Un pequeño mamífero despierta asombro y esperanza. Su nombre resuena en la Amazonía y la Orinoquía como un eco de vida silvestre por descubrir. Este enigmático animal y los esfuerzos por preservarlo son tema del primer episodio de Latidos Silvestres.
En las noches húmedas de la selva colombiana, cuando el silencio se mezcla con el crujido de las hojas, un pequeño ser recorre los árboles. Por décadas, el osito trueno (Cyclopes dorsalis), uno de los hormigueros más pequeños y menos conocidos del mundo, ha permanecido envuelto en un aura de misterio.
Su tamaño, de entre 35 y 44 cm, y su naturaleza nocturna y arborícola hacen que sea difícil de avistar en su hábitat natural. Pesa apenas entre 200 y 400 gramos, posee dos garras afiladas en cada mano, tiene una cola enrollada y su principal fuente de alimento son las hormigas arbóreas.
Son algunos de los pocos datos que se conocen sobre esta especie, aparte de su situación: se le considera en peligro. “La deforestación ha sido su mayor amenaza. Curiosamente, las personas lo descubren al talar los árboles, lo que muestra cómo nuestro impacto ha traído a la luz una especie que de otro modo sería invisible”, explica Ernesto Roa, biólogo de la Fundación Cunaguaro, una organización dedicada a la conservación de especies en la Orinoquía.
En 2017, un estudio reveló algo aún más sorprendente: Colombia no alberga solo una, sino al menos dos especies del también llamado hormiguero pigmeo. Este descubrimiento impulsó la creación de la Expedición Osito Trueno, liderada por Cunaguaro, y apalancada en la ciencia comunitaria como su principal herramienta.
La comunidad al servicio de la ciencia
“Es difícil rastrearlo con métodos tradicionales. Por eso trabajamos con la comunidad, recopilando fotos y videos que nos permitan ubicarlo”, comenta al respecto César Rojano, director de la fundación.
La “ciencia ciudadana o ciencia comunitaria”, añade, involucra a la comunidad en la investigación científica, habilitando canales para que puedan aportar información de todo tipo, descripciones, fotos o videos que permitan un acercamiento al ejemplar.
“Hay una particularidad, las personas siempre se lo encuentran cuando están tumbando el monte, lo que ocurría después es que la gente les toma fotos o les hace videos y luego los libera, nos pareció curioso pero alentador”, cuenta Roa.
Uno de esos espacios alentadores es Vista Hermosa, en el Meta, La región, ubicada en las estribaciones de la Serranía de la Macarena, es de acuerdo con Cunaguaro, uno de los puntos clave para el estudio del Cyclopes dorsalis, entre otras cosas por el rol que ha asumido la comunidad: “La gente aquí entiende que sus acciones impactan directamente en el ecosistema, y su apoyo ha sido invaluable para nuestra misión”, señala el biólogo de la fundación.
Un símbolo de resistencia
Este hormiguero es más que un animal; es un símbolo de la riqueza y fragilidad de los ecosistemas colombianos. Su nombre proviene de un mito indígena que narra cómo aparece tras tormentas eléctricas, un presagio de calma en medio de la tempestad. “Es un recordatorio de que la naturaleza siempre encuentra maneras de persistir”, reflexiona Rojano.
Con cada paso dado por la Fundación, el futuro de esta especie y de los bosques que la albergan parece un poco más seguro. La expedición continuará hasta 2026, con la esperanza de recopilar los datos necesarios para diseñar estrategias efectivas de conservación.
Latidos Silvestres: La historia detrás del podcast
El esfuerzo por preservar al osito trueno es el primer episodio de Latidos Silvestres, el nuevo podcast de Colombia Visible. En este espacio, se explorará cómo la conservación y la ciencia comunitaria han tejido una red de colaboración entre expertos y habitantes de las regiones en las que habita la especie.