"Uno de los primeros retos que supone migrar al hidrógeno verde es establecer metodologías que lo hagan una opción rentable, a través de infraestructuras que puedan optimizar el almacenamiento y producción de energías renovables, además de su transporte".
Hoy en día, pensamos en la necesidad de avanzar en la reforestación como una de las apuestas por recuperar la salud de nuestro planeta. Incluso, los gobiernos han fijado metas para sembrar árboles en los territorios, como una forma de recuperar los bosques que se han perdido, pues basta con observar fotos satelitales de los últimos 30 años para darse cuenta de cómo las zonas verdes cada vez son menos debido a las intervenciones del ser humano. Sin embargo, el reto no debe limitarse a generar pulmones verdes, sino que debe ampliarse a la implementación de múltiples estrategias que hoy existen, una de ellas es el hidrógeno como combustible alternativo.
Actualmente, el carbón, el petróleo, entre otros, equivalen al 80% de la demanda de energía primaria en todo el mundo, según las Naciones Unidas, y se calcula que para el 2022 sean los responsables de la emisión de aproximadamente 37,5% de gigatoneladas de dióxido de carbono (Global Carbon Project).
Los gases contaminantes han sido el foco de las discusiones a nivel global —teniendo en cuenta que el cambio climático ya está ocurriendo— y, al respecto, más de 110 países, de los cuales el 65% son los que más generan Gases de Efecto Invernadero (GEI), se han comprometido a alcanzar en 2050 la neutralidad del carbono. El hidrógeno se ha presentado como una respuesta prometedora, por ser una opción ecológica para la generación de energía y como combustible para los automotores.
Hay varios tipos, en función de la sostenibilidad: el hidrógeno gris, que es el más barato, el más común y que se obtiene a partir de combustibles fósiles, por lo cual no es viable ambientalmente; el azul también se obtiene de combustibles fósiles, pero durante su proceso se pueden captar las emisiones de dióxido de carbono, con lo que es más amigable con el medioambiente; por último está el verde, que es cien por ciento limpio, puesto que se produce a través de la electrólisis: un proceso que consiste en la descomposición de las moléculas del agua en oxígeno e hidrógeno. No obstante, un artículo de National Geographic (2022) explicó que la manera actual de extracción es costosa y requiere de mucha energía eléctrica.
Uno de los primeros retos que supone migrar al hidrógeno verde es establecer metodologías que lo hagan una opción rentable, a través de infraestructuras que puedan optimizar el almacenamiento y producción de energías renovables, además de su transporte. La inversión inicial es alta, en términos económicos, pero rentable a mediano y largo plazo en materia ambiental.
Este tema no es ajeno para Colombia. Existen cuatro leyes que han allanado el camino para su uso. La última, la 2169 de 2021, declara de “utilidad pública e interés social los proyectos y/o ejecución de obras para la producción y almacenamiento de hidrógeno verde” y señala la posibilidad de que los prestadores de servicio público de transporte adquieran flota compuesta, en su totalidad, por vehículos eléctricos o de hidrógeno.
Lo anterior no solo implica la pronta puesta en marcha de una alternativa sostenible, sino que las empresas podrían tener alivios tributarios por implementarla. Incluso, empresas como Promigas y Ecopetrol han iniciado pilotos para la generación de energía y combustible a partir de este compuesto, reconociendo que el país tiene las condiciones para lograrlo por la riqueza de recursos naturales, como el agua.
Los expertos han anunciado la inminente llegada de una crisis económica mundial, pero esto no puede ser la disculpa para iniciar los cambios estructurales necesarios para mitigar los efectos del cambio climático y disminuir la emisión de gases contaminantes. ¿O acaso tendremos que esperar hasta el momento en el que ya no haya vuelta atrás para transformar el estilo de vida contemporáneo?
Los puntos donde hoy comercializan gas, gasolina, ACPM, entre otros, podrían ser estaciones de servicio de hidrógeno y mantener su giro ordinario como actividad económica amigable con el medio ambiente. Hace 20 años vimos el furor que causó la llegada de vehículos a gas y hoy hacen parte de la cotidianidad, no es difícil imaginarnos que suceda lo mismo con el hidrógeno verde y que este sea la realidad en el corto plazo o mediano plazo.