Casas de café y plástico reciclados: una solución al déficit habitacional en las zonas rurales de Colombia

WoodPecker ha construido más de 3.700 casas, 20 colegios y 1.000 aulas educativas en zonas rurales dispersas del país, utilizando cisco de café y plástico reciclados como sus materias primas. Su objetivo es fomentar la infraestructura sostenible con un impacto social.

Desde hace más de 15 años, la empresa colombiana WoodPecker, ubicada en Cota (Cundinamarca), se dedica a fabricar materiales ecoamigables para la construcción utilizando cisco de café (la cascarilla que cubre el grano y que es retirada durante el proceso de trilla) y plástico reciclado, dos materias primas que, cuando no se reutilizan, generan grandes cantidades de residuos contaminantes.  

En 2022, por ejemplo, datos de la Federación Nacional de Cafeteros revelaron que el país produjo cerca de 2,9 millones de sacos de café, los cuales dejaron alrededor de 178.000 toneladas de cisco. Colombia, además, genera anualmente 700.500 toneladas de envases y empaques plásticos, de los cuales solo se recicla alrededor de un 30 % según WWF.  

Desde su creación, WoodPecker ha reutilizado más de 6.000 toneladas de plástico reciclado (que compran a cooperativas de Cota y municipios aledaños) y un equivalente a 2.250 millones de tazas de café en cisco para elaborar material WPC (Wood-Plastic-Composites, por sus siglas en inglés), que posteriormente se emplea en la construcción de diferentes tipos de estructuras.

Alejandro Franco, fundador de la empresa, explica que alrededor del mundo existen más iniciativas que combinan el plástico reciclado con otras fibras como el agave, el aserrín y la cascarilla de arroz. En ese sentido, Colombia es pionero en el uso del cisco de café, subproducto de la exportación insignia del país, llevando a que la empresa sea contactada por otras naciones cafeteras, como Etiopía (África), para explicar su idea de negocio y evaluar las posibilidades replicarla. 

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Y es que WoodPecker, además de ser un referente internacional en temas de construcción sostenible, también lo es en lo que se conoce como “infraestructura social”, es decir, construcciones diseñadas para mejorar la calidad de vida de las comunidades y promover su desarrollo.  Su enfoque principal es garantizar el acceso a vivienda, educación y saneamiento en las zonas rurales del territorio nacional, donde estas necesidades son más urgentes.

“Nosotros tenemos casas por toda Colombia, desde La Guajira hasta Vaupés. Hemos construido más de 3.700 en zonas rurales dispersas y más de 20 colegios y 1.000 aulas educativas con las que se han beneficiado alrededor de 50 mil niños y jóvenes”, explica Franco.

Las infraestructuras de WoodPecker son prefabricadas y se ensamblan como un juego de Lego a gran escala, lo que permite un armado rápido (entre 3 y 7 días), con materiales livianos y herramientas básicas, sin necesidad de mano de obra especializada.

El material WPC tiene una resistencia a flexión similar a la de la madera, una resistencia a compresión superior a la del concreto y absorbe en un día 15 veces menos humedad que otros materiales de construcción.

La obtención del material se dio gracias a un trabajo de investigación conjunto entre la empresa, la Universidad de Los Andes y Colciencias. | Foto: Cortesía - WoodPecker

Todas estas propiedades permiten que el WPC sea resistente en el tiempo, flexible y adaptable no solo al ambiente de cada territorio, sino también a su cultura, por lo que cuentan con diseños especiales para cada región

Las casas entregadas en La Guajira, por ejemplo, fueron construidas con la asesoría de locales e inspiradas en el diseño de las rancherías. En La Mojana (Sucre) las hicieron a manera de palafitos, respetando la idiosincrasia local. 

WoodPecker ha hecho alianzas para entregar viviendas hechas a base de cisco de café y plástico reciclado en zonas rurales desde La Guajira hasta Putumayo. | Foto: Cortesía - WoodPecker

“La necesidad de vivienda rural en Colombia es muy grande, pero construir con sistemas tradicionales es difícil y demorado. Es ahí donde estos sistemas alternativos de construcción toman relevancia. Nuestra tarea es convencer a las constructoras de mirar hacia lo rural, porque el país no son solo las ciudades. Lo rural tiene unos retos diferentes, como los logísticos y de distancias, pero tiene otras oportunidades. Cuando no son centros nucleados, los permisos de construcción son más fáciles de conseguir”, resalta Franco.

En Colombia, en 2021, el déficit de vivienda rural alcanzaba el 68.2%, según cifras del DANE. Estas ponen en evidencia la urgencia de encontrar soluciones innovadoras que puedan mitigar las desigualdades en los territorios al tiempo que promueven su desarrollo.

Actualmente, WoodPecker tiene la capacidad de producir alrededor 180 casas mensuales y de transportarlas a cualquier lugar de Colombia. Hasta la fecha, han logrado hacer alianzas con entidades públicas, privadas y con organizaciones internacionales como la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Fiduagraria, Colsubsidio, Findeter, el Fondo de Adaptación y el Ministerio de Vivienda, lo que ha permitido que la infraestructura llegue a sus usuarios finales de manera totalmente gratuita. 

Según el fundador, el impacto ambiental y social de este proyecto lo convierte en una de las alternativas de construcción sostenible más innovadoras del país y del continente, razón por la que ha recibido reconocimientos por parte de instituciones como la Presidencia de la República, Procolombia, BritCham y el Foro Andino del PVC.  

«Es una solución que puede ayudar a cerrar brechas sociales y garantizar el acceso a infraestructuras dignas», concluye.

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