Desde hace casi dos décadas, la artesana cordobesa convierte su oficio en una forma de resistencia cultural. A través de piezas como el sombrero vueltiao, trabaja por visibilizar la identidad de su pueblo y los talentos de las personas en condición de discapacidad.
A sus 46 años, Odalis Morales Velásquez ha logrado consolidar su emprendimiento de artesanías en caña flecha como uno de los más conocidos entre aquellos que son liderados por población diversa en el país.
Es una mujer indígena zenú del municipio de Tuchín, en Córdoba, tierra del tradicional sombrero vueltiao y sede de la Feria del Sombrero Vueltiao. Aprendió a tejer gracias a las enseñanzas de sus padres, quienes, desde pequeña, le dedicaron tiempo y paciencia para enseñarle a trenzar con los pies, ya que nació sin brazos.
Los conocimientos transmitidos por ambos se han ido perfeccionando durante cuatro décadas. Hoy, con su microempresa Artesanías Odalis, consolidada en 2012, elabora sombreros, pero también bolsos, billeteras, manillas, cajas organizadoras y portavasos. Además, maneja varias técnicas de tejido, como el ‘machetazo’, el ‘barril de trenza’, EME, entre otras.
“La artesanía la llevo en la sangre porque tengo ascendencia indígena. A los 8 años, mis papás estuvieron enseñándome a trenzar durante tres meses, porque veían que yo tenía ciertas habilidades con los pies, hasta que lograron que hiciera mi primer ribete [borde reforzado]”, rememora la artesana.

Sus productos son aplaudidos especialmente por ser elaborados respetando las técnicas tradicionales indígenas y por su innovación en el uso del color. Con la ayuda de su familia, aún radicada en el Caribe, es capaz de sacar tonos que van desde rosados fuertes hasta amarillos, utilizando tintes naturales hechos a base de plantas.
“Yo puedo hacer sombreros desde 15 hasta 33 pares de caña flecha, que es el más fino (…) Tengo el taller en mi casa y vendo a través de mis redes sociales y en ferias”, explica.
En 2024, por ejemplo, participó en We Trade, el evento organizado por la Cámara de la Diversidad para reconocer y promover la inclusión en el ámbito empresarial. Además, lleva alrededor de siete años dictando conferencias en ciudades como Bucaramanga, Cartagena, Montería y Bogotá, centradas en la superación personal, el perdón y los emprendimientos liderados por poblaciones minorizadas, pues también es víctima del conflicto armado:
“Soy dos veces desplazada. Mi familia tuvo que salir de Sucre y luego de Córdoba. Grupos armados asesinaron a mi padre y mi hermano mayor, y también me amenazaron de tener que salir de Córdoba cuando adelantaba mis proyectos sociales”, comenta.
Es que, entre 2000 y 2008, en el Resguardo Indígena Zenú en San Andrés de Sotavento (Córdoba), Odalis trabajó con niños en condición de discapacidad en temas de promoción de espacios recreativos, y con personas mayores en temas de alfabetización.
“Trabajé casi diez años como voluntaria, en compañía de las Misioneras Lauritas, para que las madres se quitaran los estigmas que sentían hacia sus hijos en condición de discapacidad, pues muchas los mantenían escondidos. En cambio, cuando comenzaron a ver mi alegría, se fue generando mayor confianza”, recuerda con sentimiento.
Su trabajo fue tan significativo que la llevó a ser nominada, en 2007-2008, al Premio Mujer Cafam Córdoba, donde quedó en la lista de 25 finalistas dentro de las 125 escogidas inicialmente.
“Cuando a uno le gusta algo, le pone empeño. No es fácil trenzar con los pies. Mucha gente me dice que solo los usa para ponerse los zapatos, caminar y alguna otra cosa que puedan levantar con los dos dedos, pero yo me quedo impresionada porque con esos mismos dedos yo entrelazo estas palmas tan finas, y con una fibra que corta. Así sepa uno la técnica, siempre se va a cortar; lograrlo fue muy satisfactorio”, añade la artesana.
Desde hace 16 años vive en Bogotá, ciudad en la que tuvo que vender hasta su cabello para poder tener el capital semilla que le permitió iniciar su emprendimiento. Desde allí ha recibido múltiples invitaciones y reconocimientos por parte de entidades como la Unidad para las Víctimas, Artesanías de Colombia, la Alcaldía de Tuchín y ExpoGranMujer.
Actualmente, Odalis dice que no solo mide los resultados de su trabajo en términos económicos, también con los mensajes inspiradores positivos que deja en las personas:
“Aún siento que hay mucho abandono en mi comunidad, tanto hacia los indígenas como hacia las personas en condición de discapacidad. Yo aprendí a trenzar como algo pasajero, pero hoy es mi sustento. Me visualizo como una empresaria y probando nuevos mercados. Me alegra mucho que me hayan reconocido por ser una mujer berraca, indígena, en condición de discapacidad y por llevar en alto la cultura de mi territorio”, concluye.