Entre historias y calles vivas, esta organización bogotana ofrece un espacio que cambia la forma en que se lee, aprende y sueña en comunidad.
La Plaza Fundacional de Bosa Centro es el lugar donde convergen visiones diversas de la ciudad: allí, la cultura local se enriquece de diversas formas por la historia, personas y lugares que la transitan.
Pasando una de las calles de la plaza, en una fachada que recuerda la época colonial, un letrero reza “PIENSA Y VIVE LEYENDO”. Más abajo, unos vidrios dejan ver mesas y escaparates con libros apilados. Al entrar y pasar por un arco con una cortina de cordeles, se encuentra la base de operaciones de Caza Lectores Colombia.
En la sala, paredes con murales alusivos a la cultura muisca dejan leer frases como “guarda y protege las mieses”. Sofás y mesas, una fuente de piedras en una esquina, libros colgando del techo y una pequeña cafetería donde usualmente atienden Adela María Bernal y Néstor Mariño, los fundadores y personas a cargo del proyecto, terminan de conformar el paisaje.
Crear el hábito de lectura desde la diversidad de Bosa

Caza Lectores Colombia es una organización sin ánimo de lucro, nacida en 2013 y formalizada en 2020, que surgió con el objetivo de cultivar el hábito de lectura en jóvenes. Para ello, ofrecen una membresía de $60.000 semestrales para estudiantes de colegios que deciden aliarse con la organización y para las personas que estén interesadas y se acerquen a la librería que ya reúne a por lo menos 3.800 familias de la localidad.
Sus administradores tienen como objetivo ser una revolución educativa: más allá de un servicio, pretenden «adquirir conocimiento en todos los aspectos para cautivar a la gente y lograr que empecemos a ser más críticos, a gestionar nuestras emociones de una manera muy desarrollada y a salir del caos en el que se encuentra toda la juventud».
Además de acceso a los libros disponibles en la casa, esta membresía ofrece talleres para el manejo de emociones, torneos de ajedrez, formación literaria y lectura crítica, realizados de manera voluntaria por profesores calificados, junto a la posibilidad de intercambiar libros cada cierto periodo de tiempo.
La Burbuja Artística Itinerante

Inicialmente, la librería tenía una agenda cultural en un espacio que llamaban La Burbuja Literaria. Allí se les invitaba a todos a acercarse. Sin embargo, vieron otra posibilidad: “Estamos llevándola a todas partes. Había personas que no podían desplazar a sus niños o les causaba molestia el tener que coger transporte, un bus desde zonas muy vulnerables; entonces dijimos, pues vamos allá”, recuerda Adela.
Así surgió La Burbuja Artística Itinerante, que además de llevar libros a otras zonas de la ciudad, también celebra torneos de ajedrez, entre otras propuestas desde diversas disciplinas artísticas y actividades lúdicas.
Un libro como parte del hogar

Néstor y Adela tienen una idea desde el inicio: “En cada casa hay un libro, no en la biblioteca, sino un libro qué contar en familia”. Con esto en mente, han realizado poemarios con excombatientes, jóvenes y niños de la comunidad, abriendo la puerta a nuevos autores. También han realizado torneos de ajedrez con barristas de equipos de fútbol.
Con estas dinámicas buscan entender y acercarse a las diversidades de la localidad. Sin embargo, han tenido problemas de financiamiento, entre otros desafíos como las carencias en la labor de redes sociales y la de la organización de archivo.
No obstante, celebran que, en parte gracias a Caza Lectores, “Bosa ya casi no lee réplicas, ya lee más original, así sea de segunda, pero se están enamorando por la lectura original. Se están interesando más por formarse literariamente y eso es una ganancia enorme”.