En cinco paradas, que atraviesan Cundinamarca y Bogotá, conéctese con el pasado de la región y descubra la historia de los muiscas.
Primera parada: Pasca, Cundinamarca
Pasca queda a unos 20 minutos en carro de Fusagasugá. Allí se encuentra el Museo Arqueológico de Pasca Jaime Hincapié Santamaría, “un lugar con una de las colecciones arqueológicas más interesantes del país”, dice Carl Langebaek, arqueólogo colombiano y profesor del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes.
Este museo lleva su nombre en honor al padre Jaime Hincapié Santamaría, un paisa que además de ser reconocido por su obra social en Pasca es famoso por encontrar la famosa Balsa de Oro Muisca, que está expuesta en el Museo del Oro, en Bogotá.
“A diferencia de lo que la mayoría de personas creen, la Balsa de Oro no la descubrieron en la Laguna de Guatavita. Fue encontrada en Pasca y no es una sorpresa que haya sido así. Es muy probable que la zona sur de la Sabana de Bogotá haya tenido un poblamiento muisca prehispánico mucho más grande que el centro y el norte”, dice Langebaek.
“Desde que el padre encontró la Balsa, se obsesionó con armar una gran colección arqueológica, que hoy está expuesta en el museo de este municipio”, continúa el arqueólogo.
En parte, el éxito de esta colección se debe a que el padre Hincapié contó con la ayuda de los habitantes de Pasca. Cuando las personas encontraban tiestos u objetos que podían ser de interés arqueológico se las intercambiaban al padre usualmente por café.
Así fue como dos campesinos encontraron en las afueras del municipio la Balsa de Oro dentro de una vasija de cerámica, según cuenta Gabriel Cock Hincapié, sobrino del sacerdote.
Segunda parada: Soacha, Cundinamarca
Viajando hacia el norte de Pasca, a una hora y media se encuentra ‘La ciudad del dios varón’, esa es la traducción del nombre chibcha que recibió Soacha.
En este municipio está ubicado el Salto del Tequendama, que puede ser apreciado desde la Casa Museo que se construyó en los años 20 y fue durante décadas un hotel.
Según la leyenda muisca, luego de que un gran diluvio inundara toda la Sabana de Bogotá, el dios Bochica golpeó con un bastón un muro de piedras para que el agua escapara. Las piedras se separaron como arena y así nació el Salto del Tequendama.
Además de ser el epicentro de una de las leyendas más importantes del pueblo muisca, los visitantes del Salto pueden disfrutar de uno de los paisajes icónicos de la Sabana de Bogotá: una imponente cascada de 139 metros de altura.
Tercera parada: Bogotá
De Soacha se llega a la capital es una parada obligada para visitar dos de los más grandes museos que narran la historia y las leyendas de los muiscas.
El Museo del Oro es uno de ellos. Ubicado en el centro histórico de la ciudad.
Cuenta con alrededor de 34.000 objetos de orfebrería y 20.000 en otros materiales. Además, las piezas que más se destacan en el museo son el Poporo Quimbaya y la famosa Balsa de Oro Muisca.
El otro museo es el Parque Arqueológico de Usme, ubicado al sur de la ciudad. Es un sitio de interés cultural donde los visitantes podrán encontrar una necrópolis hallada en la Hacienda el Carmen. El lugar es una representación de la historia de este territorio, ya que muestra tanto el pasado indígena en los sitios arqueológicos como la llegada de los españoles en la arquitectura de la Hacienda.
El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural realiza regularmente recorridos y actividades en el predio, los cuales se reactivarán en enero de 2022. Mientras tanto, allí se construirá un parque que se tiene proyectado inaugurar a principios de 2023.
Cuarta parada: Sesquilé, Cundinamarca
A aproximadamente una hora de Bogotá se encuentra Sesquilé. En este lugar se encontraba uno de los asentamientos muiscas más importantes de su momento. Fue uno de los 11 poblados que conformaban el ‘clan’ de Guatavita y un centro minero para sal durante la colonia.
Al oriente del municipio está ubicado el Cabildo Muisca, donde un grupo de indígenas preservan tradiciones de sus antepasados. El Cabildo abre sus puertas para que turistas los visiten y aprendan de cerca lo que significa ser un muisca en el siglo XXI.
Es un plan recomendado para las personas que quieren aprender más sobre la cultura muisca, más allá de los museos, a través de la tradición oral de la comunidad.
Quinta parada: Laguna de Guatavita, Cundinamarca
Esta ruta concluye en el epicentro de la Leyenda de El Dorado, que queda a unos 40 minutos de Sesquilé.
La Laguna de Guatavita es el principal atractivo turístico del municipio. Su historia impactó a los españoles durante la colonia, a los cronistas y viajeros en el siglo XIX y atrae a un gran número de turistas que buscan una experiencia contemplativa marcada por la leyenda.
Según los relatos contados entre los conquistadores, los caciques se bañaban en oro y arrojaban ofrendas hechas de ese mismo mineral al fondo de la laguna.
Esta leyenda ha despertado a lo largo de los años la fiebre de muchos por encontrar oro en los alrededores del lugar. De hecho, los arqueólogos que han estudiado la zona han encontrado que en efecto la laguna era un lugar sagrado para los muiscas.