Además de integrar a los productores de frutos amazónicos que se cultivan en Caquetá, Agrosolidaria busca la reforestación de su territorio a partir de bosques alimenticios y no maderables.
En Florencia, Caquetá, existe una organización que se dedica a unir a la población con el territorio. Agrosolidaria Florencia integra a pequeños productores dentro de la cadena agroalimentaria con el fin de crear productos que reconcilien a la comunidad con la Amazonía colombiana.
De acuerdo con Ricardo Calderón, director de Agrosolidaria Florencia, los campesinos se vinculan por medio de grupos asociativos que se dedican a las finanzas comunitarias, el comercio justo, la agroecología y la economía solidaria.
“Integramos a esos productores que proveen la materia prima, además promovemos la restauración amazónica a través del fomento de bosques alimenticios”, explica Calderón.
Los bosques alimenticios son sistemas productivos que tienen una doble función: además de capturar carbono y crear ecosistemas de flora y fauna, también generan frutos y materia prima que se utiliza para producir alimentos, lo que se convierte en una oportunidad de generación de ingresos para las comunidades.
“Le apostamos al copoazú como nuestro fruto más estratégico y, como la Amazonía es un territorio muy diverso, integramos otras especies como el arazá, el azaí, el castaño de monte y sacha inchi, entre otros, como alternativas que nos permiten contar con un portafolio amazónico muy amplio”, dice Calderón.
Estos bosques surgieron como una idea para combatir la deforestación en la región, ya que, en Colombia. el 65 % de la deforestación se realiza en la Amazonía, lo que afecta los suelos y contribuye al aumento de gases de efecto invernadero, de acuerdo con Corpoamazonia.
Como una forma de combatir la deforestación, Agrosolidaria, Utaí y Natura, se unieron para realizar procesos de restauración de los ecosistemas amazónicos. Según Calderón, desde 2019 al menos 96 organizaciones, públicas y privadas, sembraron 60 mil árboles de especies nativas de la Amazonía. Este año, la alianza sembrará 100 mil más con el fin de proteger 378 hectáreas de bosque.
“Esta vez sembraremos, a lo largo de 2023, árboles de copoazú, azaí y castaña, queremos desarrollar el copoazú porque la asociatividad de la región permite que ese fruto pueda tener un gran potencial para integrarse a nuestra cadena de valor. El año pasado logramos exportar 252 kilos de manteca y la meta de este año son 500 kilos, además, lo que proyectamos en el mediano y largo plazo son 12 toneladas”, comenta Alejandro Gutiérrez, gerente de sustentabilidad de Natura.
De acuerdo con Calderón, el copoazú es un fruto muy atractivo porque es integral, es decir, todas las partes que lo conforman son aprovechables: la cáscara se utiliza para hacer abono para cultivos; la pulpa se convierte en derivados como néctar y jugo; con la almendra, que es la semilla, se produce la manteca, una grasa vegetal que tiene propiedades para la piel; la cocoa, que es lo que queda de la semilla luego de la sustracción de la manteca y conocido como cupulate, se puede usar para preparación de bebidas y alimentos.
“Se construye una cadena de libre competencia en la que un sector puede aprovechar la pulpa, otro se queda con la manteca, otro, la cocoa, y cada actor está haciendo algo diferente en desde una interrelación y desde el ejercicio de crecimiento en conjunto”, cuenta.
En total son 350 familias las que conforman Agrosolidaria, para Calderón, el sueño está claro: la construcción de una realidad amazónica en la que todos la comunidad tenga la posibilidad de proteger su territorio y vivir de la producción de alimentos nativos de la zona.
“Este era nuestro sueño hace 15 años, actualmente es una realidad: gente conectada con la Amazonía, productos del copoazú y de otros frutos. Ahora queremos sumar cada vez más personas a este colectivo y movimiento, que la región logre todo su esplendor”.