25 familias del Caquetá buscan dejar atrás el conflicto con este emprendimiento chocolatero

Chocopeneya fue creada en 2019 por 25 familias de Unión Peneya, en La Montañita (Caquetá). Busca transformar la imagen de un territorio históricamente golpeado por el conflicto armado.

25 familias de la Unión Peneya crearon este emprendimiento. / FOTO: Chocopeneya

En 2019, 25 familias de la inspección Unión Peneya, en el municipio de La Montañita en Caquetá, se unieron con una idea: mejorar sus condiciones de vida a través del cultivo de cacao. Así surgió Chocopeneya, un emprendimiento que se dedica elaborar productos derivados de este grano.

Unión Peneya ha sido golpeada por el conflicto armado, incluyendo un desplazamiento masivo de alrededor de 3.000 personas en 2004. En la región es reconocida por ser un lugar donde abundaban los cultivos de coca.

Antes de que se fundara Chocopeneya, varias de las familias de la inspección ya cultivaban el grano, pues hacen parte del Comité de Productores de Cacao en Sistemas Agroforestales de Unión Peneya, pero tenían un problema: la comercialización. Unión Peneya se encuentra a 73,8 kilómetros de Florencia, la capital del departamento.

Aunque no es una gran distancia, explica Estefanía Molano, co-fundadora del emprendimiento, el transporte no es sencillo, por lo que “es más fácil cargar una caja de chocolate que un costal con el grano”.

Además, hay otra motivación detrás de Chocopeneya. Estefanía asegura que ha servido para transformar la visión que tienen las personas de su pueblo: ya no es un lugar dedicado al cultivo de la coca (aunque no niega que aún se siembra), sino que ahora busca transformar su historia.

El peso del pasado

Gracias a un capital semilla entregado por la Unión Europea, Chocopeneya compró los insumos necesarios para realizar sus productos. / FOTO: Chocopeneya

Desde los años ochenta, con el auge del narcotráfico en el país, Unión Peneya se convirtió en uno de los epicentros de cultivos de coca en Caquetá. En los noventa, la guerrilla de las Farc llegó al territorio y se apropió de este negocio ilegal. Pero, a finales de esa década, también hicieron presencia las Autodefensas Unidas de Colombia, grupo armado paramilitar.

Pronto, los enfrentamientos entre ambas bandas y las fuerzas estatales comenzaron a afectar directamente a la población. Y en 2004 fue el punto culmen de estos choques. El 4 de enero de ese año, cerca de 3.000 personas salieron del pueblo huyendo de la violencia. Unión Peneya quedó vacía. Y así se mantuvo durante tres años hasta que, en 2007, los propios habitantes decidieron que era hora de volver.

La decisión que tomaron unas 1.500 personas de regresar y reconstruir un pueblo que estaba en ruinas le valió en 2009 a esta inspección ganar el XI Premio Nacional de Paz. Sin embargo, eso no cambió que Unión Peneya siguiera siendo un pueblo cocalero.

“A muchas de las personas que habitan acá les parecía una pérdida de tiempo cultivar cacao, porque era más rentable la coca”, relata Estefanía. La única forma de cambiar esa visión, prosigue, es con el éxito que ha tenido el emprendimiento al demostrar que no solo con cultivos ilícitos es posible sobrevivir.

Los pasos hacia el futuro

Chocopeneya hace parte de ‘De manos que hacen paz’, una iniciativa de la Fundación Compaz que apoya emprendimientos con impacto social. / FOTO: Chocopeneya

“Buscamos generar un atractivo para esta zona, que encuentren acá algo diferente. Estamos intentando atraer a las personas para cambiar su percepción del territorio”, dice Estefanía.

Desde su creación, Chocopeneya hace parte de ‘De manos que hacen paz’, una iniciativa de la Fundación Compaz, que, como se explica en la página de la organización, “apuesta por visibilizar y apoyar a emprendimientos con impacto social, liderados por personas y comunidades maravillosas que trabajan diariamente por mantener la esperanza”.

Además, al ser un emprendimiento conformado mayoritariamente por jóvenes, hace parte de la Red Nacional de Jóvenes Rurales, lo que les permitió acceder a capital semilla entregado por la Unión Europea, con lo que tecnificaron el proceso de transformación del grano de cacao. También, cuentan con acompañamiento de la Universidad de El Rosario para mejorar sus procesos de comercialización.

Estefanía explica que la pandemia afectó la comercialización. Sin embargo, se muestra optimista para lo que viene para Chocopeneya y lo que les ha dejado: “El cacao es un cultivo que integra a la familia, ayuda a generar lazos sociales, motiva el trabajo comunitario y ha permitido tener un reconocimiento distinto del territorio”.