Tecnoproyectos: el taller boyacense que reinventa el reciclaje con innovación local

En Garagoa, los residuos plásticos se transforman en ecoladrillos resistentes que generan empleo inclusivo para la comunidad.

Entre montones de botellas, tapas y bolsas plásticas, José Bueno enciende una caldera metálica construida por él mismo. Mientras la temperatura alcanza los 150 grados, el plástico comienza a fundirse. Así nacen los ladrillos ecológicos con los que sueña levantar viviendas para personas en condición de vulnerabilidad. Su taller es mucho más que un espacio de reciclaje: es un lugar de innovación y una apuesta por la inclusión.

José vive en Garagoa, Boyacá, y desde hace cuatro años lidera Tecnoproyectos, una empresa que convierte residuos plásticos en bloques tipo lego. La iniciativa nació de una doble preocupación: el aumento de la contaminación por desechos y la falta de oportunidades laborales para personas en condición de discapacidad.

Lo que empezó como una necesidad personal pronto tomó otra dimensión. José contrajo polio a los dos años y desde entonces camina con muletas. Durante años trabajó en el llano, en empresas de maquinaria pesada, pero al regresar a Garagoa se encontró con un panorama productivo limitado. Eso lo llevó a crear su propio camino y encontrar en el reciclaje una manera de generar empleo y aportar al cuidado del medio ambiente.

Su apuesta fue diseñar un proceso para aprovechar los materiales que nadie quiere. «Hay productos que solo valen 200 pesos el kilo, por eso la gente no los recoge», explica Bueno. De allí la idea de recolectar no solo para reciclar, sino para transformar icopor, empaques metalizados, vasos desechables y tapas de gaseosa que hoy convierte en ecoladrillos.

En su taller, el plástico se muele, se mezcla con aceite usado y se somete a altas temperaturas hasta convertirse en una masa sólida. Luego se moldea en ladrillos resistentes, capaces de soportar peso y aislar el calor. «Descubrí que, si rompemos las cadenas químicas de los polímeros y las combinamos con las del aceite, los materiales se ligan entre sí. Así se aprovecha todo», explica José, quien además de la caldera también fabricó los moldes para sus productos.

Cada bloque mide cerca de medio metro y se ensambla como una pieza de lego. Con esos ladrillos, se busca construir viviendas sostenibles. José asegura que ya tiene el diseño, la maquinaria, los moldes listos y avanza en la búsqueda de alianzas con entidades públicas e internacionales que apoyen el proyecto para hacerlo realidad. Su objetivo es que los primeros hogares beneficien a personas en condición de discapacidad y familias sin vivienda.

En torno a ese propósito se consolidó una red de trabajo incluyente, en la que sus colaboradores son adultos mayores, madres cabeza de hogar y cuidadores. Diecisiete personas laboran de forma directa en la planta y más de veinte apoyan en la recolección en seis municipios del Valle de Tenza.

Residuos plásticos, tapas y envases se muelen, mezclan con aceite usado y se convierten en bloques listos para ensamblarse. | Foto: José Bueno
Residuos plásticos, tapas y envases se muelen, mezclan con aceite usado y se convierten en bloques listos para ensamblarse. | Foto: José Bueno

Yolanda Cano, de 62 años, es una de ellas. Empezó ayudando por horas y hoy lidera parte del proceso. Se capacitó con la Fundación María Luisa de Moreno en economía circular, donde, relata, «aprendí que esto no es solo recoger basura, es cuidar el planeta». Ahora comprende también el reciclaje como una forma de evitar el daño a las fuentes hídricas y utilizar al máximo las materias primas que ya existen.

Cano reconoce que el trabajo en Tecnoproyectos significó una nueva oportunidad para su vida. «Jamás pensé que de aquí saldría mi sustento», cuenta. Hoy, gracias a este empleo, puede cubrir su arriendo y mantener a su familia. Asegura que la iniciativa le da estabilidad y una forma digna de vivir de algo que antes consideraba desecho.

Además del trabajo diario, el proyecto lidera campañas como Mi Vereda Limpia, que promueven la separación en la fuente y la recolección de residuos en zonas rurales. El fundador asegura que cada jornada es una oportunidad para demostrar que el plástico puede tener un destino distinto.

Eso, sin embargo, no implica la ausencia de dificultades. Bueno financia gran parte del trabajo con recursos propios y debe sortear trámites y demoras institucionales. Aun así, la producción de ecoladrillos continúa y el proyecto se consolida como una iniciativa que combina sostenibilidad, innovación y empleo inclusivo.

Con procesos propios de transformación y un sistema de producción en marcha, Tecnoproyectos demuestra que, como dice José, «la basura no es lo que está en el suelo, sino lo que no se aprovecha». Su trabajo evidencia que lo que se considera desecho puede convertirse en la base para construir un futuro más limpio y sostenible.

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