Catalina Ocampo-Carvajal, creadora de la cuenta en dicha red social, cree que hay una responsabilidad ciudadana en el cuidado de la fauna silvestre. En 2021, según el Ministerio de Ambiente, fueron rescatados 18.636 individuos.
“Como investigadores y como biólogos, nosotros no podemos estar en cada uno de los lugares donde están los problemas de tráfico”. De esa manera, Catalina Ocampo-Carvajal justifica por qué creó en Twitter el perfil Denuncias Tráfico de Fauna Silvestre-Colombia (@denunciafauna). Una cuenta dedicada a, como su nombre lo indica, recibir denuncias anónimas sobre tráfico, tenencia, comercialización y explotación ilegal de fauna silvestre.
Catalina, quien es bióloga de la Universidad Nacional de Colombia y realiza una maestría en Biodiversidad y Conservación de la Universidad Federal de Pará (Brasil), lleva alrededor de siete años trabajando en el tema del tráfico de fauna silvestre en la Cuenca Amazónica. Actualmente, hace parte de la organización Neotropical Primate Conservation, en su capítulo colombiano.
“Me he dado cuenta de que las personas del común se sienten muy desconectadas con esa problemática. Piensan que los traficantes son estas personas malas con camuflados en la selva cazando animales, pero la situación es un poco más grande. Y como ciudadanía también somos responsables del tráfico, porque somos quienes alimentamos el mercado”, dice, para explicar el por qué de dicho perfil y la utilidad de las redes sociales para frenar esta problemática.
Un puente en el cuidado de la fauna
“Nosotros”, dice Catalina refiriéndose a los investigadores y a los biólogos, “queremos hacer cosas, pero entonces ayúdennos, ustedes son los ojos de nosotros en todos los lugares del país. Entréguennos información y nosotros hacemos las denuncias respectivas”.
El perfil es reciente. Sin embargo, el trabajo de Catalina en redes no. Recuerda que hace unos años, mientras trabajaba en Perú, “lo hicimos. Y una de las grandes cosas que encontramos es que la gente se sentía más cómoda haciendo las denuncias anónimamente, porque muchas veces tienes que dar dato del vecino que tiene un loro o el de un amigo que tiene un mico amarrado en el patio y las personas no quieren meterse en problemas”.
El proyecto, explica entonces, busca ser “un puente entre la ciudadanía y las autoridades ambientales”, que, en el caso de Colombia, son las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR).
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Un puente que es necesario. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, hasta el 21 de diciembre, durante 2021 fueron “incautados 18.636 individuos de fauna” que serían comercializados. Según Catalina, hay una tendencia a tener psitácidos, como loros y guacamayos; reptiles, como serpientes; anfibios como ranas, y primates, como varias especies de micos.
“No existe solo tráfico como mascotas, sino para derivados, es decir, tráfico para pieles”, del cual sufren en su mayoría los felinos. También hay para rituales chamánicos, para circos y para “atractivos turísticos”, cuenta la bióloga.
El poder de las redes sociales
Para explicar cómo funciona el perfil en Twitter, Catalina cuenta que “hace un par de años, yo estaba haciendo en Brasil haciendo mi maestría cuando recibí una denuncia sobre una persona, sobre un influencer colombiano que tenía más de 120.000 seguidores. Su contenido incluía videos de él manipulando micos. Se bañaba con ellos, les fumaba en la cara, los llevaba en el auto, les daba dulces”.
Al recibir los videos, cuenta, se denunció el caso, primero ante la Corporación Regional Ambiental correspondiente y luego ante el Ministerio de Ambiente, que ayudó a darle celeridad al tema para que existiera una sanción, que incluyó la prohibición del uso de las imágenes de los animales en las redes sociales, luego de que estos fueron recuperados.
Pero la meta no es solo recibir denuncias. Aunque es un paso importante cuando se detectan casos, se trata también de construir un sentido de responsabilidad en la forma como se consume el contenido relacionado con animales.
Para Catalina, “como ciudadanía podemos hacer cosas y una de ellas es empoderarnos de la situación y transformar comportamientos. ¿Y cómo se transforman? Dejando de comprar fauna, de tener fauna, dejando de compartir en redes sociales contenido en el que se manipula y se mascotiza fauna silvestre”. Al final, concluye, “se trata de ser actores activos”.
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