El colectivo ‘Entre puntadas y pomarrosas’ bordó, en Zapatoca, un libro que recoge poesía latinoamericana hecha por mujeres.
Cuenta Mariela Badillo que el bordado es la cura de todos sus males. Aprendió a hacerlo cuando pequeña, sola, de las revistas que había en las casas de familia en las que trabajó desde que tenía nueve años.
Recuerda que en una, la dueña de casa le daba aguja e hilo y le decía que hiciera algo con eso. Ella, inspirada en los diseños que aparecían en las revistas, aprendió. “Yo aprendía de ahí, cogía una aguja y un hilo y aprendía. Nadie me enseñó”.
Hoy Mariela forma parte del colectivo ‘Entre Puntadas y Pomarrosas’, en el municipio de Zapatoca, Santander, que el año pasado sacó un libro bordado de poesía latinoamericana hecha por mujeres.
Zapatoca, cuenta la fundadora del colectivo, Patricia Ramírez, es “un pueblo muy tradicional, muy conservador y muy religioso”. Por eso, cuando llegó al municipio después de décadas de trabajar en diversas regiones del país en temas de conflicto armado y su particular afectación sobre las mujeres, decidió conformar un grupo que se preguntara por el significado de ser mujer en un lugar, en palabras suyas, “tan tradicional”.
Además, Zapatoca, cuenta Patricia, es un municipio de gran tradición de mujeres bordadoras y tejedoras. Por eso, y con las siete mujeres que inicialmente conformaron el colectivo, decidieron que el tejido sería su herramienta de comunicación y expresión.
A mediados del año pasado recibieron, desde Argentina, una invitación de la colectiva Frente Textil para participar en una convocatoria de realización de libros textiles. Resolvieron participar con ocho de las 16 personas (15 mujeres y un niño, hijo de una de ellas) que hoy conforman el colectivo, acompañadas también por la pareja de una de las integrantes del colectivo.
“Decidimos que el tema de nuestro libro textil iba a ser poesía, pero no cualquier tipo de poesía, sino poesía hecha por mujeres”.
Entre letras y puntadas: poesía de mujeres
La realización del libro comenzó con un proceso de investigación, pues “muchas de ellas nunca habían leído poesía o literatura de ningún tipo”.
Así, empezaron a indagar acerca de poesía y poetisas latinas. Cada una de las participantes escogió una autora de su interés. Mariela, por ejemplo, escogió a Francielina Muchavisoy Becerra, escritora indígena inga, de la Amazonía colombiana.
“La escogí porque es colombiana, es mujer y es indígena” cuenta Mariela. Y agrega: “A mi siempre me ha gustado todo el tema del cuidado del ambiente y por eso escogí su poema Luna, que habla de la tala de árboles, o yo lo interpreté así, y por eso me gustó”.
Además del de Muchavisoy, hay poemas de autoras como Meyra del Mar, Delmira Agustini, María Mercedes Carranza y María de las Estrellas, una poetisa adolescente que falleció a los trece años pero que, para esa edad, ya había publicado varios libros de poesía.
Son nueve los poemas bordados que conforman el libro Entre letras y puntadas: poesía de mujeres. Y, además de bordar, también hubo tiempo para reflexionar acerca de los motivos que cada persona había tenido para escoger su poema y su autora.
Así, por ejemplo, está el poema de Muchavisoy “que reflexiona sobre la tala y la deforestación en la Amazonia colombiana, cómo la Luna llora al ver que el hombre está talando el bosque. En cambio, quien bordó a Delmira Agustini y su poema Ceguera, nos habló sobre la venda que a veces nos ponemos las mujeres frente al amor y específicamente esos amores románticos tóxicos”, comenta Patricia.
Y agrega: “Era encontrar el poema, leerlo juntas, reflexionar sobre lo que nos dice, conocer la vida de la poeta y, luego, plasmarlo bordado”.
La ‘gira’
El libro lo presentaron por primera vez en septiembre del 2021 a través de una transmisión virtual que se hizo con la colectiva Frente Textil y lo expusieron también en la Semana por la Paz en Zapatoca, que organizó Entre Puntadas y Pomarrosas con otros colectivos del municipio.
Luego “el libro se fue de gira”, comenta Patricia.
Inició en Cúcuta, donde compartió exposición en el Museo de Norte de Santander con uno de los libros de la Fundación Moiras. Luego, en noviembre, viajó a España, donde fue recibido por colectivas de ese país como Bordad Malditas, del País Vasco, e Hilos y Territorio, de Barcelona, de donde llegó hace poco. El próximo mes irá a Bucaramanga, a una casa cultural que dirige una amiga de Patricia.
Y aunque en el momento tiene nueve poemas, este año le añadirán aquellos de otras compañeras que no pudieron participar en la primera entrega.
Entre Puntadas y Pomarrosas
Por su trabajo previo en temas de conflicto, Patricia quiso comenzar abordando temas de género y feminismo dentro del grupo, particularmente la importancia de reivindicar las experiencias, derechos, necesidades e intereses de las mujeres.
“En el pueblo la violencia contra las mujeres y las niñas es alta, pero muy poco se habla de ello. Durante la pandemia comenzamos a hacer un diagnostico sobre esas violencias y enviamos nuestros hallazgos vía Whatsapp y correo a la gente del pueblo”, explica.
En ese proceso comenzaron a explorar las experiencias de otros colectivos de trabajo textil en Colombia y otros países del mundo. Así participaron en la elaboración de una manta que propusieron tres colectivos de tejido en Duitama, para pronunciarse en contra de la violencia contra las mujeres que se exacerbó durante la pandemia de la covid-19. Durante agosto, septiembre y octubre se reunieron de manera semanal a bordar.
“En el bordado encontramos un sentido, el bordado para nosotras es un medio y no un fin en sí mismo. Se convirtió en un espacio de encuentro, de tomar conciencia sobre la violencias que sucedían en el país, y también de sanación, porque muchas de las compañeras bordaron lo que a ellas les había sucedido”, dice Patricia.
Además, participaron en la realización del ‘Manifiesto del Brasier y Solocuco’, una iniciativa nacional e internacional en la que bordaron mensajes de mujeres lideresas en Colombia “en calzones y en brasieres, que es la ropa más cercana a nuestra piel y a nuestro cuerpo de mujeres, que ha sido maltratado y construido como objeto de deseo para el otro”.
Además de “bordar las causas”, para este año el colectivo tiene pensado comenzar a contribuir también a la autonomía financiera de sus mujeres, por lo que en estos días están discutiendo sobre la posibilidad de crear un emprendimiento económico que reúna varios oficios textiles.
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