Las huertas comunitarias en la colina de Siloé, en Cali, han cambiado la imagen de la comuna y han generado nuevas oportunidades para los jóvenes que buscan transformar el barrio.
Maíz, frijol, lechuga y tomate son algunos de los insumos que se pueden encontrar en la huerta comunitaria de Siloé.
Todos estos productos son de autoconsumo y, con ellos, se busca asegurar una buena alimentación entre quienes viven en la comuna 20 de Cali.
En la siembra y el cuidado de estos espacios participan adultos mayores, niños y adolescentes, convirtiendo la huerta en un lugar que acoge a toda la familia, brinda un sitio seguro donde la comunidad habla y debate sobre la situación del barrio o del país y ayuda a formar tejido social, como dice José Mauricio Ledesma, líder comunitario en temas ambientales y agricultura urbana de la comuna 20 .
Estos cultivos han transformado a la sociedad, según ha podido comprobarlo Ledesma y, además, empoderado a los más jóvenes, según lo que ha visto Kevin Estiven Cruz, director de Semilla Siloé e integrante del proceso de estas huertas comunitarias.
Por ejemplo, Ledesma cuenta que los jóvenes de la comuna que eran consumidores o que solo tenían en mente el robar o la violencia, ahora desean sembrar en la huerta y participar de escenarios donde se pueda construir y transformar al barrio.
Para él esto ocurre, porque “una persona en una situación vulnerable, ya sea por violencia, drogadicción u otra cosa, puede encontrar en las huertas un espacio que le permita cambiar el chip de la violencia por uno en el que se construya vida y se proyecte”.
Por su parte, los niños de la Comuna 20 ya no solo piensan en jugar lleva o escondite; gracias a la huerta “se han empoderado”, según dice Cruz, y ven su barrio con ojos diferentes.
“Le apuestan a desyerbar la huerta, a pintar los muros a su alrededor (para embellecer la zona) o a hacer ‘botellitas de amor’ para reciclar, ya que a través de lo de los cultivos comunitarios también se enseña sobre reciclaje, conocimiento que deseamos dejar a los niños”, recuenta Cruz.
Al resto de los vecinos de Siloé, estas huertas urbanas les ha enseñado sobre la paciencia, la perseverancia, el cuidado del medioambiente y la importancia del empoderamiento.
Hay productos en un cultivo que se demoran en germinar, como un tomate o una cebolla, pero “cuando usamos en las ollas comunitarias ese cilantro trabajado por todos, sentimos que valió mucho la pena haber trabajado la huerta, porque al final nos vemos beneficiados”, dice Cruz.
Los habitantes de la Comuna 20 se están alimentando del trabajo que realizan juntos, de lo que construyen y a futuro tanto Cruz como Ledesma esperan que más personas se acerquen a la huerta y aporten para tener una soberanía alimentaria.
“Soñamos con que el sector esté cada vez más verde, pero hay que cuidarlo como un hijo: echarle agua, abono, desyerbar, incentivar que el vecino recoja los excrementos de su mascota con una bolsa”, recalca Cruz.
“Es muy importante preservar estos escenarios, porque esta sabiduría la tenemos que pasar a nuestros los jóvenes y niños que van hacia el futuro. Darles ese conocimiento de la siembra, del acercamiento de la planta con el ser humano que es muy importante”, considera Ledesma.
Sembrando un nuevo futuro
Cuando las medidas de salubridad para contener la pandemia mundial del Covid-19 encerraron a las personas de Siloé en sus casas, el trabajo informal que les generaba suficientes ingresos para sostenerse fue reemplazado por una gran inestabilidad económica, que les impedía conseguir alimento.
A raíz de esta problemática, Cruz empezó a crear puentes con organizaciones que se encontraban fuera de la Comuna para que los ayudaran a pasar por esos tiempos.
Cuando las medidas de aislamiento se volvieron cada vez menos fuertes y y era posible salir más, Cruz, junto a otras personas, identificó que la comuna tenía numerosas zonas verdes en las que se podrían construir huertas comunitarias, para sembrar en ellas los insumos necesarios para continuar con las ollas públicas.
“Voluntarios de la Universidad del Valle y amigos del Cauca, que tienen mucho más conocimiento sobre la Madre Tierra, vinieron en medio de la pandemia, para acompañaron en todo el proceso de convertir a nuestras zonas verdes en espacios de vida”, cuenta Cruz.
Otro momento clave para las huertas comunitarias se dio en medio del paro nacional, porque nuevos líderes, más jóvenes, que tenían ganas de ver bien a su territorio y sus espacios, empezaron a ayudar a las organizaciones que estaban liderando este proyecto.
“Muchos jóvenes en este momento lideran procesos de huertas en la Comuna 20 no es solamente en Lleras, sino en los 11 barrios que hay en la Comuna 20. Ya todos tienen huertas”, comenta Cruz.
Y concluye, “esto es algo muy emocionante, porque los jóvenes que de pronto antes no sabían ni que significaba el liderar un proceso, ahora han realizado un diplomado con la Universidad del Valle sobre el tema de huertas y Eco barrios y se han educado para saber cómo se siembra y cómo se le brindan vitaminas al suelo, para que el abono sea lo más orgánico y natural para los alimentos”.