Waosolo, un fotógrafo de Quibdó quiere cambiar la forma en la que se narra el Chocó en imágenes. Estas diez fotografías lo muestran.
De padres y abuelos chocoanos, Andrés Mauricio Mosquera Mosquera cuenta que nació en Medellín por error, porque su casa, su hogar y sus raíces están en el Pacífico. La violencia de los 80 en aquella ciudad, producto del auge del narcotráfico, hizo que él y su familia se mudaran a Quibdó.
Andrés se formó en las calles de Quibdó, corriendo en calzoncillos y bañándose en los aguaceros. Las noches para él eran mágicas, pues aunque se iba la luz frecuentemente, las velas y las historias de su madre y abuela lo acompañaban.
“Con las historias de los ríos, de las calles, de mitos, de creencias, con eso crecí”, cuenta él. Por eso, cuando en los titulares de noticias los medios hablaban del Chocó como sinónimo de pobreza, mostrando a niños como él en las calles, sentía que algo andaba mal.
“Yo era ese niño y sentía que eso que mostraban que ellos mostraban como pobreza para mi era felicidad. Solo que no la entendían como nosotros”, señala.
Cuando llegó la hora de escoger su camino en la vida, Andrés decidió estudiar Diseño Gráfico porque el arte, el dibujo y las fotos lo movían. Se mudó de nuevo a Medellín y allí comenzó a desarrollar su pasión por la fotografía.
Comenzó a recolectar fotos antiguas del departamento del Chocó, porque al principio le temía a la cámara. Con el tiempo se fue soltando y, cuando llegó el momento de presentar trabajos de fotografía en la universidad, su hogar fue lo primero y único que llegó a su mente.
“Mis compañeros hablaban de fotografiar lugares de Medellín, hacer proyectos sobre Estados Unidos, otros países. Yo no conocía nada más que no fuera el Chocó, no había salido, así que decidí hacer los míos sobre el Chocó”, dice con orgullo.
Enamorarse del Chocó
Andrés cuenta que cuando estaba en la universidad no se conseguían fotografías del Chocó en Internet. Había alguna que otra sobre zonas rojas, violencia, pero nada de que mostrara su entorno: las frutas, de la diversidad étnica, la gastronomía.
“Le pedía a mi mamá que me mandara fotografías desde Quibdó. Ella salía a pedir prestada una cámara, tomaba las fotos y me mandaba a Medellín un CD con queso, longaniza y plátanos. Eso para mi era oro”, cuenta él.
Con el tiempo, fue presentando sus trabajos a los profesores y su reacción siempre fue la misma. De allí nació el nombre artístico de Andrés: Waosolo. ‘Wao’, por la reacción de grata sorpresa que despertaban sus trabajos en las clases, y ‘solo’, porque era el único chocoano en su carrera.
“Todo lo que sé de fotografía, realmente lo aprendí solo. Porque lo que vi en la universidad era conocimiento muy técnico que la verdad no se me grabó. Fue recorriendo el territorio que aprendí a contar historias con la imagen, a usar la luz natural y los colores vivos”, señala.
Esos fueron los primeros pasos de su propuesta fotográfica, que con el tiempo nombró Enamórate del Chocó: un proyecto de retratos para mostrar la belleza y la diversidad de este departamento.
“Las historias contadas por nosotros tienen pasión. Lo que quiero que pase cuando la gente vea estas fotos es que diga ‘Wao, quiero ir al Chocó, quiero conocer a Waosolo, a los artistas, a los músicos, a todo lo bueno que tiene esta tierra”, concluye.