Lo que empezó como un homenaje de Leonardo Muñoz a su padre, se convirtió en una iniciativa de prevención a través del deporte. Igualmente, recogen fondos para apoyar a quienes están en tratamiento.
Una mañana, Rubén Darío Muñoz se acercó a su esposa, Omaira Salazar, y le dijo que había soñado que corría. Que iba de un pueblo a otro haciendo deporte, mientras una voz le decía: “Tú eres un trotamundos de Dios”. Desafortunadamente, Rubén no pudo materializar esa idea. El 23 de septiembre de 2016, y luego de 10 meses de diagnóstico, falleció de colagiocarcinoma, un cáncer que hizo metástasis en el hígado, páncreas, pulmones y columna.
Sin embargo, ese sueño quedó resonando en uno de sus dos hijos, Leonardo Muñoz. Motivado por esa anécdota y por una promesa que le hizo Rubén Darío a Omaira en un momento en que su salud parecía mejorar, Leonardo empezó a entrenar en enero de 2018. Lo hizo con la intención de clasificar a la Maratón de Boston, una de las seis grandes maratones del mundo (junto con las de Nueva York, Chicago, Berlín, Londres y Tokio).
Ese esfuerzo personal, que era más un homenaje a su padre Rubén Darío, creció, como dice Leonardo, como una bola de nieve hasta convertirse en la Fundación Run 2 Kill Cancer.
Correr por una causa
Cuando empezó a entrenar, Leonardo, que es diseñador gráfico, hizo una publicación en su cuenta de Instagram en la que explicaba qué estaba haciendo: “Me empezaron a escribir personas que me contaban que habían perdido a alguien por culpa del cáncer y querían hacer lo mismo”.
Lo que se le ocurrió, entonces, fue diseñar lo que sería el logo de la corporación para quienes quisieran publicaran una foto con este. Ese inicio llevó a que se sumaran más personas al movimiento y sugirieron otras ideas como correr con camisetas de la fundación. “Lanzamos una primera colección con telas locales” y eso lo llevó a la siguiente propuesta: usar ese dinero para donárselo a oenegés y hogares de paso para personas con cáncer.
Ese éxito, Leonardo lo atribuye a dos cosas. Primero a que “no hay nada más bonito que correr por una causa. Cuando te das cuenta de que la medalla que te entregan es un mensaje de esperanza, la manera de hacer deporte cambia”.
Y segundo, a esa promesa que Rubén Darío le hizo a Omaira. En una entrevista en 2019, ella, quien es codirectora de la fundación, explicó que su esposo antes de fallecer le decía: “Cuando me alivie, acompañaré a los enfermos de cáncer. Les daré acompañamiento físico y les diré que tengan una actitud positiva”.
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Prevenir el cáncer desde el deporte
En cuatro años, 1.205 personas se han sumado a la fundación, que ha recogido alrededor de $250 millones. Tiene, presencia en Medellín (de donde es oriundo Leonardo), Bogotá, Cali, Cartagena, Barranquilla y Bucaramanga, donde están las siete fundaciones que apoyan: Funicancer, Fundación Rosa Mística, Proyecto Unión, Semillas de Amor, Funvivir, Fundación Reto y Fundación Soñemos.
La fundación tiene iniciativas como ‘Soy padrino de amor’, en la que reúnen recursos para los hogares de paso, lugares habilitados en las ciudades principales del país donde llegan personas para recibir tratamiento contra el cáncer.
Además, en Barranquilla realizan la Triatlón de la Esperanza, y el próximo 15 de febrero, cuando se conmemora el Día Internacional del Cáncer Infantil, lanzarán Kilómetros por Esperanza, “para quienes quieran correr en homenaje a alguien que tenga cáncer”.
Todo este trabajo ha estado enmarcado en los cinco pilares de Run 2 Kill Cancer: el primero es convertirse en una red de prevención; el segundo es serlo utilizando el deporte como un motor para prevenir la enfermedad y el tercero: ser una red de apoyo. El cuarto, recolectar y ejecutar los recursos que donan y el quinto, transformar el dolor en inspiración: “Yo perdí a mi papá y su muerte me transformó. No lo puedo recuperar, pero mando un mensaje de esperanza”, dice Leonardo.
El fundador de Run 2 Kill Cancer concluye con una reflexión: “Correr es un poema físico y cuando lo haces por alguien es muy especial, tiene más sentido ponerse los tenis a las 6 de la mañana”.
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