Marcela Guiral es apasionada por las letras. Con sus libros narra lo que vive y las historias que descubre. Así surgió 'Este legado de alas', una obra que habla de la vida de las primeras médicas colombianas.
Desde que tenía 13 años, Marcela Guiral escribía en un diario que llevaba; también hacía cartas de amor encargadas por sus amigas para entregarles a sus novios y otras a su propia pareja.
Siendo pequeña exploraba la literatura y se adueñaba de ella. Creció en La Floresta, una vereda de Yolombó, ubicada en la subregión del nordeste de Antioquia en el que no había muchas formas de comunicarse con el resto del territorio.
“Era un teléfono para todo el pueblo, los televisores nunca cogían la señal de los canales, entonces a los niños eso nos obligaba a inventar historias, a jugar, a escuchar los relatos del vecino que vendía la lotería y nos contaba sobre Cosiaca y Pedro Rimales. Además tengo una mamá muy conversadora con 15 hermanos y siempre había una historia por contar”, dice y recuerda cuando su madre le cortó el pelo a un pollo o cuando a uno de sus tíos se le apareció el diablo, entre otras.
Su papá era profesor de historia, así que la biblioteca de su casa era más grande que la de la escuela. Por su contexto, Marcela estuvo rodeada de cuentos ya que Yolombó es un pueblo minero y estos siempre tienen relatos de espantos o brujas.
Una década de publicaciones
A los 16 años, Marcela se fue de su pueblo a causa del conflicto armado colombiano en la zona. “Ese pueblito tan bonito e idílico se convirtió en una base paramilitar”, un lugar en el que ya no era seguro vivir. Su mamá, su hermanita y ella partieron hacia la capital antioqueña mientras que su papá, por ser profesor, debió quedarse. En Medellín estudió Bibliotecología.
De esa experiencia surgió el libro A mediodía llovían pájaros en el que, desde la visión de unos niños, se relata el conflicto armado en el territorio. Este se publicó en 2022, pero hace diez años que Guiral publicó su primer libro luego de ganarse una beca de creación. Allí surgió ¡Mira lo que trajo el mar!, después llegaron Se resfriaron los sapos, Las mensajeras del ruiseñor y Este legado de alas.
Guiral es promotora de lectura y se especializa en niños, niñas y jóvenes, le interesa que los más pequeños se apropien de las historias del mundo para que sean ellos quienes escriban sobre ello. Al tiempo coordinaba proyectos de lectoescritura y a través de las crónicas pedía que registraran sus procesos de formación, para al finar tener una narración completa de lo que vivían y sentían.
La escritora tiene dos maestrías, una en literatura infantil y juvenil cursada en España y otra en educación superior en salud, esta última la hizo mientras era profesora de tiempo completo de gramática y ortografía en la facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.
La mayoría de sus estudiantes son de segundo semestre y con ellos se enfoca en cómo las historias clínicas cuentan historias de vida con el fin de que cualquier persona pueda leerla y entenderla.
Dentro de sus proyectos de curso también están los de biblioterapia en los que van a los hospitales a hacer cuenticilina, espacios en los que llevan recetarios y prescriben dos párrafos de una novela o poema, a pacientes, familiares y personal de la salud.
En cuanto a su maestría de educación superior en salud, Guiral era la única persona que no era médica y su idea de tesis se enfocaba en hablar de la literatura dentro de las facultades de medicina.
«Al presentarse a una maestría, se tiene que mandar una idea de proyecto de investigación y el mío era de biblioterapia, lo que trabajaba, y pretendía demostrar la importancia de que los estudiantes de medicina leyeran literatura o escribieran«, cuenta, hasta que un descubrimiento hizo que se replanteara su trabajo de grado.
Las médicas que no aparecen en los libros de historia
“En el primer semestre tuve una materia que se llama Historia de la medicina y ahí me di cuenta que las mujeres no estamos en historia oficial. Eso es inadmisible porque se sabe que somos las curanderas y sanadoras de la sociedad”, cuenta y explica que precisamente los textos sobre Héctor Abad Gómez, Manuel Uribe Ángel y todos los hombres médicos, la impulsaron a hacer la investigación biográfica narrativa sobre las mujeres y la medicina.
“Si estudiaba educación en salud, quería mostrar el fenómeno del mismo, pero combinado con el tema de género. Entonces empecé a buscar las médicas y encontré que la primera fue Clara Glottman quien se graduó con Abad Gómez. Ahí me fui para admisiones y registros y me entregaron una base de datos”.
Marcela cuenta que, cuando empezó a buscarlas se dio cuenta que la mayoría ya habían fallecido. No existían artículos, libros, ni una sola memoria. Marcela buscó académicos, médicos antiguos que le hablan de algunas mujeres y al final encontró a 12 y de ellas eligió a cuatro: Ruth Muñoz, Vilma Piedrahita, Elvia Velásquez y Margarita Schwarz.
«Vilma Piedrahíta ha sido la única decana de Medicina y por 18 días rectora de la UdeA, también fue la primera nefróloga infantil; Margarita Schwarz Langer fue primera otorrinolaringóloga del país y Latinoamérica, es de origen austriaco, pero llegó a Colombia con su familia huyendo de la Segunda Guerra Mundial; está Ruth Muñoz Vélez una de las primeras pediatras locales que se enfocó en la lucha por el cuidado del niño. Y finalmente Elvia Velásquez, de las primeras psiquiatras en Colombia en una época en la que la salud mental estaba estigmatizada», recuerda Marcela.
Las tensiones políticas, religiosas y culturales que vivieron estas mujeres entre los años 50 y 70 le dieron forma a lo que empezó como una tesis de maestría y terminó como un libro publicado llamado Este legado de alas.
«Fue sorprendente para la facultad porque ellos están acostumbrados al método científico y no al cualitativo. Fue una tesis laureada por su novedad metodológica».
Marcela Guiral acepta que parte del libro lo escribió acompañada de la indignación que sintió desde el momento en el que se dio cuenta que las mujeres médicas fueron borradas de la historia.
Este es un homenaje en vida a las luchas de la mujer colombiana por acceder a un oficio que era exclusivo de los hombres.