La Ruta de la Esperanza es un proyecto de turismo comunitario en Ciudad Bolívar que busca acabar con los estigmas y permitir que sus habitantes cuenten desde adentro cómo es en realidad.
«Ciudad Bolívar no es como la pintan, sino como la pintamos nosotros». Ese es el lema de Ruta de la Esperanza, un proyecto turístico que nació en el 2018 como uno de los procesos de la Fundación Nugesi 21, que fundó y dirige Carlos Menjura, habitante de la localidad desde hace 30 años y líder comunitario desde hace 20.
La creación de la ruta turística fue un proceso inesperado. La propuesta surgió de un australiano que llegó al territorio a través de un programa de voluntariado que ofrecía Nugesi 21, pero no tuvo buena acogida.
“Nosotros no queríamos que las personas siguieran viniendo a la localidad a ‘manosear’ el territorio, a tomarse fotos con los niños y mostrarlos en harapos diciendo que eso es lo único que hay, no queríamos más ‘pornomiseria’ y sentíamos que el turismo podía seguir con esa tendencia”, cuenta Carlos.
Aun así, comenzaron a explorar la posibilidad de crear un proyecto, precisamente para poder combatir ese estigma y esa imagen que se ha construido, desde afuera y por personas ajenas a las dinámicas de la localidad.
De allí, entonces, comenzó una etapa de investigación de experiencias como la de la comuna 13 en Medellín y algunas favelas en Brasil, “y vimos que el turismo comunitario podía ser una buena herramienta para fortalecer los procesos sociales y los emprendimientos de las comunidades locales”.
Así, y luego de una serie de reuniones con las organizaciones del territorio, decidieron que el proyecto debía tener un propósito en particular: contar la experiencia de quienes habitan la localidad a través de una serie de recorridos.
De ahí, entonces, su nombre: Ruta de la Esperanza.
“Ciudad Bolívar es muy diferente a como la pintan los medios, las personas y ese lenguaje de estigma que hay siempre a su alrededor. Ciudad Bolívar no es como la pintan, sino como la pintamos nosotros: a través de la cultura, el arte, la comunidad”.
4 recorridos para descubrir la verdadera Ciudad Bolívar
‘Ruta de la esperanza’ cuenta con cuatro recorridos: Caminando Ando, Memorias Culturales, Desde el Territorio y Zona Rural.
Por un lado, está ‘Caminando Ando’, que comienza en el Portal Tunal, donde los grupos de turistas son recibidos por los guías, todos personas locales. Buena parte de ellos son madres cabeza de familia o jóvenes “que han sobrevivido y resistido” y que a través de sus historias cuentan también la de la localidad.
Desde allí se toma el Transmicable y, durante su recorrido, los guías van contando lo que es Ciudad Bolívar, su geografía, su composición poblacional y su historia desde que era territorio muisca hasta la actualidad. Además, se habla de cómo la autoconstrucción ha sido protagonista, es decir, de la manera en que la comunidad ha tenido una participación activa en la creación de los barrios, forjando estrechos lazos sociales.
Todo eso hasta llegar a la última estación del cable, El Mirador del Paraíso, donde se realiza un recorrido, guiado por artistas locales, por la Calle del Color, un punto reconocido por la cantidad de arte urbano. Además se hace una visita guiada al Museo de la Ciudad Autoconstruida y una parada en el mirador que hay en la parte delantera de la estación del Transmicable, desde donde se puede ver una buena parte de Bogotá.
El segundo recorrido, Memorias Culturales, se centra en la experiencia de los artistas locales y en el desarrollo cultural del territorio.
A lo largo del recorrido los guías comparten una serie de frases y expresiones representativas de la localidad que luego, al final del recorrido, los asistentes usan para grabar algunos versos en el estudio de un artista local. Esa interpretación se convierte en un ‘souvenir’ del recorrido.
La tercera ruta se llama Desde el Territorio y su objetivo fundamental es compartir la experiencia de Ciudad Bolívar desde la cotidianidad de las personas, por ejemplo, a través de juegos de tejo, rana o un partido de microfútbol en alguna de las canchas que abundan en los barrios y son sedes frecuentes de torneos de ‘micro’.
“Con eso queremos mostrar cómo desde el tejido social, desde las ollas comunitarias, los procesos de educación popular, procesos sociales y culturales, se construye comunidad. Cómo desde lo más básico, un sancocho, se puede construir comunidad”, cuenta Carlos.
Por último, el cuarto recorrido, Zona Rural, es una ruta por una de las áreas rurales más grandes que tiene Bogotá y que se encuentra en la localidad de Ciudad Bolívar. Durante esta ruta se recorren lugares como la vereda Quiba Baja y se conocen las prácticas campesinas que persisten en la ruralidad bogotana.
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La idea, claro, no es querer ‘tapar el sol con un dedo’, pues Carlos reconoce que la localidad tiene varios y muy profundos problemas. Sin embargo, dice que también es fundamental dar a conocer cómo las personas resisten a ellos y logran articularse para crear proyectos de gran relevancia como este.
Reconfigurar narrativas y dinamizar la economía
Durante sus primeros meses, fue difícil acostumbrar a la población local a ver turistas tomando fotos y sacando selfies, porque en las experiencias que habían tenido antes esas visitas siempre terminaban por perpetuar una imagen negativa de Ciudad Bolívar y su población.
“Para qué van a traer a esa gente acá a que nos sigan pisoteando, para que nos sigan estigmatizando y sigan diciendo lo peor de nosotros”, le reclamaban a Carlos en su comunidad.
Sin embargo, gracias a un proceso de diálogo, recordando siempre el lema de que Ciudad Bolívar no es como la pintan afuera, sino como la hacen los locales, las personas comenzaron a ver el potencial y las posibilidades que se podían desprender de un proyecto como ese, no solo en términos de reconfiguración de la narrativa, sino en cosas más prácticas como las oportunidades económicas del flujo de turistas.
Hoy, y gracias a que cada semana la Ruta de la Esperanza recibe alrededor de 800 turistas de diversas partes de la ciudad, del país y del mundo, han surgido múltiples emprendimientos gastronómicos, de bisutería y de artesanías, entre otros.
“Ciudad Bolívar es un territorio de liderazgo, de procesos sociales y comunitarios, y eso es lo que queremos mostrar. Queremos que la gente que venga a visitarnos se vaya con un imaginario diferente y que se conviertan en embajadores de Ciudad Bolívar”, concluye Carlos.
Si usted está interesado en hacer alguno de los recorridos, puede contactar al equipo de ‘Ruta de la Esperanza’ a través de su página web, donde podrá realizar la reserva directamente; su página de Instagram o a través del número 321 2853286.