Hace más de una década, Yenni Delgado y la Fundación Viva Intensamente Dando Amor trabajan para devolverles la dignidad a los habitantes de calle de Bucaramanga y lograr que vuelvan a ser reconocidos por la sociedad.
En el libro Daños Colaterales, el sociólogo Zygmun Bauman menciona que buena parte de las decisiones que se toman dentro de la sociedad están sustentadas en la premisa “no se puede hacer una tortilla sin romper huevos”.
Dicho pensamiento se traduce en que se acepta “una distribución desigual a priori de los costos que implica emprender una acción o desistir de ella”. ¿Cuáles son los costos de vivir en una sociedad donde se acepta la necesidad de clasificar a la población por estratos? ¿Qué pasa con aquellas personas que no alcanzan el umbral de los requisitos para estar dentro, así sea en lo más bajo, de dicha clasificación?
Preguntas de este tipo comenzaron a rondar en la cabeza de Yenni Delgado Becerra mientras adelantaba su pregrado en Economía en la Universidad Industrial de Santander. Recuerda que fue la mañana de un domingo cuando una amiga la invitó a una jornada para repartir alimentos a habitantes de calle en una zona conocida como La Rampla, en Bucaramanga.
“Recuerdo que vi a un chico con una puñalada en el estómago. Eso me marcó profundamente y me puse a pensar que un desayuno les ayudaba bastante, pero, ¿qué otro tipo de apoyo estaban recibiendo estas personas?”, comenta Yenni.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, la población de habitantes de calle en Bucaramanga para el año 2019 era de 1.448 individuos, de los cuales 85% pertenecían a población masculina y el 15% restante a población femenina.
Corría el año 2011 cuando comenzó a trabajar más de lleno con esta población. Las jornadas no se desarrollaban bajo el nombre de una fundación legalmente constituida, sino como un trabajo voluntario que realizaban interesados en la causa.
La Fundación Viva Intensamente Dando Amor se constituyó en 2017 y almacena gran parte de su filosofía en un breve acróstico: A.R.A (Acogida, rehabilitación y acompañamiento).
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Según comenta Yenni, como la gran mayoría de personas sin techo tienen relación con el consumo de sustancias psicoactivas, desde la fundación han logrado vincular a las personas a centros de rehabilitación a través de rifas y actividades que les permiten recaudar dinero para la causa.
Hasta el momento cuatro procesos de rehabilitación han sido exitosos. “Muchos dirán que cuatro personas rehabilitadas es poco, pero funciona como una cadena: amigos, familiares, conocidos, parejas sentimentales. Todos a su alrededor, logran ver la luz junto a la persona que se aleja del consumo”, comenta Yenni.
Uno de esos jóvenes rehabilitados gracias al apoyo de Fundación Viva Intensamente Dando Amor, por ejemplo, logró graduarse como auxiliar de enfermería y actualmente ejerce la profesión. Su historia, según Yenni, es uno de los motores que la impulsan a continuar su misión cada fin de semana.
Yenni reconoce que aún hay un estigma muy fuerte alrededor de los habitantes de calle y que para ellos ha sido mucho más complejo el tema de donaciones y voluntariados pues poblaciones como adultos mayores o niños suelen “despertar más empatía”.
Pero la actitud de normalización de la sociedad frente a sus situaciones precarias y su vulnerabilidad, no deja espacio para detenerse a reflexionar sobre si las personas en esta condición deberían entrar dentro de «lo normal» del espacio público.
“Nuestro trabajo no es solo darles alimentos los fines de semana, sino poner sobre la discusión pública de Bucaramanga la necesidad de reconocerlos como seres humanos; de devolverles su dignidad”, agrega Yenni Delgado.
Son aproximadamente 30 personas que están vinculadas de forma directa e indirecta en las jornadas de alimentación y capacitación. Algunos donan comida sin necesidad de asistir al Parque San Francisco (allí se concentraba el 20 % de la población de habitantes de calle para el 2019, según el DANE). Otros ofrecen servicios terapéuticos, acompañamiento legal o espiritual.
Desde la Fundación comentan que el secreto para ganar la confianza en estos sectores vulnerables de la ciudad es ser constantes y lograr que ellos mismos se apropien del espacio; que lo vean como una oportunidad para manifestar su personalidad y sus emociones.
Cuando a Yenni Delgado se le pregunta por los planes que tiene para la Fundación en un futuro, dice que uno de sus sueños más grandes es crear un hogar que se llame El Dormitorio Para No Rendirnos.
A través de ese proyecto, los habitantes de calle que hayan terminado sus procesos en centros de rehabilitación y no tengan adónde ir, podrán llegar a la casa para retomar hábitos y responsabilidades que la calle les había arrebatado, como tener que pagar un arriendo.
“No todas las personas tenemos el mismo umbral de resiliencia con los problemas”, aclara Delgado, al tiempo que comenta que todos estos años le han dejado una gran enseñanza: siempre es necesario conocer las historias de vida de estos habitantes en lugar de juzgar sus circunstancias.