Una ruta para revivir los tiempos de la independencia sin salir de Bogotá

Aunque gran parte de la Ruta Libertadora atraviesa distintos departamentos del país, estas cinco paradas en la capital también le permitirán seguir las huellas de la historia independentista.

Próceres como Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander dejaron a su paso relatos que nos muestran cómo se vivió el agitado inicio del siglo XIX en el entonces llamado Virreinato de la Nueva Granada

Esos relatos aún viven en edificaciones, museos, plazas y otros lugares. Y, aunque muchos de ellos se encuentran distribuidos por distintos rincones del país, como el Puente de Boyacá o los monumentos a Santander y Bolívar en Tame, Arauca, Bogotá tiene varios puntos donde se puede revivir la historia independentista

Estos cinco se destacan por ofrecer colecciones museográficas interesantes o por estar rodeados de curiosidades alrededor de los próceres de la patria. Conózcalos.

Museo Santa Clara y Museo Colonial

El Museo Colonial fue la sede del primer Congreso de la república. / FOTO: Museo Colonial

Ubicados en el centro histórico de Bogotá, estos dos museos, que están conectados, son una primera parada ideal para entender los antecedentes que dieron lugar a la lucha por la independencia.  

El Museo Colonial está ubicado en el antiguo Claustro de las Aulas y el Museo Santa Clara era anteriormente el Real Monasterio de Santa Clara, ambos construidos durante la primera mitad del siglo XVII. En este lugar sesionó el Congreso de la República en sus primeros años, además de haber sido la sede del Museo Nacional y la Biblioteca Nacional

Dentro de ambas edificaciones históricas pude recorrerse la historia previa a la independencia de la ‘Gran Colombia’, gracias a colecciones curadas específicamente para aprender sobre las reformas borbónicas, la organización de los pueblos indígenas, su relación con el imperio español y el rol que tuvo la esclavitud en la economía nacional. Todos estos elementos se convirtieron en factores relevantes para criollos ilustrados como Simón Bolívar o Antonio Nariño. 

Ambos museos abren de 9:00 a. m. a 5:00 p. m de martes a domingo. La entrada para adultos tiene un costo de 3.000 pesos. 

Quinta de Bolívar

Quinta de Bolívar. / FOTO: Felipe Restrepo Acosta
En la Quinta de Bolívar hay cipreses y cedros considerados árboles patrimoniales. / FOTO: Felipe Restrepo Acosta

Una de las casas más interesantes en Bogotá y directamente ligada con la independencia de Colombia. Ubicada en los límites del cerro de Monserrate y la Universidad de los Andes, esta casona fue propiedad del libertador Simón Bolívar por diez años, aunque vivió en ella solamente 423 días. 

Bolívar se mudó a esta quinta en 1821, antes de iniciar su campaña militar por la independencia de Venezuela. Aunque vivía ahí esporádicamente,  en este lugar presenció momentos muy importantes como la instauración de la Gran Colombia y fracasos políticos como la Convención de Ocaña. También habitó la casa cuando se posesionó como presidente 1826. 

La Quinta es testigo tanto de los momentos felices que Bolívar vivió junto a su consejera y presunta amante Manuelita Saenz, y de los momentos más duros como cuando se refugió allí tras el atentado que vivió en septiembre de 1828. 

Hoy, en esta casa, está expuesta la legendaria espada de Simón Bolívar que fue robada por el M-19 en 1974, además de otros objetos que utilizó el libertador junto con los demás habitantes de la casa. Además, la Quinta es el hogar de uno de los árboles más antiguos de Bogotá, un ciprés que según registros fue sembrado por el mismo Bolívar. 

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El Museo Quinta de Bolívar abre todas las semanas de martes a domingo. Los niños menores de cinco años y los adultos mayores de 60 no deben pagar entrada, mientras que los adultos mayores de 18 pagan la tarifa más alta que equivale a 3.000 pesos. La entrada los domingos es gratis.

Claustro del Rosario

La Universidad del Rosario fue el alma mater y la cárcel del Sabio Caldas. / FOTO: Andrés Jaramillo
La Universidad del Rosario fue el alma mater y la cárcel del Sabio Caldas. / FOTO: Andrés Jaramillo

Sin duda el Claustro de la Universidad del Rosario es uno de los lugares más cargados de historia en el país. Su construcción comenzó en 1653, y desde entonces este espacio vio pasar distintos sucesos históricos a lo largo del periodo colonial, el republicano temprano y todo el siglo XX. 

Sin embargo, en medio de las guerras por la independencia, en 1816 el Claustro fue convertido en una cárcel por el General Pablo Morillo, uno de los españoles que habían sido encomendados con la misión de recobrar el control sobre las colonias perdidas.  

Allí fueron recluidos y posiblemente torturados próceres reconocidos como Antonio Nariño y Francisco José de Caldas, conocido como el Sabio Caldas

Caldas, quien se había educado en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, fue arrestado y recluido allí hasta el 28 de octubre de 1816. Fue ejecutado públicamente en la Plaza de San Francisco. 

Su mítica reclusión, además de dejar registros escritos, dejó registros en los edificios del Claustro que al día de hoy pueden verse. El más célebre dentro de la comunidad rosarista es el símbolo Theta (θ) que el Sabio habría presuntamente dibujado en un punto de las escaleras principales, el día en que las bajó por última vez antes de encontrarse con los fusiles de la plaza

Una de las teorías que circula sobre ese símbolo es que fue la forma en la que Caldas se despidió de su alma mater, aunque según la Universidad del Rosario, pudo haber escrito ese símbolo por ser la a letra con la que inicia la palabra ‘Tánatos’, que significa muerte, y sería «una denuncia a la posteridad de su paso y trágico fin sobre la faz de la tierra”.  

También se ha llegado a señalar que debido a la trayectoria científica de Caldas, este plasmó su interés en la astronomía con este símbolo, que “es una representación de la estrella Theta Antínoo, estrella que Caldas siempre buscó y que dejó como legado de su obra”, según lo menciona la universidad en su página web. 

Aunque el Claustro es un lugar de acceso privado, el Museo de la Universidad del Rosario ofrece recorridos virtuales y presenciales que duran entre 40 minutos y una hora. Para acceder a ellos debe escribir a visitasguiadas@urosario.edu.co 

Plaza de Bolívar

En la Plaza de Bolívar, antes Plaza de la Constitución, se congregó la Junta Suprema de Santafé para declarar la independencia el 20 de julio de 1810. / FOTO: Shutterstock
En la Plaza de Bolívar, antes Plaza de la Constitución, se congregó la Junta Suprema de Santafé para declarar la independencia el 20 de julio de 1810. / FOTO: Shutterstock

Desde que los españoles fundaron Bogotá en 1538, la plaza central ha sido testigo de distintas etapas de la vida nacional. Antes de la independencia, los santafereños la conocían como ‘Plaza Mayor’. 

Luego de ganar la guerra contra España, y de que se conformara la Gran Colombia, la plaza cambió de nombre a ‘Plaza de la Constitución’. Fue solo hasta el 20 de julio de 1846 que oficialmente cambió su nombre a ‘Plaza de Bolívar’, en homenaje al libertador y a la, en ese entonces, nueva estatua de bronce con su figura.  

No solo su nombre lleva la historia de la independencia, también los edificios que la rodean. En primer lugar, la Catedral Primada que todavía se encuentra en pie y abierta al público, inició su construcción en 1807, cuatro años antes del primer grito de independencia de la ciudad. 

Fue también allí, específicamente en el lugar donde hoy se encuentra el Palacio Liévano, la sede de la Alcaldía Mayor de Bogotá, que se firmó el Acta de Independencia de Colombia por los miembros de la Junta Suprema de Santafé el 20 de julio de 1810

Además, en la esquina de la Carrera séptima con Calle 11, se encuentra el icónico edificio de la Casa del Florero, el lugar que dio lugar al mito fundacional de la independencia colombiana.

Casa del Florero

En esta casa se dice que estalló el grito de la independencia el 20 de julio de 1810. / FOTO: Museo de la Independencia
En esta casa se dice que estalló el grito de la independencia el 20 de julio de 1810. / FOTO: Museo de la Independencia

El 20 de julio de 1810, José González Llorente se negó a prestar un florero que se utilizaría en homenaje al quiteño Antonio Villavicencio. Supuestamente Llorente, como le decían en la época por la tradición española de referirse a las personas por su segundo apellido, ofendió a los criollos al hablar mal de las personas nacidas en América, lo que desató la gran revuelta del 20 de julio que dio lugar al grito de independencia. 

Así describió los sucesos de aquel día el criollo José Acevedo y Gómez: “ayer veinte fueron a prestar un ramillete a don José González Llorente para el refresco de Villavicencio, a eso de las once y media del día, en su tienda en la primera Calle Real, y dijo que no lo daba; y que se c… en Villavicencio y en todos los americanos; al momento que pronunció estas palabras le cayeron los Morales, padre e hijo; se juntó tanto pueblo que, si no se refugia en casa de Marroquín, lo matan”. 

Se presume que esta casa de estilo andaluz fue construida desde el periodo colonial, lo que la hace una de las más antiguas de la capital. Hoy es un museo dedicado a la historia de la independencia de Colombia que abre de martes a domingo entre las 9:00 de la mañana y las 5:00 de la tarde. 

El ingreso para niños menores de cinco años y adultos mayores de 60 es gratuito, y la tarifa para adultos mayores de 18 es de 3.000 pesos. 

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