En la reserva comunitaria el Manantial, ubicada en un Florencia, Caquetá, un colectivo de campesinos e indígenas crearon un proyecto de ciencia ciudadana de la mano de una investigadora. Esta iniciativa busca la repoblación de orquídeas en el departamento.
Mary Polanía, quien lleva 23 años viviendo en la reserva El Manantial, cuida de aproximadamente 1.000 orquídeas. Para ello tiene un vivero construido por la comunidad del lugar que, tras una serie de conversaciones y salidas científicas, se convenció del potencial turístico que podría tener el embellecer el municipio plantando estas flores.
La idea terminó convirtiéndose en un proyecto comunitario.
Todo comenzó con la llegada de Tatiana Arias, investigadora del jardín botánico Marie Selby de Sarasota Florida, en Estados Unidos. y miembro de la Sociedad Colombiana de Orquideología, quien visitaba el hogar de paso de Polanía, dentro de la reserva, por unos días. Tras identificar el potencial de la región, la científica convenció a su anfitriona de comenzar a identificar y plantar las flores.
Juntas iniciaron una serie de recorridos por el municipio, que terminó en la identificación de una serie de senderos ideales para la plantación de orquídeas. Posteriormente se unieron cuatro estudiantes a cargo de la científica y, tras observar el éxito de su proyecto, más personas de la comunidad se fueron aliando poco a poco.
“Colombia es el país con más diversidad de orquídeas, con más de 4.600 especies únicas. Desde esa premisa nos lanzamos y encontramos entre 100 y 360 especies en el Caquetá, y eso que no se ha explorado más de la mitad del territorio”, afirma la orquideóloga.
Con esas cifras y el incremento en la participación, lo que siguió fue una serie de capacitaciones a cargo de Tatiana, en las que aprenden a extraer y trasladar orquídeas desde el campo hasta el vivero de Mary.
Ahora que la investigadora no está en Caquetá, las enseñanzas se dan por medio de manuales electrónicos, diseñados teniendo en cuenta las pautas para reconocer distintas especies y los cuidados que requieren.
Ahora, los participantes de la iniciativa organizan mingas comunitarias para hacer caminatas en las que toman fotos que luego quedan consignadas en un espacio digital llamado ‘Orquídeas del Caquetá’. “Es muy bueno saber que tanta gente se está interesando en el proyecto. Mary y yo, por ser de la personalidad que somos, no vamos a dejar caer esto y seguiremos luchando para que sea más grande, qué nota algún día poder tener cultivos de orquídeas donde en este momento hay cultivos de coca, o que dos o tres comunidades puedan vivir de esta planta tan bonita”, cuenta Tatiana.
Es que, como reconoce Mary, la comunidad trabaja día a día para impulsar iniciativas que enriquezcan la reputación del territorio a partir, principalmente, de su riqueza natural.
“La idea es replicar este proyecto, mostrarlo a todo el mundo y como un plus para el turista. Ya hemos ido a otros municipios cercanos y llevamos la iniciativa para que todos tengan estos senderos de orquídeas, que aprendan a cuidarlas, y a cultivarlas, hacerles saber que no tiene necesidad de cultivar coca para salir adelante, nuestro objetivo es que dejen esos cultivos y los reemplacen por estas plantas tan bonitas».
En ese sentido, Tatiana concluye señalando la versatilidad y el valor de las plantas. “Las orquídeas están escasas porque son bonitas y muchas personas se las llevan y las dejan morir, la idea es que sepamos lo importantes que son para el ecosistema”, explica.