciones hagan parte de las reflexiones.
Algunos critican la idea de que niños y jóvenes se conviertan en activistas del medioambiente. ¿Cuál es el lugar de los niños, niñas y jóvenes en la lucha por el medioambiente para Francisco Vera?
El activismo de los jóvenes es importantísimo, pero quiero ser enfático en el de los niños, porque el juvenil tiene mucha más visibilidad.
Cuando fui a la COP26, la Conferencia de las Naciones Unidas en la que líderes globales hablan sobre cambio climático, yo me fijé que no había ningún niño. Jóvenes sí.
La gente me decía que había aumentado la participación de jóvenes en la conferencia con respecto a la de versiones anteriores, pero niños muy pocos.
El papel de los niños es muy importante, porque nosotros no solo somos el futuro; somos el presente. Muchos nos dicen “ustedes que son el futuro” y no. Realmente, somos ciudadanos del ahora.
Quizás muchos piensen que no somos ciudadanos, porque no tenemos voto; pero tenemos una voz, una opinión, argumentos, criterio y una capacidad para construir la sociedad desde la diferencia. Por eso deberíamos ser incluidos.
Y, como todos sabemos, quiénes asumiremos las consecuencias reales el calentamiento global seremos los niños y los jóvenes. Quiénes asumiremos las riendas de la sociedad en el futuro seremos nosotros, y es una sociedad muy dañada por no construirla incluyendo la visión de los niños y jóvenes.
Además, no solo seremos los más afectados, ya lo estamos siendo. El cambio climático es una crisis del ahora, que afecta a muchos niños que son refugiados climáticos. En islas de Oceanía ya hemos visto los impactos del calentamiento global y, para no ir tan lejos, aquí en Colombia las islas de San Andrés y Providencia lo vivieron con el huracán Iota.
Los niños hemos sido excluidos durante siglos y es momento de acabar eso. Es momento de alzar nuestra voz para ser escuchados.
En el libro, mencionas que tuviste una experiencia iluminadora visitando el Páramo de Sumapaz, que influenció tu trabajo como activista. ¿Cuál es esa historia?
Lo que pasa es que los páramos son ecosistemas majestuosos que imponen respeto, e incluso miedo. En el Páramo de Pisba, por ejemplo, murieron muchas personas del Ejército Libertador durante el periodo republicano.
El primer páramo que conocí fue El Verjón, que es relativamente pequeño. Por otro lado, el Páramo de Sumapaz es el más grande del mundo. Cuando llegas, te llevas una idea sobre lo bonito que es Colombia, sobre su encanto, como cuenta la película de Disney.
La hermosura y la esencia del país están ahí. Es un lugar icónico para Colombia, y ahí nace la vida, nace el agua, que es sinónimo de vida.
Yo creo que si me dan la posibilidad de escoger espacios que me han impactado, el Páramo de Sumapaz y el mar en las Islas Canarias de España son los lugares que más han despertado interés en mi por la naturaleza.
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