En 2010 se creó la Red Interétnica de Parteras y Parteros del Chocó con el objetivo de garantizar las mejores condiciones a las mujeres gestantes en el momento del parto.
De 39 parteras y parteros en 2010, a 1050 en 2021. Ese es el número de asociados que hay actualmente en la Red Interétnica de Parteras y Parteros del Chocó (Rediparchocó), una asociación que busca reunir a las personas que se dedican a este oficio en el departamento.
El de la partería no es un oficio menor. Por las condiciones geográficas, pero también por las circunstancias sociales y las dinámicas del conflicto armado (que ha tenido una afectación histórica en la región), se ha convertido en un tema clave para garantizar que las mujeres gestantes no corran riesgos al momento del parto.
Solo entre enero y noviembre 2020, y a pesar de las restricciones por la covid-19, los miembros de Rediparchocó atendieron 584 nacimientos. El acumulado de 2010 a 2020 es de 15.722 nacimientos.
Para qué una red de parteras
Ante la importancia que ha tenido este oficio históricamente, Manuela Mosquera, que es enfermera y especialista en Desarrollo Sociocomunitario de la Universidad Tecnológica del Chocó, creó en 2010 la red. Fue un esfuerzo que logró con el apoyo de 39 parteras y parteros.
La idea era clara: que la red fuera un “espacio para el intercambio de conocimientos interculturales, desde el quehacer de la partería en el Chocó, y del manejo y la atención responsables a las gestantes antes y después del parto”. Además, que en ese intercambio se adquirieran nuevos conocimientos, siempre “respetando la diferencia de etnias y roles dentro de sus colectividades”.
Rediparchocó inició con parteras y parteros de nueve municipios chocoanos: Quibdó, Carmen de Atrato, Rioquito, Nóvita, Sipí, Tadó, Istmina, Medio San Juan y Litoral del San Juan. En la actualidad, esa presencia se expande a las cinco subregiones del departamento (Atrato, Darién, San Juan, Pacífico Norte y Pacífico Sur).
Sin embargo, la unión de quienes practican este oficio también ha develado las dificultades a las que se enfrentan diariamente. “La mayoría de las 1050 parteras y parteros realizan su oficio en contextos de alta dispersión poblacional, donde hay dificultades para la movilidad debido a los escasos ingresos económicos y el orden público, a lo que se ha sumado la emergencia en salud global”, cuenta Manuela.
A partir de esta realidad, empezaron a realizar encuentros con las parteras. Y en el diagnóstico se hallaron varios retos, como que “muchas de las parteras desconocen algunos factores de riesgo, no conocen las rutas de atención, ni las organizaciones e instituciones que deben ser alertadas en caso de que se presente una complicación en una gestante o en un recién nacido”.
Con eso en mente, desde la red se iniciaron procesos de formación, pero no solo para ellos sino también para entidades y profesionales de la salud en el departamento con la intención de que “entiendan la importancia de cada uno, por cuanto son aliados y no rivales”, señala Manuela. Además, comenzaron campañas para que quienes se dedican a la partería hagan acompañamiento a la mujer antes, durante y después de la gestación, así como a los recién nacidos hasta los cinco años.
Parteras, asistentes del milagro de la vida
En muchas de las comunidades chocoanas (indígenas, afrodescendientes y mestizas), una partera es más que eso: se dedican a cultivar plantas medicinales, son agricultoras, mineras e, incluso, auxiliares empíricas en salud cuando la situación lo requiere. Son las matronas de sus comunidades, conocidas como las ‘asistentes del milagro de la vida’.
“En algunos municipios, las parteras se mueven como pez en el agua por sus múltiples labores y oficios”, cuenta Manuela, y añade que ellas se encargan, por ejemplo, de conocer y entender la cosmovisión de cada comunidad. Además, tienen claro el censo de la localidad y son reconocidas como “sabedoras en salud y en la prevención de enfermedades”.
Es el caso de Francisca Córdoba, una mujer de 35 años nacida en Bagadó, pero que actualmente vive en Istmina, quien cuenta que se convirtió en partera porque aprendió el oficio de su abuela. “Me escondía para aprender a partear. Desde pequeña decía que quería ser partera cuando fuera grande”, relata.
Al casarse, siguió aprendiendo de su suegro, quien se dedicaba a lo mismo: “La partería viene de nuestros ancestros, y a muchas mujeres no les gusta tener partos en los hospitales, porque allí no tendrán la paciencia para realizar el proceso”, asegura.
Sobre el impacto de Rediparchocó en la forma en la que hace su oficio, cuenta que “antes no le prestaba atención a que las mujeres se hicieran el control. Hoy por hoy, con las capacitaciones que nos han dictado, yo a la mujer que no tenga control natal, no la atiendo porque uno no sabe qué hay detrás de ese embarazo”. Anualmente, Francisca atiende alrededor de unos 250 partos.