Biblioteca de la Creatividad: el laboratorio rural que transforma a cientos de jóvenes en Ciudad Bolívar

Esta iniciativa incentiva la creatividad de más de 500 jóvenes de la vereda Quiba Alta, en Ciudad Bolívar, a través de diferentes proyectos que buscan transformar el territorio y brindarles oportunidades a futuro.

A más de tres mil metros sobre el nivel del mar, en la vereda Quiba Alta de Ciudad Bolívar, una zona rural de Bogotá frecuentemente olvidada por las políticas públicas, se gesta desde hace 16 años una transformación silenciosa pero profunda. Se trata de la Biblioteca de la Creatividad, una iniciativa liderada por Iván Triana, bibliotecólogo de profesión, que decidió crearla con el fin brindar oportunidades a los niños y jovenes de la comunidad. 

Cuenta Iván que tenía dos opciones cuando terminó su bachillerato: comprar su libreta militar o entrar a la universidad. Eligió lo segundo, lo que lo llevó a prestar servicio militar en la Policía, donde tuvo la oportunidad de ser maestro en una escuela para niños desplazados por la violencia. Allí, recuerda, germinó en él la primera semilla de su compromiso con la educación.

Años después, mientras estudiaba Bibliotecología en la Universidad de La Salle, una clase nocturna lo llevó a un reencuentro inesperado: su mejor amigo de infancia, con quien compartía sueños similares, había tomado un camino completamente distinto, lo que lo hizo replantearse su propósito de vida. Esa noche marcó un antes y un después, comenta Ivan: “Lo primero que se me vino a la cabeza fue venir a la vereda de nuevo y ver qué era lo que había sucedido con los muchachos”.

Así nació la Biblioteca de la Creatividad, en 2009, con apenas siete niños en un cuarto pequeño. La idea inicial, construida junto a algunos compañeros universitarios —que con el tiempo se fueron retirando—, se consolidó con la llegada de Andrea Barón y Julie Triana, hoy cofundadoras.

El proyecto fue creciendo. Los niños comenzaron a invitar a otros y, en poco tiempo, el espacio resultó insuficiente. Fue entonces cuando decidieron construir su propia sede.

Hoy, la biblioteca funciona en una nueva infraestructura en construcción, ubicada cerca del relleno sanitario Doña Juana y de la última estación de TransMiCable. Allí se dan cita más de 500 niños y jóvenes, entre los 6 y 18 años, que encuentran en la biblioteca de la creatividad un espacio donde dejar volar su imaginación para construir comunidad desde las aulas y fuera de ellas.

La Biblioteca de la Creatividad es, como su nombre lo indica, un espacio de creación. Un lugar donde niños, jóvenes, voluntarios, universidades y empresas se articulan para pensar y construir soluciones a los problemas del entorno. Iván lo resume con claridad: “Buscamos que los jóvenes, frente a las problemáticas de su comunidad, puedan explorar sus talentos, intereses y habilidades, y diseñar una solución creativa”.

Esa filosofía ha dado origen a múltiples iniciativas que mezclan emprendimiento, ciencia, tecnología, arte y sostenibilidad

Uno de los proyectos más reconocidos es SUA, un laboratorio donde los jóvenes transforman plástico de un solo uso en productos comercializables. Las tapas plásticas, que recogen en las calles de la vereda, se utilizan como moneda local para fomentar el reciclaje y luego se convierten en medallas, llaveros y pines que ellos mismos diseñan y venden, logrando recuperar así cerca de dos toneladas de plástico.

La Biblioteca de la Creatividad trabaja con niños y jóvenes de entre los 6 y los 18 años. | Foto: Cortesía La Biblioteca de la Creatividad

Otro ejemplo es Sentido Guabal, una marca de mermeladas elaboradas con fresas adquiridas a cinco productores locales. Con la compra, el proyecto genera ingresos para las familias campesinas y posiciona una imagen positiva de Ciudad Bolívar.

«Con la venta de estas mermeladas, se busca crear triple impacto. Por un lado se impulsa el trabajo de las familias fresiculturas, se impulsa la construcción y el proceso educativo de la Biblioteca de la Creatividad y las jóvenes se financian sus estudios superiores», comentá Iván.

Uno de los logros más significativos del proyecto es que más de 60 jóvenes que pasaron por la biblioteca hoy están en la universidad, muchos a punto de graduarse. “Ese es un indicador de impacto muy importante porque la mayoría de ellos, por no decir que el cien por ciento, van a ser los primeros profesionales de su familia; eso ya rompe con un círculo de pobreza”, añade Triana.

También destaca la Academia Unión Robótica, donde jóvenes mayores enseñan a los más pequeños a programar y construir robots. Gracias a este programa, han participado en múltiples competencias, incluyendo la First Lego League el torneo internacional Rooney Bot, donde ocuparon un tercer puestolo que les dio un cupo para viajar a competir en Rumania. Más allá de los resultados, el proyecto busca cerrar la brecha educativa en áreas STEM, haciendo que la ciencia y la tecnología sean accesibles para todos.

El proyecto Unión Robótica de la Biblioteca de la Creatividad enseña a jóvenes desde los 14 años. Han participado en competencias de First Lego League, además de torneos regionales y locales. | Foto: Cortesía La Biblioteca de la Creatividad

Pero el trabajo no se queda en las aulas o los talleres. La Biblioteca lidera campañas de reforestación en la reserva del Páramo de Kiba, donde ya se han sembrado más de 4.500 árboles. También ha promovido el muralismo como herramienta para narrar la historia de la vereda y dinamizar la economía local, con la creación de un corredor artístico que invita a redescubrir el territorio.

Actualmente, uno de los sueños más ambiciosos es el proyecto Hacedores a la NASA, que busca llevar a un grupo de jóvenes a conocer las instalaciones de la agencia espacial en Estados Unidos. Con las visas ya aprobadas, el equipo se encuentra en campaña para recaudar fondos a través de una Vaki“Queremos que estos jóvenes se conviertan en referentes, que los demás vean que sí se puede soñar, que sí se puede llegar lejos”, dice Iván, mientras insiste en que la clave ha sido siempre la misma: sembrar futuro desde el talento, la comunidad y el deseo profundo de transformar la realidad.

La Biblioteca de la Creatividad no es solo un lugar para leer o estudiar. Es una apuesta por la esperanza, una trinchera de creación en lo alto de la ciudad, donde cada niño que cruza la puerta se encuentra con la posibilidad de imaginar otro mundo y hacerlo realidad.

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