Tras acogerse al Acuerdo de paz, Alexander Pastor, excombatiente de las FARC, se dirigió a la vereda La Fila, en Icononzo, para cumplir el sueño de ser campesino y trabajar la tierra.
Alexander Pastor Mora nació en el seno de una familia de campesinos, cultivadores y trabajadores de la tierra, donde el despertador es el canto del gallo y las jornadas empiezan desde antes de que salga el sol.
Desde muy temprana edad aprendió de sus padres a trabajar la tierra. El crecer en ese ambiente hizo que naciera en él el sueño de ser campesino porque, para él, según cuenta, no había, y no hay «una labor más bonita que aquella en la que se trabaja el campo y se producen alimentos.
“Para mí la labor de los campesinos es mucho más que admirable, ese adjetivo se queda pequeño para valorar realmente su trabajo. La mayoría de la gente en el mundo desconoce lo que se hace en el campo, aunque esto sea fundamental para la subsistencia de la sociedad, porque todos dependen de la tierra; pero, lamentablemente, los campesinos son el eslabón de la cadena que menos dinero reciben”, agrega.
Fue por estas “condiciones verdaderamente precarias” y la falta de garantías que tenían los campesinos para poder trabajar y salir adelante, cuenta, las que alejaron a Mora del campo y lo «aislaron» de sus sueños durante 15 años, tiempo en que estuvo en las filas de las FARC.
Pero, “haber estado en las FARC, en el monte, empuñando las armas, no me hizo desconocer, ni desconectarme del campo”, dice.
Por eso, tras la firma del Acuerdo de paz, para él fue una verdadera alegría poder llegar a la vereda de La Fila, ubicada en Icononzo, Tolima, donde podría retomar su sueño de dedicarse al campo.
“Volver a esta tierra era como tener la oportunidad de reintegrarme a mi región (ya que es oriundo de Sumapaz), con la gente que me vio nacer y crecer. Era retomar la vida que llevaba siempre, antes de entrar a las FARC. Para mí, al igual que para todos los que estábamos en el monte, regresar con la familia y con la esperanza de tener una vida normal, fue una gran alegría”, confiesa.
Pasada la emoción de reencontrarse con el campo y el sonido de las aves, lejos del sonido de las balas, Mora decidió empezar a trabajar en lo que le habían enseñado desde niño: a labrar el campo.
Creó los “cultivos de paz para la paz”, ya que el Acuerdo fue el que le dio nuevamente la posibilidad de trabajar la tierra, “por eso yo digo que este es un cultivo de la paz: que nació de la paz y que se seguirá manteniendo para la paz”, dice.
En él se cultivan frijol, arveja y maíz, y fue creado con el objetivo, primero, de desdibujar, con hechos, la imagen que tenían de ellos, de los firmantes del Acuerdo de paz, y segundo, para dar trabajo a las personas de la vereda y cambiar sus vidas.
“La vida me ha cambiado un cien por ciento desde que empecé a cultivar frijol. Primero, por la tranquilidad y la felicidad que tengo de estar con la gente de mí región, segundo porque los cambios en la vereda han sido muy positivos”, comenta Mora respecto a la calidad de vida de las personas.
No obstante, la labor ha traído consigo muchos sacrificios, porque, como él mismo dice, “trabajar el campo no es fácil. Hoy en día los insumos, la semilla y los abonos han subido su valor en un 200 por ciento”.
Pero entre todos han podido sortear las dificultades y Mora agradece el poder trabajar, dar empleo a unas 30 familias de la zona y generar comercio y desarrollo en la región.
“De una u otra manera dependemos los unos de los otros. Tenemos que ayudarnos entre todos, que si le va bien a uno nos vaya bien a todos. Ojalá los objetivos de nuestros cultivos fueran mucho más grandes y se pudieran hacer realidad, pero toca ir con calma, paso a paso. Con sacrificio, paciencia y dedicación se irán logrando y el camino se seguirá labrando”, considera.
En el momento se encuentran dialogando con los líderes de la exportadora que está llevando cargamentos de frijoles desde Tolima hasta Estados Unidos, para poder ampliar las posibilidades de comercialización de sus productos. Pero aún no han llegado a un acuerdo, según Mora, “por el tema de los precios”.
“Se están abriendo las posibilidades para que los productos que cultivan los excombatientes se puedan exportar. Hemos estado abriendo camino en el tema, pero hasta el momento no se ha logrado”, recalca Mora.