Con el fin de difundir sus usos ancestrales, una pareja promueve la tierra como material de construcción e insumo artístico.
Era 1997 y Santiago Rivero estaba sentado en el Parque de San Gil pensando qué hacer para su proyecto de grado. Santiago estaba a punto de terminar de estudiar Ingeniería Civil en la Universidad Industrial de Santander (UIS) y pensaba “mi tesis seguramente va a definir mi camino como profesional de aquí en adelante”.
En ese momento, observando las casas que rodeaban el parque, vio que la mayoría estaban hechas en tierra, específicamente, en tapia pisada.
“Me di cuenta de que en todos los años que había estudiado en la UIS, nunca me enseñaron nada sobre construcción en tapia pisada, aunque todos los pueblos de Santander que yo había recorrido tenían construcciones de ese tipo. Decidí hacer mi tesis sobre construcción con tierra, aunque todos en la universidad me trataron de loco por ello, pues la Ingeniería giraba y aún gira alrededor de las construcciones en acero y concreto”, cuenta Santiago.
Así empezó su camino, que lo llevó a fundar junto con Lina María Pieruccini, su esposa, la Casa Taller de la Tierra en Barichara, una propuesta que busca concientizar a la gente sobre la importancia de la tierra y “volver a hacer de ella un material de construcción sostenible para habitar casas vivas”.
Inspiración en la tierra
Cuatro años después de graduarse como ingeniero, Santiago se fue a Francia a estudiar un posgrado en Arquitectura, enfocado en la construcción con tierra. Volvió en 2005 a Colombia y un día en San Gil lo buscaron compañeros suyos que trabajaban con un operador turístico para pedirle ayuda: “Se acercaron a mí y me dijeron ‘Santiago, vienen unos muchachos de un colegio de Bogotá para una excursión, pero no vamos a poder llevar a cabo lo que teníamos planeado’”, cuenta.
El Río Fonse había crecido y los jóvenes tenían planeado hacer rafting como parte de la excursión. Para cumplir con el itinerario, los operadores turísticos decidieron reemplazar esa actividad y le propusieron a Santiago hacer un taller sobre construcción en tapia pisada. Él aceptó, y descubrió con esa experiencia que la mejor forma de transmitir su mensaje era a través de espacios culturales.
Santiago comenzó a hacer talleres para jóvenes universitarios y bachilleres, y luego decidió mudarse a Barichara para comenzar el proyecto turístico con el que transmite su mensaje. Según él, no había un lugar más idóneo para comenzar que en Barichara, pues las construcciones tradicionales de ese municipio están hechas en tapia pisada:
“Barichara es así de linda porque la gente que llegó en los años 80 vio valor en la tradición arquitectónica del pueblo. En ese momento, Barichara estaba relativamente aislada del resto de Santander, y debido a ello se conservaron muchas tradiciones, entre ellas la construcción en tapia pisada. El pueblo sería muy distinto si los recién llegados hubiesen querido hacer casas en ladrillos”, explica Santiago.
La Casa Taller de la Tierra
Santiago comenzó a ser un operador turístico un par de años después. Luego, en 2016 se casó con Lina y juntos decidieron fundar la Casa Taller de la Tierra, que en la actualidad ofrece tres planes distintos para quienes quieren participar en el espacio: Santander en una botella, que consiste en rellenar botellas con tierras de colores del departamento; Pintar con Tierra, una actividad para expresarse de manera artística usando este material, y actividades de construcción en tapia pisada, a pequeña y gran escala.
La idea de estos talleres es acercar a las personas a la tierra como material. “Mucha gente que viene de contextos urbanos asocia la tierra con suciedad. Lo que hacemos es mostrarles que se pueden hacer cosas bellísimas con ella y que las casas lindas no están solo en Rosales (barrio de Bogota), sino que también están en la sencillez de la tapia pisada”, cuenta Santiago.
A Santiago le ha impactado ver cómo en el campo se ha dejado de construir con tierra, “cuando hoy un campesino gasta muchísimo comprando triturado, varilla o cemento para construir su casa. Aunque históricamente la tierra como material siempre ha estado allí”, dice Santiago.
Debido a ello, en Casa Taller de la Tierra también le han apostado a trabajar con voluntarios, que aplican sus conocimientos sobre tapia pisada en veredas de Santander. Han restaurado cocinas y casas de campesinos, conservando el oficio.
Para Lina, “una de las cosas más bonitas del proyecto ha sido ver que las casas en tapia pisada están vivas, como en Encanto. Ese fue uno de los aciertos más grandes de esa película. Si quieres hacer crecer tu casa puedes reutilizar la misma tierra que se demolió, algo que no se puede hacer con los ladrillos o el cemento porque esos materiales ya se quemaron. Estas casas en el día son fresquitas y en la noche calientes porque absorbieron durante el día el calor del Sol. Te sientes igual que en La Casita de Encanto, porque la casa está viva”.