Desde finales de 2019, la organización busca que alimentos en buen estado no terminen en las basuras de Medellín y, en cambio, lleguen a las mesas de organizaciones y personas que los necesitan.
Laura Londoño leyó, en 2019, una noticia que la preocupó y a la que no le encontró ningún sentido: de acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación (DNP), en Colombia 34 % de los alimentos se pierden y se desperdician, lo que equivale a unos 9,76 millones de toneladas al año.
“¿Cómo vamos a botar tantos alimentos en un país donde siete millones de personas viven con un solo plato de comida al día?”, se preguntó. Más allá de cuestionarse esto, decidió hacer algo al respecto.
Laura es chef y, desde hace ocho años, propietaria del restaurante Oci.mde. Con los contactos que tenía gracias a su trabajo, empezó a luchar contra la pérdida de tanta comida.
Así nació la Corporación Re.colecta que, durante el primer año de la pandemia del covid-19, se convirtió en corporación para formalizar su trabajo. Con esta organización “recuperamos alimentos para evitar que sean desperdiciados y los entregamos a fundaciones y poblaciones vulnerables”, explica Laura.
La comida que recogen la entregan a siete fundaciones: Ángel de la Guarda, Antorchas de Vida, Ciudad Refugio, hogar geriátrico Mano de Dios, hogar geriátrico María Auxiliadora, Hogar San Rafael para mujeres embarazadas y Funicancer, a las que también donan mercados. En 2021 dieron 48 toneladas de alimentos y 1.200 mercados.
Le puede interesar: Mercados campesinos en Medellín: ¿dónde y cuándo encontrarlos?
El efecto pandemia
A finales de 2019, Laura comenzó a contactarse con agricultores, panaderías, restaurantes y los proveedores del suyo. “Así fuimos montando este proyecto. Iniciamos recuperando alimentos con ellos. Luego lo hicimos con la comida que se desperdiciaba en las plazas Minorista y Mayorista, así como de gente que se unió al proyecto”, dice.
En pandemia, con los cierres, las cuarentenas y los toques de queda, pasó algo. Por lo sorpresivas que fueron dichas medidas, “restaurantes y hoteles quedaron con mucha comida preparada. Empezamos a recuperar todos esos alimentos”, cuenta Laura.
Además de las fundaciones a las que apoyan, Laura y los otros colaboradores de la Corporación Re.Colecta entregan comida en comedores comunitarios de dos barrios de invasión en Bello (en el norte del Valle de Aburrá): Manantiales y Nuevo Jerusalén.
“Al ver la situación en esos barrios, que no tienen acueducto ni alcantarillado y donde la pobreza es extrema, nos dimos cuenta del hambre tan tremenda de la población. Empezamos a hacer campañas para recibir donaciones de mercados. Nos enfocamos mucho en entregar mercados a los barrios y entregamos 12.000”, relata.
No se pierde solo comida
La preocupación de Laura no es solo la comida. Claro, desde su labor entiende la magnitud del problema, pero también que es algo que trasciende a la pérdida de los alimentos: “No solo afecta a la población, sino también al ambiente, pues se usan químicos y pesticidas innecesariamente, contaminando el 35 % de la tierra donde se cultiva, porque esa cantidad de alimento no se consume”.
Laura entiende, también, que es un problema que se da por la logística: “Estoy segura de que los agricultores preferirían donar a botar, pero no tienen cómo entregar los alimentos”.
Este es un problema que ha experimentado ella misma en su trabajo con la corporación: “A veces nos cuesta más la gasolina que el alimento”. Y agrega que “ir a estos barrios también es difícil: necesitamos carros 4×4, que a veces ni siquiera llegan por la falta de vías. Son poblaciones aisladas”.
Es un trabajo que, adicionalmente, requiere de manos amigas. “A las corporaciones nos sirve que nos donen talento humano. Y si la persona tiene fincas, huertas o negocios de alimentos, todo lo que esté en buen estado y sea consumible, pero se vaya a desperdiciar, lo pueden donar”.
Puede leer: Los consejos de un ‘influencer’ del campo para cuidar el medioambiente