Los jóvenes de ‘La Primavera’, un centro de reclusión juvenil en Montenegro, Quindío, quieren ser escuchados para restaurar a las comunidades que afectaron.
Los lobos andan siempre en jaurías, pocas veces se separan y, cuando lo hacen, usan su aullido para atraer a su manada, del mismo modo que los aullidos de la manada actúan como mensajes para atraer al solitario. Están siempre acompañados.
De esa manera, los jóvenes recluidos en el Centro de Atención Especial (CAE) ‘La Primavera’, en Montenegro, Quindío, y que hacen parte del programa ‘Desde la mirada del lobo’, encontraron el apoyo de su grupo durante el proceso de cumplir su sanción. No se dejan solos.
“Entre todos se dan la seguridad para responder a la comunidad y a sus víctimas por el daño que cometieron. Tienen este mantra de que ‘cuando tú no puedas responder, la manada responde por ti’”, cuenta Fernanda Blanco, directora de la Corporación de Mujeres Fresia, que opera en la Liga de la Justicia Restaurativa, la organización que creó el programa.
Su propósito fundamental, cuenta Alejandro Vélez, el coordinador del Centro, es generar un proceso de responsabilización entre los jóvenes, así como articular estrategias para el desarrollo de habilidades sociales y vocacionales que ayuden en la construcción de un nuevo proyecto de vida con el que proporcionen reparación, directa o indirecta, y garantías de no repetición a la comunidad que afectaron con sus delitos.
Eso lo hacen a partir de seis líneas de trabajo multimedia a las que se pueden vincular los jóvenes, según su preferencia y las habilidades que posean: la escritura de una canción; la producción de un video clip o un documental; hacer un dibujo, que puede ser un mural, un grafiti o una caricatura; hacer parte de una emisora comunitaria o grabar un pódcast.
Además, hay una séptima línea de trabajo de carácter productivo y es obligatoria para todos, pues es a partir de esta que se pretende generar nuevas habilidades para sus proyectos de vida. Allí, hay tres opciones: ebanistería, granja o huerta, y serigrafía.
Caperucita debe escuchar al lobo
Si bien la idea principal del programa es hacer responsables a los jóvenes por sus acciones, también se busca contribuir en un proceso de desestigmatización y restaurar lazos comunitarios a través del relato de sus historias de vida: de las condiciones y los sucesos que llevaron a los jóvenes a cometer el delito.
“La idea es que ellos demuestren que se equivocaron y que son responsables del dolor que causaron, pero que no deberían ser tildados como ‘los malos’ por el resto de la eternidad, pues como jóvenes pueden ofrecer algo a la sociedad”, cuenta Andrés Felipe Medina, instructor vocacional del CAE y líder del proyecto.
Así, a través de las seis líneas de multimedia, los jóvenes relatan sus vidas para dar a entender dónde hubo una fractura y cómo esta incidió en la comisión de los delitos. Con ese relato, que parte también desde la verdad como mecanismo de reparación, los jóvenes pretenden acercarse a la comunidad con un mensaje claro: que aunque en el pasado causaron un daño, ahora quieren construir un ambiente en donde no se repitan sus historias.
Para ello, sin embargo, es necesario recuperar la confianza en sí mismos.
Juan José, un caso de éxito
Estuvo tres años en el CAE y, cuenta, hubo un momento en el que perdió toda esperanza: “Yo pensaba que ya por haber hecho tantas embarradas, nunca iba a poder salir, que ya no servía para nada”, explica Juan José*.
Sin embargo, a través de la orientación y los consejos que ‘Desde la mirada del Lobo’ le proporcionaron, “aprendí que los errores no son para toda la vida, sino que hay que seguir. Comencé a enfocar mi energía en mi proceso de restauración, y estuve muy involucrado en el tema del pódcast, porque ahí cuenta uno la historia y da un mensaje a la sociedad hacia lo restaurativo”.
A partir de allí, cuenta, comenzó a reconciliarse consigo mismo y se dedicó de lleno a su proceso restaurativo, al punto de que hoy es parte del equipo formador que tiene el Centro de Atención Especial, en cuyo rol aplica todo lo aprendido.
Adicionalmente, a través del programa, que reúne hoy a 15 jóvenes, se han grabado nueve canciones compuestas e interpretadas por ellos, han producido dos videos y cinco episodios de pódcast que están listos para distribución.
Para este año, además, esperan tener 15 canciones grabadas para sacar un disco, completamente cantado y producido por los jóvenes privados de la libertad. Asimismo, y para el final del año, planean realizar una película contando las historias de cada uno, también producida completamente por ellos.
*Se omite el apellido para proteger la identidad del joven.