Preguntándose por las transformaciones culturales del pueblo Curripaco, a raíz de la interacción con Occidente, Dessy Avaristo busca crear políticas para la creación de escuelas etnoeducativas que preserven los elementos autóctonos de su comunidad.
Nativa del río Guanía, Dessy pertenece al pueblo indígena curripaco, que habita las selvas del departamento del Guanía y el Estado de Amazonas, en Venezuela. Fue en ese país que hizo toda su carrera educativa.
Cuenta que allá, más específicamente en San Carlos de Río Negro, la llevaron los misioneros anglicanos que frecuentaban su comunidad para inscribirla en un colegio.
Cuando terminó su primaria se mudó a San Fardando de Atabapo, donde realizó su bachillerato y después comenzó a estudiar su pregrado en Educación Integral. Y aunque hoy dice que eso era lo que quería estudiar y agradece haber entrado al camino de la educación, lo cierto es que al momento de ingresar a la carrera no había otra opción.
“Eso fue lo que ofreció la universidad, no había oportunidad de elegir y uno tenía que aprovechar las oportunidades: es lo que llega o no es. Acá en la Amazonía tenemos poco acceso al campo universitario”, comenta Dessy.
En la Universidad Pedagógica Experimental Los Libertadores, sede de Puerto Ayacucho, a donde tenía que ir los fines de semana en canoa, hizo una maestría en Educación y luego un doctorado en Ciencia de la Educación en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos, en San Juan de los Morros, también en Venezuela.
Hoy es investigadora independiente adscrita la red de investigadoras del capítulo colombiano de la Organización para las Mujeres en la Ciencia en el Mundo en Desarrollo (OWSD), que pertenece a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco.
Sus investigaciones
Desde que comenzó su carrera, y motivada por sus raíces indígenas, ha investigado la relación que ha tenido el incesante contrapunteo que se ha dado entre las costumbres y la cultura indígena del pueblo curripaco y las occidentales.
Lo anterior, enfocado en un ámbito educativo: “Mi investigación es en función de lo que es la educación transcultural, o etnoeducación. Tiene el objetivo de visibilizar cómo se ha venido transculturalizando nuestra idiosincrasia como indígenas curripaco”.
Fue el escritor cubano Fernando Ortiz quien por primera vez habló de ‘transculturación’ y lo hizo en su libro ‘Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar’ para referirse al proceso en el que dos culturas se encuentran para formar una nueva, alimentándose de elementos de ambas originarias.
Así, lo que investiga Dessy es la manera en que la cultura occidental y la indígena curripaco se han articulado para producir una serie de nuevos usos y costumbres, lo cual, inevitablemente, implica la desaparición, o por lo menos la transformación, de viejas prácticas originarias.
Y es que Dessy, desde que estaba en el colegio en Venezuela comenzó a darse cuenta de que la educación que se le impartía era muy distinta a aquella tradicional que había recibido en su comunidad, una educación completamente alejada de su contexto y de sus tradiciones.
De esa manera, en su doctorado empezó a preguntarse por esas transformaciones desde paradigmas como la fenomenología, el positivismo lógico y el conductismo, y a partir de ellos comenzó a analizar distintos ámbitos de la cotidianidad del pueblo curripaco como su relación con el territorio, sus conductas y sus oficios.
Todo eso, enmarcado dentro del enfoque del Paradigma Integral Holónico, que, básicamente, se refiere al estudio de un objeto en su totalidad, a través de sus partes. “Así como una gota de sangre habla de un cuerpo”, dice Dessy.
Las conclusiones
Por un lado, explica Dessy, a partir de su investigación se ha dado cuenta de que entre los jóvenes de 15 a 25 años hay un gran desarraigo cultural en lo que a la cosmovisión del pueblo se refiere. Por ejemplo, dice Dessy, “no manejan los patrones tradicionales de crianza, no quieren aprender de nuestras costumbres ni dedicarse a nuestros oficios tradicionales, porque prefieren llevar otro estilo de vida”.
Asimismo, con respecto a esos oficios tradicionales, ha encontrado que si bien hay algunos que permanecen, lo hacen hoy adheridos a una lógica de mercado, que poco o nada se relaciona con el significado ancestral que tienen oficios como el del yucutreo, el cual se dedica a hacer chicha de mañoco (harina de yuca); el de carañero, que extrae resina de un árbol para la protección contra el Maguari, un encanto maligno; o el conuquero, que trabaja la yuca para hacer el mañoco, el casabe, el almidón y otros alimentos.
De la misma manera, Dessy ha encontrado que su comunidad ha abandonado su lengua nativa para comenzar a hablar otras más universales como el español en Colombia y Venezuela, y el portugués en Brasil, donde también ha adelantado investigaciones.
Con eso claro, la investigadora ha organizado a su comunidad para formar escuelas propias que tengan en el centro de su modelo educativo las costumbres indígenas, nutriéndose también de lo que ofrece la educación occidental, pero siempre conservando las tradiciones como lo principal.
“Estamos trabajando en función de un proyecto educativo que forme a los niños con un pénsum acorde a nuestras costumbres y tradiciones. Pero yo también soy de la idea integracionista de los conocimientos, porque algo de bueno tiene cada uno de ellos en beneficio de la formación de nuestros jóvenes y niños”, indica Dessy.
Expansión de la investigación
Pero Dessy no solo ha investigado el pueblo curripaco, sino también otros pueblos indígenas con los que convive esa comunidad.
“Estamos en un territorio pluriétnico y multicultural donde nos hemos ido integrando con otras comunidades y sus costumbres, como el Yanomami, el Yekuana, el Baré y otros. Hay 21 pueblos indígenas con los que nosotros convivimos, entonces estoy abriendo la investigación hacia ese campo”, explica.
Actualmente, está trabajando particularmente con el pueblo yanomami, que habita en el alto Orinoco.
Con ello, lo que quiere Dessy es ver si esos otros pueblos han tenido las mismas transformaciones que ha tenido el suyo, y a partir de ahí desarrollar programas que permitan fortalecer y conservar sus costumbres y tradiciones.