Desde la cocina de su casa, Janeth Colmenares, mejor conocida como La mamá de las recetas ha logrado conquistar a miles de personas con sazón, calidez y su forma sencilla de enseñar a cocinar con lo que hay a la mano. Acá, el segundo episodio de Influencia Positiva.
Janeth Colmenares nunca imaginó que las cámaras harían parte de su día a día. De hecho, confiesa que no le gustaban. Fue por insistencia de su hijo, el creador digital conocido como El Borrego, que accedió a aparecer en un video de cocina. Lo que empezó como un acto espontáneo de apoyo familiar, se convirtió en una nueva vocación. “La gente empezó a pedirme recetas, a escribirme con cariño, y mis hijos me dijeron: ‘mamá, le abrimos un canal y se llama La mamá de las recetas’”, recuerda entre risas.
Detrás de su carisma en cámara y de su habilidad para simplificar los platos típicos del país, entre otras preparaciones, está una mujer que ha trabajado toda la vida. Janeth es madre de cuatro hijos y fue emprendedora y dueña de pequeños negocios antes de convertirse en una figura digital. Su amor por la cocina nació desde los ocho años, cuando su madre, una mujer trabajadora, le enseñó los secretos del fogón. “Éramos cinco hermanos y teníamos que ayudarle. Yo miraba todo lo que hacía mi mamá para aprenderle”.
Aunque de joven soñó con ser azafata, el destino la llevó por otros caminos. Se casó temprano, formó una familia y construyó un hogar basado en los valores que heredó de sus padres: honestidad, unión y respeto. Hoy celebra 36 años de matrimonio con el mismo hombre que conoció siendo adolescente, y se siente orgullosa de haber criado hijos que la acompañan y la impulsan en su etapa como creadora.
No todo ha sido fácil. Janeth enfrenta secuelas de salud que marcaron su vida y su proceso en redes. A los 40 años le diagnosticaron un tumor cerebral. Fue una cirugía difícil, con consecuencias físicas como la pérdida de audición en un oído y una parálisis facial. “Fue duro al principio. Me daba pena mostrarme en cámara. Pensaba en lo que dirían de mi rostro”, confiesa. Pero sus hijos la ayudaron a mirar más allá. “Me decían: ‘mamá, usted está viva, eso es lo importante’”.

Hoy, lejos de esconderse, Janeth se ha convertido en una inspiración para muchos. Aunque algunos comentarios en redes sociales pueden ser crueles, ella ha aprendido a enfrentarlos con humor y fortaleza. “A mí me dicen de todo, pero ya me río. Lo bonito es que muchas personas me defienden y me escriben cosas muy lindas. Me dicen que les recuerdo a sus mamás, a sus abuelitas. Eso me llena el corazón”.
Jóvenes universitarios, madres, adultos mayores y hasta niños la siguen, no solo para aprender a cocinar, sino también para escucharla. Sus consejos, su paciencia y su estilo maternal han hecho que muchos la llamen “la suegra de Colombia”.
Para Janeth, lo más valioso de su contenido es la posibilidad de conectar con la gente y motivarlos a ser independientes en la cocina. “No todo puede ser pedir domicilio. Yo quiero que aprendan a preparar algo rico con lo que hay en la nevera. Cocinar también es un acto de amor y de creatividad”. Por eso, planea seguir creciendo. Entre sus metas está lanzar su propio libro de recetas, montar un estudio de grabación en su casa y continuar enseñando a través de las plataformas digitales.
Lejos de que su vida en redes haya interferido con su rol de madre, asegura que el contenido que crea ha fortalecido la unión familiar. Todos en casa trabajan juntos: graban, editan, apoyan. “Mi esposo ha sido mi bastón, mis hijos están ahí siempre. Todos somos un equipo”, afirma con orgullo.
Y es precisamente ese ambiente familiar el que ha permitido que su mensaje llegue tan profundo. Porque más allá de enseñar a preparar arroz con pollo o una sopa de costilla, Janeth representa la fuerza de las mujeres que reinventan su camino, que vencen el miedo a las cámaras, a los juicios, y que se atreven a decir: “yo también puedo”. Su historia, marcada por la resiliencia, la maternidad, el amor por la cocina y el servicio a los demás, es una verdadera muestra de influencia positiva.
“Por más discapacidad que uno tenga, lo importante es la disposición”, dice. “No hay que tener pena, hay que salir adelante. Si quieres ser el mejor en lo que haces, hazlo con amor. Eso es lo que yo quiero que la gente vea en mí”.
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