Con ecoturismo, este proyecto familiar es pionero en defensa de la biodiversidad en Isnos, Huila

En el sur del departamento, la familia Pabón convirtió su inquietud por el medio ambiente en una iniciativa de conservación y turismo ecológico. Hace 28 años, emprendieron un camino de reforestación que hoy es refugio de especies en peligro, e imán para miles de viajeros interesados en biodiversidad.

En la vereda El Porvenir, a tan solo un kilómetro del casco urbano de Isnos, Huila, se encuentra la Finca El Manantial, un proyecto familiar que ha dedicado 28 años a revertir el daño ambiental causado por factores como la ganadería extensiva y devolverle la vida a un ecosistema que alguna vez fue una gran laguna. 

Lo que comenzó como el sueño de Jairo Pabón, de 62 años, quien fundó la finca con el anhelo de volver a ver el paisaje de su infancia, hoy es una reserva natural ejemplar, manejada por su hija, Yuliana Pabón —de 22—, bióloga de la Universidad de la Amazonia.

“Mi papá siempre recordaba cómo era esta laguna cuando tenía seis años. Soñaba con volver a verla llena de vida, no de ganado. Junto a mi mamá, Marisela Ortiz, han sembrado cerca de 15.000 árboles nativos, como higuerones, nacederos, moquillos, jiguas y cedros, usando únicamente recursos propios, en un acto de amor por la naturaleza«, cuenta Yuliana.

De acuerdo con la joven, Jairo siempre fue visto como un loco. En un lugar donde todos cultivan café o crían ganado, él decidió crear un lago enorme y sembrar árboles que no generaban beneficios económicos inmediatos.

Cuando era niño, Jairo Pabón, conoció los terrenos que hoy forman parte de Finca El Manantial. Al regresar en 1998, encontró que todo era un potrero destinado a la ganadería. Ese mismo año comenzó este proyecto familiar con el objetivo de recuperar el humedal. | Foto: Cortesía - Finca El Manantial

De las 30 hectáreas que alguna vez conformaron el humedal, la familia logró adquirir 9, donde construyeron un lago de 2 hectáreas. Desde entonces, aves, mariposas y otras especies han regresado a habitar el lugar. 

“Hemos identificado alrededor de 150 especies de aves gracias al grupo de monitoreo comunitario Orígenes de Isnos”, relata Pabón. Entre ellas se cuentan colibríes, el matorralero oliva (Atlapetes fuscoolivaceus), el pato cuchara colorado (Spatula cyanoptera) y la suirirí bicolor (Dendrocygna bicolor).

El Manantial alberga, además, el primer mariposario del Huila, una iniciativa que nació hace ocho años a partir de un viaje familiar a México, con el propósito de fomentar la educación ambiental. Se pueden observar mariposas de géneros como Heliconius, Siproeta (incluyendo la Siproeta epaphus) y algunas especies de alas de cristal del género Greta. En total, alberga 12 especies.

Este espacio se complementa con un orquideario que reúne más de 200 variedades, muchas de ellas rescatadas de zonas amenazadas por la tala ilegal de árboles, como el Parque Natural Regional El Dorado. Entre las más destacadas se encuentran la Cattleya trianae, flor nacional de Colombia, y la Acianthera polystachya, ambas valiosas por su belleza y su importancia ecológica.

«Cuando vimos que en esa zona estaban talando árboles, empezamos a rescatar orquídeas. Hoy tenemos especies que no solo conservamos, sino que también usamos para educación e investigación. Estudiantes universitarios, por ejemplo, vienen a hacer sus prácticas acá”, agrega Yuliana.

Según el WWF, la deforestación es uno de los problemas ambientales más graves en Colombia, con una tasa anual de pérdida de bosques que supera las 107.000 hectáreas, gran parte de ellas debido a la tala ilegal, la expansión de la frontera agrícola y la ganadería extensiva.

De las 30 hectáreas originales del humedal, la familia adquirió 9, donde crearon un lago de 2 hectáreas. Desde entonces, aves, mariposas y otras especies han regresado a habitar el espacio. | Foto: Cortesía - Finca El Manantial

Las experiencias ofrecidas por la finca desde hace cinco años van más allá de la contemplación: los visitantes pueden hacer kayak, senderismo, avistamiento de aves, visitas guiadas al mariposario y hospedarse en cabañas al frente del humedal. Una propuesta que atrae a por lo menos mil turistas cada año. 

También se realizan actividades educativas con estudiantes y universidades, que encuentran en El Manantial un laboratorio natural para sus investigaciones.

«El turismo de naturaleza se convirtió en una alternativa de sustento, pero sin perder la esencia, en conservar y educar”, afirma Yuliana. “Pudo ser más rentable sembrar café o criar ganado, pero mis padres decidieron sembrar vida”, añade.

Al principio, todo fue posible gracias a la inversión de la familia: sus padres, su hermana y ella misma apostaron por transformar la finca. Dejaron atrás los cultivos para enfocarse por completo en el ecoturismo, y hoy en día es autosostenible gracias a esta actividad.

Además, fueron pioneros en conservación en la zona, lo que ha inspirado a otros vecinos a seguir su ejemplo y adoptar prácticas similares, creando así una red creciente de compromiso ambiental en la región.

Hoy, El Manantial no solo es un refugio para especies amenazadas, sino también un punto de encuentro para organizaciones ambientales y comunidades que, como esta familia, han decidido defender el agua, los bosques y la biodiversidad

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