Desde hace 10 años, más de 250 familias han pasado por las instalaciones de la Fundación Casa Hogar Andrea, un espacio que ofrece alojamiento, alimentación y transporte a niños que estén en tratamientos contra el cáncer en Barranquilla.
La Fundación Casa Hogar Andrea abrió sus puertas hace 10 años en el barrio Modelo, en Barranquilla, con la intención de convertirse en un espacio seguro para los niños y jóvenes que estén recibiendo tratamientos contra el cáncer en la ciudad. Las personas que no cuenten con los recursos para pagar alojamiento, alimentación y transporte pueden solicitar un espacio en el lugar, que tiene 13 habitaciones disponibles y está abierto los 365 días del año.
Su fundadora es María Clara Diazgranados, quien perdió a su hija Andrea a causa de la Leucemia. Cuando la familia estuvo en Estados Unidos para llevar a cabo el tratamiento del trasplante de médula de la niña se alojaron en una casa hogar y, fue allí, cuando notaron que no existía un lugar similar en Barranquilla. En honor a su hija, María Clara decidió comenzar el proyecto.
Otro de los factores que la impulsó a arrendar y adaptar la casa es que el cáncer representa la segunda causa de muerte en niños menores de edad en Colombia. Buena parte de las razones por las cuales los pacientes desertan de los tratamientos es por falta de recursos para costear los gastos que estos conllevan.
“Pasa muy seguido que las EPS, cuando tienen un paciente con diagnóstico o sospecha de cáncer, los remiten a las clínicas en otras ciudades para que inicien sus tratamientos oncológicos, pero no tienen en cuenta que no todo el mundo puede estar viajando y pagando hotel cada cinco días. La Fundación Andrea los acoge como si fuese su casa”, explica Iveth Castro, administradora de empresas y actual directora de la Fundación Andrea.
La casa cuenta con sala de juegos, espacios de tecnología, comedor y zonas de recreación y descanso. Los niños, además de recibir alojamiento, también cuentan con acompañamiento de profesionales de la salud mental y enfermeras de turnos completos.
La idea es que el espacio los haga olvidarse un poco de la rutina de las clínicas y las quimioterapias. Para la directora, detalles como recibir a los pacientes con regalos o asegurarles que al regresar de las quimioterapias tendrán un plato de comida seguro son indispensables para garantizar una recuperación más rápida y efectiva en estos tratamientos tan delicados.
Aunque en un principio se pensó que solo prestarían sus servicios a niños y jóvenes de 0 a 18 años radicados en el Caribe colombiano, con el tiempo comenzaron a recibir pacientes de otros departamentos. Tuvieron, por ejemplo, un niño oriundo de Chocó que duró casi dos años en las instalaciones. “Ya las clínicas a nivel nacional saben de nosotros. Nos llaman y nos preguntan si tenemos espacio y lo que nos queda es pedirle algunos requisitos para ingresar”, agrega la directora.
La casa hogar está pensada para hospedar tanto al paciente como a su acompañante pues, para ellos, el cáncer no lo termina padeciendo solo la persona diagnosticada, sino toda la familia. Para ellos, una de las satisfacciones más grandes es recibir visitas de pacientes que ingresaron siendo niños y ya en la adolescencia lograron superar el cáncer.
La Fundación Casa Hogar Andrea cuenta con diferentes mecanismos de donación. Una de esas opciones es el apadrinamiento de una habitación, que se puede hacer por el valor de la mensualidad (1 millón 600 mil pesos) o por el costo diario (55 mil pesos). También venden galletas, muñecas y cafés de origen de la Sierra Nevada y del Quindío.
Con lo que recaudan, además de mantener las instalaciones, ofrecen asesorías jurídicas en caso de tutelas y apoyo funerario.
«Nosotros queremos que, a pesar de lo duro que pueden ser los tratamientos, ellos gocen su niñez. Ellos son felices acá porque sienten que no son los únicos que están atravesando esa situación», concluye Iveth.