A través de RUDA, la Fundación Lila Mujer acompaña a mujeres negras, indígenas, rurales y campesinas con VIH en el Valle del Cauca, combatiendo el estigma y la violencia a través del cuidado comunitario.
La Red de Mujeres Negras, Indígenas, Rurales y Campesinas (RUDA) nació en junio de 2023 para responder a las necesidades de mujeres que viven con VIH en zonas rurales del Valle del Cauca. Desde su creación, su labor se enfoca en combatir el estigma y la violencia a través del cuidado comunitario.
“Queremos dignificar la vida de las mujeres que viven con VIH en territorios alejados, donde el acceso a servicios de salud y apoyo es limitado”, explica Yaneth Valencia, fundadora de la Asociación Lila Mujer que está detrás de la red.
Para ello, agrupan a sobrevivientes de desplazamientos forzados, quienes entre otras cosas son testimonio vivo de la violencia estructural que enfrentan estas comunidades. Eso, teniendo en cuenta que en contextos marcados por el conflicto, el diagnóstico de VIH suele estar acompañado de estigmas y exclusión que agudizan la condición de vulnerabilidad.
Mediante asesorías psicosociales y jurídicas, a cargo de las voluntarias que habitan el territorio, RUDA ofrece acompañamiento y soporte a las distintas problemáticas con las que conviven las 20 personas a las que atienden actualmente en la región. Se trata de un trabajo sostenido por la convicción y la solidaridad entre mujeres que comparten las mismas luchas
Más de dos décadas de acompañamiento comunitario

Como sustento de la red está la Fundación Lila Mujer, una organización sin ánimo de lucro con 22 años de trabajo en el Pacífico colombiano que, desde Cali, se dedica a acompañar historias de mujeres con VIH, víctimas de violencias basadas en género y mujeres en situación de vulnerabilidad social.
Su labor se centra en procesos de investigación popular, para lo cual crearon un centro propio desde el que también trabajan en gestión del conocimiento y acompañamiento comunitario con un enfoque interdisciplinario y territorial. Estas prácticas, cuenta Valencia, permiten incidir en políticas públicas y fortalecer programas misionales desde las experiencias de las mujeres del territorio, beneficiando a más de 100 personas en la región.
Además de RUDA, las 27 integrantes de la fundación impulsa prácticas comunitarias de cuidado, educación en salud, formación en derechos y memoria histórica. Estas iniciativas fortalecen el tejido social y generan resiliencia en territorios atravesados por el conflicto y la exclusión.
Mujeres en resistencia

Todo ese trabajo, en un territorio marcado por la violencia: según el portal de datos de la Unidad de Víctimas del Gobierno Nacional, al 31 de julio de 2025, en el Valle del Cauca hay 642.452 víctimas del conflicto armado, de las cuales el 53,8% son mujeres.
Paralelamente, una investigación de la Universidad Javeriana sugiere que la guerra ha incidido en la propagación del VIH ya que, según los investigadores, el 60% de los departamentos más afectados por violencia armada concentran las tasas más altas de diagnóstico del virus, siendo el Pacífico colombiano una de las zonas más impactadas por esta correlación.
Por su parte, la organización Cuenta de Alto Costo reportó que en 2024 se registraban 5.225 mujeres con VIH sólo en el Valle del Cauca, lo que equivale al 13% del total nacional. Estas cifras demuestran la necesidad de redes comunitarias, entre otras herramientas, que acompañen la vida de mujeres que enfrentan diagnósticos en medio de la exclusión.
“Nosotras no sólo queremos sobrevivir, queremos vivir bien, en paz y con apoyo”, afirma Valencia. Para ella, RUDA no se limita a denunciar abusos, sino que dignifica la vida después de la detección del VIH y garantizar un acompañamiento real en las comunidades rurales.
Quilombos: memoria y sanación colectiva
Uno de los pilares de ese esfuerzo son los “quilombos”, encuentros inspirados en las resistencias afrodescendientes. Estos espacios permiten a las mujeres compartir sentires, sanar heridas y fortalecer lazos comunitarios con base en la memoria colectiva.
“Cada encuentro es un momento de sanación y empoderamiento”, expresa Dalet Suárez, integrante de la Asociación Lila Mujer. Estos espacios, añade, transmiten saberes tradicionales y promueven un sentido de comunidad que resulta clave en el proceso de acompañamiento a mujeres con VIH en zonas rurales del Valle.
La conversación abierta es otra de las apuestas de la red. “Es fundamental que dejemos de ver esta como una condición que nos avergüenza”, subraya Suárez, quien destaca la importancia de campañas de sensibilización en áreas rurales.
Por otro lado, visibilizar estas realidades en todos los espacios es también uno de los objetivos de la iniciativa. “El VIH no debe ser un tabú, sino un tema de conversación pública para erradicar la exclusión”, insiste Valencia, enfatizando en la importancia de la comunicación como herramienta de conexión y dignidad.
Hoy, RUDA continúa creciendo en el Valle del Cauca. Con la fuerza de la Fundación Lila Mujer, la red busca garantizar que las mujeres con VIH puedan vivir con dignidad, tejiendo comunidad y construyendo espacios de vida donde la exclusión no tenga cabida.