Arboles de alta adaptabilidad, barreras contra desastres naturales y excelentes retenedores de carbono. Conozca algunas de las cualidades de estos importantes bosques marinos.
Según el área especializada en océanos del museo Smithsonian, en el mundo existen alrededor de 54 especies de manglares que pertenecen a 16 familias diferentes. Sin embargo, dado que la distintición de los manglares se basa en características ecológicas y físicas, más que por un linaje familiar biológico, los científicos suelen diferir en cuanto a lo que se considera como un manglar. De ahí que muchas especies se denominen como ‘asociadas a los manglares’ en vez de manglares como tal; o que varias especies de no estén relacionadas entre si.
Colombia, según WWF Colombia, es hogar de nueve especies de mangle ubicadas en los departamentos de San Andrés, Bolívar, Sucre, La Guajira, Magdalena, Atlántico, Córdoba, Antioquia (en el Urabá), Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Con estos, el país es el cuarto del continente americano en extensión de manglar, con alrededor de 290.000 hectáreas de las que casi el 80 % se encuentran en la costa pacífica.
Son las barreras naturales contra la fuerza del océano
Los matorrales y las raíces de los manglares forman una barrera natural que crea una zona de amortiguación y que, a su vez, protege a la tierra contra fenómenos como tormentas, tsunamis, erosión costera y otros fenómenos naturales. Es, en ese sentido, la primera línea de protección de las líneas costeras en los lugares donde están presentes.
Según una publicación conjunta entre la Universidad de Cambridge y las organizaciones ambientales Nature Conservancy y Wetlands International, los manglares reducen las olas del mar entre un 13 y un 66 % por cada 100 metros de manglar. Además, su denso sistema de raíces y ramas, ayuda a atenuar la fuerza con la que entran las olas, entre otras funciones que protegen las líneas costeras.
Tanto así que, según la revista Science, las comunidades localizadas detrás de la línea de los manglares sufrieron menos daños luego del tsunami de diciembre de 2004 en el océano índico.
Son árboles particularmente resistentes
Los suelos salinos intermareales son un ambiente inhóspito y agresivo para la mayor parte de las plantas de madera, pero los manglares han desarrollado varias características de adaptabilidad que les permiten sobrevivir allí.
Existen dos categorías de manglares, en términos de adaptabilidad a la sal del agua en la que habitan: secretarios y no secretarios.
La primera se refiere a aquellas especies, como la avicennia germinans, que se deshacen del exceso de sal en el agua expulsándola a través poros especiales o ‘glándulas de sal’ que están en sus hojas. En algunos casos, incluso, luego de que el agua se evapora, se pueden ver pequeños cristales de sal adheridos a sus hojas.
Por otro lado, los no secretarios se refieren a especies que crean una barrera para bloquear, en algunos casos y casi por completo, la sal de su sistema vascular.
Además de ello, el suelo donde el manglar echa raíz es particularmente bajo en oxígeno y por lo general sus raíces siempre permanecen cubiertas de agua durante temporadas enteras. Así, a diferencia de la mayoría de las plantas terrestres, que dependen de una raíz principal para excavar como apoyo y recolectar el oxígeno, varias especies de manglar echan raíces, conocidas técnicamente como neumatóforos, que crecen por encima del suelo para garantizar el acceso de la planta al oxígeno.
Capturan hasta cinco veces más carbono que otros bosques tropicales
Según el área especializada en océanos del Museo Smithsonian, los manglares son excelentes absorbiendo y almacenando carbono. A medida que crecen, lo toman y lo utilizan como bloques de construcción para sus hojas, raíces y ramas. Una vez mueren, caen al fondo del mar y entierran el CO2 en el suelo.
A eso se le conoce como ‘carbono azul’, pues se almacena bajo el agua en ecosistemas costeros como los manglares y los pastos marinos.
Y aunque los manglares representan menos del 2 % de la totalidad de entornos marinos, son responsables de entre el 10 y el 15 % de la absorción de carbono al año. Así, un acre de bosque de manglar ,alrededor de 4.000 metros cuadrados, puede almacenar más de media tonelada de carbono al año (alrededor de 658 kilogramos), es decir, unos 163 gramos por metro cuadrado al año.
Según un estudio citado por el Smithsonian, alrededor del mundo, los manglares son responsables de absorber 34 millones de toneladas métricas de carbono al año.
Son hogar y fuente de alimento de miles de especies
Según el Museo Americano de Historia Natural, los manglares son el lugar ideal para la cría de gran parte de los peces, camarones, cangrejos y otros mariscos del mundo. Muchas especies de peces, como la barracuda, el sábalo y el róbalo se refugian en las raíces de los mangles cuando son jóvenes y luego salen al mar abierto cuando son adultos. Tanto así que alrededor del 75 % de los peces que se comercializan alrededor del mundo pasan algún tiempo en estos ecosistemas o dependen de cadenas alimenticias que pueden rastrarse hasta los mismos.
De la misma manera, el manglar es hábitat de miles de especies en todos los niveles de la cadena alimenticia, desde bacterias hasta los más grandes depredadores. Los árboles de mangle proveen cobijo para varias especies de insectos, que a su vez atraen a las aves que se refugian, anidan y descansan en sus ramas.
Esas mismas las comparten con monos y felinos pescadores. Más abajo, en el agua, habitan reptiles, tortugas, cientos de peces, caracoles, almejas, cangrejos y gambas, que gustan del suelo blando característico del manglar.
Son fundamentales para la vida de las comunidades que viven a su alrededor
Para Lucila Villero, habitante del corregimiento de Ararca, en la Isla de Barú, en Bolívar, el manglar es vida para el pueblo afro: “El manglar significa todo para nosotros, allá está la salacuna de los peces, la casa de las aves, la vida de las comunidades. Es indispensable en la naturaleza y en nuestro pueblo: el aire que respiramos es gracias al manglar que es sano. El manglar es vida”.
Por su parte, Onilson Carvajal, pescador y presidente de la Asociación Sostenible de Mangleros Pescadores y Productores de Boca Cerrada, San Onofre, en Sucre, sostiene: “Nosotros somos pescadores y por eso cuidamos el manglar, para tener una mejor pesca y pescar pargo, róbalo y camarones. Pero también lo hacemos porque nos da un mejor oxígeno, nos protege de fuertes vientos y nos da leña para cocinar los alimentos”.