La Biblioteca Pública José Ignacio Narváez García se ha transformado profundamente a lo largo del tiempo y, con ella, la comunidad del corregimiento que ahora acude a diario a sus instalaciones. Detrás, el trabajo de su comprometida bibliotecaria: Sonia Yaima.
Hace 21 años Sonia Yaima trabajó en la biblioteca de su natal corregimiento La Arada, municipio de Alpujarra, en el suroriente del Tolima. Entonces recuerda que las personas no la veían sino como “el espacio donde había libros viejos y aburridos, era el rincón más olvidado del pueblo” comenta.
Hoy, sin embargo, luego de siete años de haber vuelto a su pueblo después de haber trabajado en la cabecera municipal, y de estar al frente de la biblioteca, dice con confianza y sin dudar, que la José Ignacio Narváez García, que lleva el nombre del fundador del pueblo, es después de la iglesia y la estación de policía, el lugar de mayor importancia y relevancia entre la comunidad.
“Acá la gente es perezosa para los libros, pero este ha sido el lugar donde hemos rescatado el amor y el gusto por la lectura entre una población que siempre la vio como algo aburrido”.
Ahora, y gracias al arduo trabajo que ha hecho no solo en el corregimiento sino en sus veredas rurales, la población en general, y en particular los niños y niñas, destacan la biblioteca como un lugar de esparcimiento, actividades culturales y formativas, así como un espacio de reunión para la comunidad.
La biblioteca, en el centro de la comunidad
Para Sonia, la lectura siempre ha sido un elemento fundamental: “El que se toma el tiempo para leer, se toma también el tiempo de conocer e investigar”. Es, en sus palabras, la base de todo el conocimiento.
“La lectura abre mentes y cultiva el pensamiento crítico, es una forma sana de pasar el tiempo y siempre deja mensajes positivos, ayuda a quitar la pena y a expresarse de mejor manera”.
Por eso la preocupaba tanto que en La Arada hubiera tal desinterés de la población hacia los libros. Eso al punto de que, cuenta, si bien las personas conocían la palabra ‘biblioteca’, no sabían lo que era, para qué era, o las funciones que desarrollaba.
En ese sentido, durante los siete años que lleva de bibliotecaria en La Arada, ha tenido siempre un objetivo fundamental en la cabeza: hacer que la población se enamore de la lectura.
Y lo ha conseguido tanto con actividades de promoción de lectura en las instalaciones de la biblioteca, como innovando en la manera y en los formatos en los que presenta la lectura.
Así, además de tener consultas libres y actividades como lecturas en voz alta y al aire libre, ideó un proyecto de ‘lectura expresiva’, en el que motiva a los niños que todavía no han aprendido a leer a crear cuentos e historias a través del dibujo y técnicas de collage con el objetivo de comenzar a desarrollar en ellos el interés por las historias.
De la misma manera, y dado que la biblioteca es propiedad de la Alcaldía Municipal desde hace siete años y es ella la que se encarga de comprar las dotaciones y realizar el mantenimiento, esta cuenta con computadores y tabletas que Sonia ha sabido aprovechar al máximo para interesar a la juventud, particularmente atraída por lo digital.
Más allá de eso, sin embargo, Sonia, que durante toda su vida se ha dedicado al trabajo comunitario, cree firmemente que la biblioteca no puede permanecer resguardada entre sus muros: por el contrario, debe salir a interactuar con las personas.
Por eso, todos los días, a bordo de su moto y en trayectos de mínimo 40 minutos, sale a las veredas aledañas a La Arada, con su maleta viajera llena de libros y visita las escuelas de cada una, donde los profesores de español le dan un espacio para dar talleres de lectura, escritura, comprensión lectora y alfabetización digital a los niños.
También visita adultos, va a sus casas a leer, a conversar y discutir alrededor de algún libro que les haya gustado en particular y visita centros del Bienestar Familiar para llevar literatura a madres gestantes y lactantes, así como niños en condición de orfandad.
Por otra parte, también creó un proyecto para socializar información relevante para la comunidad en el que a través de Whatsapp y Facebook comparte datos acerca de leyes municipales, actividades que se van a realizar, pagos de Familias en Acción, restricciones de movilidad y otros temas.
Bibliotecaria y lideresa
“Yo soy una líder de la comunidad” dice Sonia acerca de su trabajo como bibliotecaria, agregando que como cualquier líder, una bibliotecaria también necesita ser activa y estar al tanto de lo que sucede en su comunidad.
Así, además de ser la responsable de convertir a la biblioteca en uno de los lugares más relevantes del pueblo y a través de ella, sembrar un profundo interés por la lectura y la cultura entre la población, Sonia funciona también como enlace entre la comunidad y la alcaldía municipal.
La biblioteca, explica, es la única institución que tiene la alcaldía en el pueblo, por lo que esta es también el lugar al que llegan sus programas, convocatorias y funcionarios al corregimiento.
Y dado que Sonia es también tesorera de la Junta de Acción Comunal de La Arada, sirve de puente para llevar los reclamos y peticiones que le hace la comunidad al gobierno local, así como para conseguir recursos y tramitar ayudas para ejecutar los proyectos que se gestan desde la JAC.
Además de ello, Sonia se ha consolidado también como una líder comunitaria de manera orgánica: por su trabajo en la comunidad se ha convertido un referente para ella.
Así, no solo acuden a pedirle libros prestados, sino a pedirle consejos, ayuda con el colegio, información para trámites burocráticos y demás.
“Yo salgo y los niños me saludan y dicen ‘ay vea, ahí va la que los lee’ y es bonito, también cuando uno ve a los jóvenes expresándose en público y haciendo sus propios talleres y actividades de lectura, porque eso se ha hecho con todo el trabajo que hacemos desde la biblioteca”.
Por eso, su mayor aspiración es que esta no cierre nunca, pues tiene más que clara la relevancia que ha llegado a adquirir el lugar: “la cultura ha llegado a estos lugares del departamento a través de las bibliotecas rurales y La Arada no es la excepción. Acá se conoce de cultura por la biblioteca”.
Se habla de teatro, de cine, de literatura, de danza, precisamente porque la biblioteca ha puesto esos temas sobre la mesa y ha comenzado a interesar a la población por ellos.
Sin embargo, dice Sonia, hay todavía mucho trabajo por hacer y las brechas que existen en la ruralidad muchas veces truncan ese trabajo. Por ejemplo, hace tres meses que no hay internet en el pueblo, por lo que todas las actividades con computadores y tabletas han tenido que posponerse indefinidamente y eso, a su vez, ha distanciado a los jóvenes de la biblioteca, así como limitado las posibilidades que tienen los adultos, muy interesados, de aprender cómo usar esos dispositivos.
De ahí, entonces, que Sonia hace un llamado a la institucionalidad municipal, departamental y nacional, así como a la empresa privada y a las personas en general a que vuelquen su mirada sobre lo rural, “que acá también hay gente y necesitamos apoyo”.