Cinco destinos de observación astronómica en Colombia

Observar y estudiar el espacio a través de tecnologías modernas o conocer la relación de nuestros antepasados con los astros... Esas son las posibilidades que ofrecen estos cinco destinos que nos conectan con una de las ciencias más antiguas del mundo.

1) Patio de Brujas (Ráquira, Boyacá)

Dependiendo la posición de la sombra se puede determinar la época del año. /FOTO: Gobernación de Boyacá.

La observación del cielo y sus astros ha sido una actividad que ha despertado curiosidad en los habitantes de la actual Colombia desde las primeras civilizaciones precolombianas. Ubicado en Ráquira, Boyacá, el lugar replica la ambientación y el diseño de once monolitos de arcilla que una vez usaron miembros del pueblo muisca para determinar la época del año, así como para explorar el cielo y sus astros. 

Según la tradición oral, Patio de Brujas era un lugar de congregación primero de indígenas que buscaban conocer las marcaciones de la salida del Sol y los movimientos de la Luna, y luego de personas que practicaban ritos. Además, en algunos tótems también se pueden ver dibujos alusivos a elementos tradicionales de la región como el cultivo de maíz y los hornos de cerámica. 

Actualmente, Patio de Brujas funciona como un observatorio astronómico que, además de los monolitos, también cuenta con un reloj solar utilizado por los indígenas que allí habitaron y una mesa de arcilla donde se cuenta la historia de las supuestas brujas que se congregaban en el lugar. 

Para llegar a Patio de Brujas se deben recorrer 13 kilómetros (aproximadamente 40 minutos) desde Ráquira. 

2) Observatorio Astronómico de la Tatacoa (Villavieja, Huila)

Observatorio astronómico de La Tatacoa
El Desierto de la Tatacoa es la segunda zona árida más grande de Colombia después de La Guajira. /FOTO: Shutterstock

Dentro del desierto de La Tatacoa, en el Huila, hay dos observatorios abiertos al público: el Observatorio Astronómico OTA y el Observatorio Astronómico Astrosur. Ambos son reconocidos por ofrecer a los usuarios, además de las instalaciones con telescopios necesarios para la observación se ofrecen talleres y jornadas educativas sobre el espacio exterior. 

La poca contaminación lumínica del desierto es uno de los factores que permiten que se puedan observar alrededor de 88 constelaciones. Y en las noches de luna nueva, por ejemplo, es posible observar cómo la Vía Láctea se extiende en el cielo.

Con ayuda de estos telescopios se pueden distinguir estrellas nacientes, nebulosas, planetas y galaxias como Andrómeda. Están abiertos al público de 6:00 p. m. a 10:00 p. m.

3) Observatorio Astronómico Muisca (Villa de Leyva, Boyacá)

El Infiernito Villa de Leyva
También llamado El Infiernito, este lugar se ubica a solo 5 kilómetros de Villa de Leyva, en Boyacá. /FOTO: Gobernación de Boyacá

Ubicado en la vereda Monquirá en Villa de Leyva, Boyacá, el Observatorio Astronómico Muisca también es conocido coloquialmente como El Infiernito. 

El lugar está conformado por monolitos de forma fálica que fueron alineados por indígenas, hace cientos de años, de tal manera que pudiesen coincidir con los puntos cardinales. Allí se adoraba a Bachué, la diosa y pobladora de la tierra de los muiscas. La conservación de este espacio corre por cuenta de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja. 

A través de esos monolitos, los muiscas llevaban su propio calendario solar y, además, rendían tributo a la naturaleza; pues, decían que la energía solar se canalizaba a través de ellos y llegaba directamente a la tierra. Algunos de los monolitos llegan a alcanzar los 4,5 metros de altura. 

El lugar cuenta con un servicio de guía que ofrece el Parque Arqueológico de Monquirá.

4) Observatorio Astronómico Nacional de Colombia (Bogotá)

Aunque está adscrito a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional, se encuentra dentro de las instalaciones de la Casa de Nariño. /FOTO: Universidad Nacional de Colombia.

El Observatorio Astronómico Nacional de Colombia, perteneciente a la Universidad Nacional de Colombia, es atractivo por ser el primer observatorio construido en América, en 1803. Su valor histórico lo llevó a ser declarado monumento nacional en 1975 y hoy representa una de las piezas arquitectónicas más valiosas que tiene el país en materia de astronomía.

De acuerdo con el Banco de la República, «para América representa un acto de independencia con respecto al vínculo que necesariamente se tenía con Europa en términos científicos», como explica en su portal web.

Sus orígenes datan de la época de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, impulsada por el sacerdote botánico José Celestino Mutis, ya que la observación de las estrellas era muy importante como referencia para dibujar mapas. Otros grandes científicos de la historia nacional también fueron acogidos por las paredes de este edificio: Julio Garavito e Indalecio Liévano Reyes fueron dos de ellos. 

Este observatorio también tiene una gran importancia histórica por su papel en la independencia del Imperio Español: fue sede de algunos encuentros entre patriotas que empezaban a gestar la cruzada independentista. Entre ellos estuvieron Antonio Nariño, José Acevedo y Gómez, Camilo Torres y Francisco José de Caldas.

En su interior se pueden encontrar aparatos antiguos para el estudio de la bóveda celeste y una de las más completas bibliotecas en cuanto a temas astronómicos del país.

5) La Bricha (Macaravita, Santander)

El tiempo aproximado del viaje desde Bucaramanga hasta Macaravita por carretera es de 7 horas. /FOTO: Shutterstock

Así como el Cabo de la Vela (La Guajira) y algunas zonas de la Sierra Nevada (Santa Marta) son considerados espacios ideales para la observación astronómica por el hecho de estar ubicados en zonas con poca contaminación lumínica y cierta estabilidad atmosféricas, existe una vereda dentro del municipio Macaravita, en Santander, llamada La Bricha que, según un estudio que desarrolló la Universidad Nacional durante tres años, puede considerarse uno de los lugares más adecuados para la observación de astros en Colombia. 

A esa conclusión llegaron los expertos luego de jornadas de excursiones esporádicas de corta duración en la que midieron temperatura, humedad y otros factores que, para ellos, influían en la decisión final del proyecto: contemplar la posibilidad de construir un observatorio en el lugar.

Y aunque aún no se ha construido, el municipio desde ese momento es conocido como «el balcón de las estrellas». Allí, por las noches, se pueden divisar estrellas, incluso fugaces, sin necesidad de un telescopio. Su ubicación en la cima de una montaña (desde la cual también se puede divisar el Nevado del Cocuy) dan la impresión a los observadores de encontrarse más cerca del cielo.