La iniciativa Poderosas, que ha llevado educación sexual a más de 2.300 jóvenes en 12 departamentos, trabaja para prevenir el embarazo adolescente y los estigmas alrededor de menstruación.
Mariana Sanz de Santamaría es bogotana, estudió derecho en la Universidad de los Andes, pero pronto se dio cuenta de que quería dedicarse a enseñar educación sexual.
Cuando obtuvo su título como abogada, aplicó a Enseña por Colombia, que busca que profesionales se conviertan en profesores durante dos años en comunidades de mayor vulnerabilidad en Colombia. A ella la asignaron a una escuela en Barú, cerca de Cartagena, en el departamento de Bolívar.
“En Barú fui ‘seño’ de más de 360 estudiantes. Allí, me empecé a dar cuenta de una realidad que todos conocemos: en Colombia una de cada cinco mujeres embarazadas es menor de 19 años. Además, en el país la pobreza menstrual sigue siendo una realidad, eso quiere decir que muchas niñas y mujeres aún no tienen productos de autocuidado menstrual, lo que afecta sus actividades cotidianas”, cuenta Mariana.
Además, de acuerdo con la abogada, “en Colombia las violencias basadas en género son más una regla que una excepción. Una cosa es verlo en números y otra muy distinta en la realidad de mis estudiantes que quedaban en embarazo, sobre todo, por el acceso limitado a información que las ayudara a garantizar sus derechos sexuales y reproductivos«.
Decidió, entonces, crear un espacio extracurricular de educación sexual. Y aunque en su colegio no le permitieron hacerlo, Mariana decidió llevarlo a cabo por fuera de la institución para “hablar de lo que no se habla”: de sexualidad, en un espacio íntimo y seguro.
“Así fue como mis estudiantes se denominaron ‘Las baruleras poderosas’. Esa gran ausencia de educación sexual de Barú es, en últimas, la realidad en casi todas las comunidades y colegios del país”, cuenta Mariana.
Luego de terminar su estadía como profesora en Barú, decidió conformar un equipo para llevar la bandera de Las Poderosas a nivel nacional. Hoy, Poderosas Colombia ha llegado a más de 2.300 jóvenes de 21 municipios, distribuidos en 12 departamentos.
Basándose en este trabajo en educación sexual integral, Mariana nos cuentan cinco mitos sobre la sexualidad y la forma en que los han enfrentado desde Poderosas Colombia.
La menstruación no es sucia
“Hay una creencia muy fuerte en todo el país sobre que la menstruación es sucia, que es sangre podrida que sale del cuerpo de la mujer. Esto viene del desconocimiento pues, realmente, la menstruación viene de la capa interna del útero que crece cada vez que la mujer está ovulando. Es decir, esa pared es lo más poderoso que tenemos porque es el abono que da vida humana”, explica Mariana.
La abogada continúa diciendo que también las personas suelen creer esto por el olor del sangrado. “La verdad es que la menstruación no huele feo, huele a metal pues el flujo menstrual tiene alto contenido de hierro. Lo que ocurre es que cuando la sangre entra en contacto con químicos, como los que tienen los tampones o las toallas higiénicas, estas pueden ocasionar un olor incómodo. No significa que esta sea sucia o que nos deba dar asco”.
La menstruación ni causa mala suerte, ni es un impedimento
En muchos lugares de Colombia se cree que la menstruación es una condición que impide que las mujeres realicen algunas tareas o, incluso, se llega a señalar como causa de tragedias.
“Es común escuchar que ‘cuando está menstruando no puede cocinar porque se daña la comida’, o que ‘no puede tocar leche porque se corta‘. Tampoco les permiten tomar cítricos, ni hacerse debajo de un palo de limón porque les hace daño. Todo esto son creencias heredadas, muchas por desconocimiento del proceso biológico sobre el ciclo menstrual, así como por prácticas ancestrales que han aprendido desde hace muchas generaciones”, explica Mariana.
“También se dice que, si las mujeres están menstruando y se acercan a los gallos estos se vuelven locos. Algunos moto-taxistas les preguntan a las mujeres si están menstruando, porque de ser así les ‘pueden pinchar las llantas’. A veces incluso se cree que las mujeres que menstrúan no pueden entrar a las iglesias porque no son ‘puras’ en ese momento”, continúa.
«Todos estos son mitos sobre la menstruación que pueden limitar la libertad de las mujeres. Tenemos que hablarlos, entenderlos y resignificarlos colectivamente, sin que esto niegue o colonice la cultura de cada comunidad», concluye Mariana.
Ni los celos son una demostración de amor, ni el sexo una demostración de poder
“En muchos lugares se cree que cuando una pareja empieza una relación sentimental si el hombre no cela a la mujer entonces no la quiere. Esto es falso, porque los celos son actitudes tóxicas en las relaciones y no demuestran amor sino posesión”, explica Mariana.
“También es común escuchar que, cuando un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer y es la primera vez de la mujer, ese hombre siempre va a tener un poder sobre ella y siempre va a estar ‘marcada’ por esa persona. Tal relación de poder es una construcción social”.
La virginidad no existe
Uno de los mitos más comunes en Colombia es el de la ‘virginidad’. En algunos lugares del Caribe, por ejemplo, se cree que las mujeres tienen siete telas en la vagina que funcionan como un sello. «El mito consiste en que, supuestamente, cuando las mujeres tenemos relaciones sexuales penetrativas por primera vez, esas telitas se rompen», cuenta Mariana.
Además, “se dice que las mujeres no pueden montar bicicleta porque se rompen sus telas. Hay hasta una canción de champeta sobre las siete telitas. Y la gran verdad es que esas telas no existen. Las mujeres tenemos un himen, membrana elástica que es perforada – si no, no podríamos menstruar- que se estira y se contrae, pero no es un sello, es más, hay mujeres que nacen sin himen».
Mariana explica que esta creencia es tan fuerte que las comunidades buscan comprobar la virginidad de las mujeres. «Hay pruebas artesanales de virginidad. Por ejemplo, se dice que, si una mujer camina mucho con el pie izquierdo, ya no es virgen. O que, si se le ensanchan las caderas tampoco lo es, cuando realmente a todas las mujeres se nos van a ensanchar las caderas en algún punto. En algunos lugares se pasa una cabuya por la cabeza para comprobar la virginidad”.
La abogada agrega que “incluso hay médicos que se prestan para hacer pruebas de virginidad, y cualquier cosa que digan es mentira porque no es posible comprobar eso. Que una mujer no sangre durante su primera vez también es normal, pues si estamos tranquilas y debidamente lubricadas no tiene que pasar. El sangrado viene cuando hay miedo y cuando hay angustia, y pues la angustia viene cuando te han dicho durante años y años que tu mayor valor es que seas virgen. La virginidad no existe, pues es un concepto cultural que ha sido influenciado por una tradición católica”.
Mariana cuenta que todas estas creencias vienen de desinformación y que, en muchas comunidades, una prueba de virginidad puede llegar a hacer que niñas y jóvenes sean expulsadas de sus casas, señalándolas de ‘impuras’.
La educación sexual también es importante para los hombres
“Mitos sobre la sexualidad de los hombres también hay muchísimos. Uno muy fuerte es que si el hombre no embaraza a una mujer no es suficientemente hombre. Los hombres tienen una presión muy fuerte de dejar embarazadas a las mujeres y también de perder a una edad temprana su ‘virginidad’. Esto tiene unas implicaciones muy graves, pues incentiva el embarazo adolescente”, cuenta Mariana.
¿Cómo deconstruir estos mitos desde la educación sexual?
“Lo más importante es nunca desconocerlos ni negarlos. Esa es la columna vertebral del modelo pedagógico de Poderosas. Tenemos que escucharlos porque esos mitos y creencias vienen de algún lugar y han sido transmitidos de generación en generación”, cuenta Mariana.
Debido a ello, Poderosas implementó a nivel nacional un modelo de discusión en círculos de hombres y mujeres. Aquí, a través de lecturas y preguntas, son los mismos participantes quienes deconstruyen estas creencias.
De acuerdo con Mariana, “querer desmentir estos mitos sin escucharlos atentamente es un acto colonizador. La educación sexual debe llegar a toda Colombia, pero debe venir del diálogo”.
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