Ana Pabuena adelanta trabajos con niños y adultos mayores en Barranquilla desde hace 10 años. El objetivo de la Fundación Amalgama es 'unir desde las diferencias', por eso creó espacios lúdico educativos en los que participa población con cualquier tipo de discapacidad.
La Fundación Amalgama fue creada hace cinco años por Ana Pabuena, una mujer reconocida en Barranquilla por su trabajo social con niños y adultos mayores en la ciudad. Dedica todos los fines de semana a dictar talleres artísticos y educativos en la sede de la fundación, ubicada en el barrio La Magdalena. Dice que, en este tiempo de trabajo, ha deseado convertirse en un ejemplo de cómo “la discapacidad es algo que se supera todos los días”.
Ha escrito once libros, la mayoría motivacionales y cuentos infantiles. Los sábados por la mañana, adelanta trabajos de música, danza, actividad física y lectura con los niños. A futuro, menciona, le gustaría poder construir una escuela incluyente donde la población estudiantil en situación de discapacidad encuentre un lugar seguro para formarse, sobre todo los que están ubicados en barrio vulnerables de la ciudad.
“En la fundación ayudamos a personas en condición de discapacidad y también a las que no. Les damos herramientas para que puedan avanzar. La idea es juntarlos a todos en un mismo espacio; eliminar las diferencias”, comenta Pabuena, quien es pedagoga y conferencista motivacional.
Amalgama, precisamente, significa ‘unión o mezcla de cosas de naturaleza contraria o distinta’.
Además de las donaciones que recibe de sus amigos, Ana también vende camisetas, mugs y gorras para recolectar fondos. Con eso dona elementos ortopédicos como muletas o sillas de ruedas. Según ella, estas ayudas hacen que la población en situación de discapacidad gane más independencia y, por lo tanto, que aumente su autoestima.
Con esta población también adelanta trabajos de alfabetización. Por lo general recibe a personas mayores de 60 años ,y explica que muchos no lo hacen para obtener un título académico, sino como una manera de demostrarse que son capaces. La edad no es un límite.
«Ellos se sienten mejor porque tienen autonomía para firmar documentos, por ejemplo. La idea no solo es ayudar a la población con diversidad funcional en el ámbito material, sino también en el académico y cultural. Estas personas tienen muchos talentos”, comenta.
Hace 10 años Ana tomó la decisión de utilizar su propia historia de superación para inspirar a otros, pues ella también tiene una discapacidad física en una de sus piernas. Por eso le dicen ‘la vencedora de los no’. Ha intentado transmitir esa resiliencia a las comunidades en las que trabaja, que están ubicadas principalmente en barrios vulnerables de Barranquilla y en Palermo (Magdalena), departamento donde la fundación también adelanta labores.
Actualmente está buscando personas en situación de discapacidad interesadas en adelantar cursos con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), pues su objetivo no solo es fortalecer sus habilidades de lectoescritura, sino también acompañarlos en el resto del ciclo formativo. Mostrarles que, si ella logró estudiar un pregrado, ellos también pueden; “borrarles ese estigma que los ha hecho creer que son invisibles”, concluye.