El ‘recogemuertos’ de Bojayá que le canta al río Atrato y a la paz

Domingo Chalá fue quien recogió a las víctimas de la masacre de Bojayá. Mientras lo hacía, componía canciones para evitar el olvido. Este mes se lanza ‘Vallenatos del medio Atrato’, el disco donde compiló todas sus canciones. Le canta al río, a Bojayá, a la memoria y a la paz.

Para Domingo, la música es un privilegio, es una ‘estrella’ con la que nacen algunas personas, seleccionadas por el universo para transmitir mensajes a través del ritmo y las melodías. Él es una de ellas, escogido para preservar la memoria de Bellavista, el corregimiento de Bojayá que lo vio nacer y al que se aferra intensamente por la tranquilidad con la que allí se vive. 

A sus 76 años, Domingo dice que es “un viejo conservado: no sufro de la tensión, ni del azúcar y tampoco me duele nada”.

 Esa saludable vejez se la atribuye a su activa juventud y a la tradicional alimentación con la que creció, llena de sancocho de pescado y caldo de hueso, preparados con hierbas de azotea y acompañados de jugo de piña o borojó

Toda una vida le ha gustado la música, pero fue ya de adulto que se dio cuenta de que los versos cantados eran su mejor aliado a la hora de narrar, una necesidad muy presente por todo lo que ha tenido que vivir a lo largo de su vida. 

Su primera composición, motivada por el cinismo y la injusticia con la que los mandatarios locales gobernaban su pueblo, “en vez de velar por el bienestar de la gente”, le costó una multa de dos mil pesos que le impuso un alcalde. 

“A este pueblo lo está acabando,
la mala administración,
ay amigo bellavisteño,
fíjese por quién va a votar,
porque el alcalde que tenemos,
por Dios, da ganas de llorar”

Fue, sin embargo, tres días después del 2 de mayo de 2002, que Domingo sintió que cantar era una verdadera necesidad. A través de su música, que nunca antes había grabado y que ahora compiló en un disco titulado ‘Vallenatos del medio Atrato’, busca exaltar las bellezas del territorio que lo vio nacer, al tiempo que construir memoria acerca de todo lo que allí sucedió y exigirle por ello al Estado una reparación integral y verdadera.  

El 2 de mayo de 2002

Domingo fue quien recogió los muertos luego de la masacre de Bojayá, el 2 de mayo de 2002. Por eso, y porque siempre le ha gustado "colaborarle a los muertos", la comunidad lo apodó 'recogemuertos'. / FOTO: Andrés Felipe Restrepo

Ese día llegaron a Bellavista cientos de combatientes de las Farc cazando un grupo de paramilitares que días antes habían llegado al pueblo desde Vigía del Fuerte

Ya desde el día anterior, recuerda Domingo, las balas zumbaban de un lado a otro, obligando a la gente a permanecer en sus casas, refugiada debajo de colchones. Al día siguiente, y con el enfrentamiento en una escalada abrumadora que no permitió siquiera la huida de los locales, varias personas se refugiaron en la iglesia del pueblo. 

“Llegó el dos de mayo y a Bellavista la metieron en una bola. Se metió guerrilla por abajo, por arriba y por el frente para acorralar a los paramilitares. Hasta mil guerrilleros se entraron a Bellavista y dejaron al pueblo en una bola de balas”. 

La explosión de un primer cilindro fue el anuncio de lo que vendría momentos después, cuando cayó la segunda pipeta sobre la iglesia del pueblo y acabó con la vida de 98 personas, de las cuales 48 eran menores de edad

“A los 20 minutos de la explosión comenzó a llegar la gente que había sobrevivido, gritando que Bojayá se había acabado”. 

Tres días después y luego de haber salido hacia Vigía del Fuerte para evitar otra tragedia, Domingo volvió en una canoa al pueblo, remando con la mano y ondeando un trapo blanco para protegerse de las balas, que todavía volaban descontroladas. 

Sin guantes, ni careta, ni equipos de ninguna clase, fue él quien recogió a los muertos y uno a uno los ubicó a la orilla del río, para después llevarlos a una fosa que se había hecho en una loma aledaña y allá darles cristiana sepultura.

Cuando iba levantando a cada muerto, iba haciendo una composición para que quedara la historia, para que lo que había pasado en Bojayá no quedara en el olvido, porque nosotros en el medio Atrato, como chocoanos, siempre hemos estado olvidados”. 

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"Las Farc y las autodefensas,
ellos estaban peleando,
las Farc lanzó una pipeta,
y cayó dentro de la iglesia,
lo que hicieron con mi pueblo,
por Dios no tiene sentido,
matar tantos inocentes,
sin haber ningún motivo”

Domingo, el ‘recogemuertos’

A Domingo le gusta el sancocho de pescado, el caldo de hueso, los jugos de borojó y de piña, y el chocolate, que califica de 'divino'. / FOTO: Andres Felipe Restrepo

Desde mucho antes de que ocurriera la masacre, a Domingo le ha gustado “colaborarle a los muertos”

Creció con ‘la educación de los viejos’, una muy ligada a las tradiciones ancestrales de los pueblos afropacíficos, donde existen ceremonias como las novenas: nueve noches de duelo para conmemorar la muerte de una persona, que sin embargo hoy se realizan con poca frecuencia. 

“Antes acá se moría una persona y era un sentimiento, era ese carisma de que el vecino iba a ayudar al otro con las velas, con el azúcar, con el café. Eso era el respeto: esa estimación que había dentro de nosotros y entre nosotros. Ya hoy se muere alguien y no le rezan ni nada, todo eso pasó a la historia”. 

Aun así, durante los peores años de la guerra, cuando el río Atrato se convirtió en un cementerio, Domingo, alimentado del recuerdo de la tradición, sacaba a todos y cada uno de los cuerpos que llegaban flotando desde Quibdó y los entregaba al personero municipal para darles sepultura. 

Por eso, la comunidad lo bautizó ‘recogemuertos’, pues “no soportaba ver que a un humano se lo comiera el gallinazo, entonces los recogía y los enterraba”. 

Dice que el apodo le gusta mucho, porque habla de su naturaleza humanitaria, que él resume cuando dice que es un ‘campesino luchador de la vida‘. «Hay que darle la mano al que está caído y darle valor a los que ya se murieron”. 

Eso, entre otras cosas, porque en Bojayá son los muertos los que han logrado que la institucionalidad voltee hacia allá. 

“Hoy por hoy, si nosotros no hubiéramos puesto los muertos, no estábamos visitados por las fuerzas militares, no estábamos viviendo en unas casitas de material más o menos regular, no estábamos recibiendo bonificaciones, sea poca o bastante. Eso lo tenemos porque pusimos los muertos, porque Bellavista puso los muertos”. 

Sin embargo, hoy Domingo canta precisamente para que no sea la muerte quien llame la atención del Estado, sino la música. Por ello, cada vez que ha hecho una presentación en Bogotá, en Cali, en Medellín o cualquier ciudad, le recuerda con sus letras a los funcionarios públicos “que Bellavista necesita que le vean la cara, necesita que le reparen todo lo sufrido».

“Colombia ya está cansado,
la muerte de tanto inocente,
está guerra sin sentido,
sufrimos los campesinos.

Hoy se cumplen 20 años,
de la masacre de Bojayá,
la muerte de tanto inocente,
que jamás debe olvidar.

Solo yo le pido a Dios,
que esto no vuelva a pasar,
todos los bojayaceños,
queremos vivir en paz”

‘Vallenatos del Medio Atrato’

A Domingo siempre le ha gustado la música, pero fue después de la masacre que se dio cuenta de su poder para narrar lo sucedido. Canta para evitar el olvido. / FOTO: Andrés Felipe Restrepo

El 16 de noviembre se hará el lanzamiento oficial de ‘Vallenatos del Medio Atrato’, el disco que grabó Domingo para compilar todas las composiciones que ha realizado. 

Lo hizo con la ayuda de Andrés Felipe Restrepo, artista plástico y fotógrafo quien ha dedicado su vida a explorar el conflicto armado a través de las artes y quien conoció a Domingo en un viaje que realizó a Bojayá con el objetivo proponer a la comunidad un monumento a la memoria. 

Ya desde su primer encuentro, cuenta Andrés Felipe, Domingo generó una confianza ‘bonita’ entre los dos y un día mientras compartían un tinto, Domingo le dijo que uno de sus más grandes sueños era tener un disco con su música

“Y a mí se me metió la locura de que a Domingo había que cumplirle el sueño; por lo que él significa para el Chocó, por lo que significa para Bojayá, por lo que hizo en su momento. Había que grabarle un disco”. 

La 'paz verdadera', dice Domingo, se construye entre vecinos, amigos y familia. Es esa paz, dice, la que hoy por hoy se vive en Bellavista, 20 años después de el horror de la masacre y la guerra. / FOTO: Andrés Felipe Restrepo

Con la ayuda del productor musical José Juvinao grabaron en un estudio en Medellín las ocho canciones que componen el disco. De una convocatoria estudiantil en la Universidad Bolivariana surgió el diseño y la imagen.

Al disco, que en realidad es una usb pero cuya presentación es igual a la de un CD, lo acompaña un librillo en el que está una parte de la historia de Domingo y la letra de las composiciones. 

Todo esto, dice él, hace parte del proceso de construcción de ‘la paz verdadera’ que “la hacemos nosotros mismos. La paz la hacemos con el vecino, con el amigo, se crea en el hogar con los hijos y la mujer. Y la verdadera paz la tenemos acá en Bellavista, y eso me tiene contento”. 

Si usted quiere comprar ‘Vallenatos del Medio Atrato’, puede contactarse con Andrés Felipe a través de la cuenta de Instagram de Domingo, la cuenta personal de Andrés Felipe o a su número de teléfono: 3012167975

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