La vereda Filipinas, en el departamento de Arauca, se convirtió en el lugar en el que pudieron rehacer su vida cientos de familias de desmovilizados de la antigua guerrilla de las Farc. Allí, los fusiles se entregaron y ahora sus habitantes crean proyectos culturales, educativos y económicos.
Antes del Proceso de Paz, los habitantes de las Filipinas, en Arauca, vivían en un entorno de violencia. Allí, según cuenta Andrés Stapper Segrera, director de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, las mujeres tenían que entregar a sus hijos a algún familiar para ir a la selva y combatir en la guerrilla. No tenían más opciones de sustento.
Muchos de los niños y niñas que crecieron en ese lugar no tenían acceso a la educación, a sustentos económicos, no conocían a sus padres y muchos ni siquiera tenían documentos de nacimiento. Tras la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado y las Farc, se crearon programas de reincorporación con los exguerrilleros y cientos de ellos volvieron a Filipinas para reencontrarse con sus familias.
En este municipio se empezó un trabajo con la comunidad para acabar con los estigmas de violencia que cargaban los desmovilizados pues muchos de los habitantes tenían miedo de recibirlos en la vereda. Por esto, desde la Agencia para la Reincorporación y la Normalización tuvieron que crear alianzas de trabajo, de compañerismo y de acceso a la educación para acabar con la discriminación que estaban viviendo.
Los más grandes de ellos son ‘Soy Valiente’ y ‘Culturizarte’, dos estrategias de fortalecimiento para proteger a los niños, niñas y adolescentes de señalamientos o discriminación por ser hijos de exguerrilleros. En él se implementan metodologías para que, a través de actividades lúdicas, recreativas o aplicación de destrezas, se expliquen a todos los menores de la comunidad el contexto histórico colombiano y las experiencias que tuvieron que vivir los hijos de excombatientes cuando sus padres se fueron a ingresar las filas de la guerrilla.
Por medio del sentimiento de la empatía, las iniciativas les muestran a los jóvenes cómo deben tratar a los otros niños, a sus familiares y cómo pueden ayudar a construir una comunidad más amable. Así lo cuenta Roberto*, quien hace parte del proceso de reincorporación y ahora lidera los grupos de apoyo con la comunidad.
“Lo más importante de este proceso es crear lazos con todas las personas del territorio, no solo por los que ya vivimos aquí, sino por las familias que llegan a diario debido al contexto que vive la región. Nosotros realizamos todas estas actividades de educación y sensibilización con deporte, pues es la mejor manera de unir a la comunidad y de que nuestros hijos puedan participar”, asegura Roberto.
Además, él confirma que gracias a los programas se han podido reestablecer los derechos de los niños que crecieron en el marco del conflicto armado: “La gente no dimensiona la importancia que tuvo el Acuerdo de Paz para nuestras familias. Gracias a que volvimos a casa pudimos reunirnos con nuestros hijos, verlos crecer y contar una historia familiar. Ahora estudiamos con ellos, los bautizamos y buscamos oportunidades económicas para darles mejores opciones de vida mientras recuperamos el tiempo perdido. Ya no cargamos con fusiles, ahora solo queremos estar en paz con quienes amamos de verdad”, aclara Roberto.
Por su parte, Andrés Stapper Segrera, director de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, cuenta que, aunque el trabajo en Arauca continúa en términos de entrega de viviendas para las familias, los proyectos de sensibilización han funcionado para cuidar a los niños y niñas.
Según Andrés, en los talleres psicosociales, las respuestas de los menores de edad demuestran que la comunidad sí se está interesando en crear lazos de hermandad y que ya no se sienten aislados por su contexto familiar.
“En Arauca hay una evidencia palpable de que es posible la reconciliación y la sana convivencia. Los espacios de encuentro que se están logrando entre la comunidad y las personas en proceso de reincorporación a marcado un nuevo camino en los territorios”, asegura.
Actualmente, son 150 familias las que hacen parte de este proceso de aprendizaje y con las que semanalmente se realizan actividades deportivas que permiten la unión de la comunidad.
*Nombre cambiado para preservar la identidad de la fuente.