En Risaralda se creó un museo que lleva el arte a los barrios y convierte a la comunidad en el personaje principal de la obra, así nació el Museo Intangible.
Mientras en el 2020 el mundo atravesaba una pandemia, en Pereira y Dosquebradas, Risaralda, tres amigos se reunían virtualmente para pensar un proyecto artístico que se operara desde el confinamiento y que se basara en el cuidado del medio ambiente y el impacto social en la región.
Así surgió el Museo Intangible una idea que combina las prácticas artísticas contemporáneas y el desarrollo de proyectos en el territorio.
“Desde el momento en el que montamos el museo, pensamos que las prácticas artísticas entablan una relación con el entorno, no es simplemente llegar, mostrar y desaparecer, por eso no nos gustan las tomas culturales”, cuenta Juan Diego Márquez Moreno, director del Museo Intangible.
Desde el museo se preocupan por hacer proyectos de largo alcance, ya que estos son los que vinculan a la comunidad. Actualmente son 20 personas las que conforman al equipo de trabajo, muchas de ellas, de los barrios en los que han hecho sus intervenciones.
“Nos interesa lo que sucede alrededor o antes de la obra, los impactos generados en las personas que se acercan a compartir con nosotros”, cuenta Juan Diego.
El nombre Museo Intangible se le ocurrió al cursar una materia que vio mientras estudiaba Artes Plásticas en la Universidad Nacional, sede Medellín. Gracias a esos cursos comenzó a cuestionar la idea de un soporte físico, de un lugar que guarda elementos.
“Me pensé un museo desde lo intangible, que es una contradicción, pero que me motivó a hacerlo desde lo vivo, no solo albergar obras sino prácticas, pensamientos”, dijo.
Actualmente, el museo fluctúa entre dos líneas de trabajo: la primera se orienta a las prácticas artísticas contemporáneas enfocadas en artes plásticas y visuales; la segunda, a la investigación, formación, creación, circulación y distribución de las manifestaciones musicales de la cultura”.
“Llevamos procesos de creación curatorial, formación, circulación y desarrollamos una línea de trabajo que plantea generar relaciones entre las artes plásticas individuales con los contextos que no están acostumbrados a estas prácticas, es decir, pensando en espacios barriales diferentes al centro”, cuenta.
Este museo busca que el arte llegue a los territorios más alejados, a barrios en los que no está presente: sacar a los artistas del centro de la ciudad.
“Encontramos un lugar que estaba abandonado hacía 20 años y que era el antiguo puesto de salud del barrio Alfonso López, en Dosquebradas, lo recuperamos e inauguramos el espacio con una exposición en el barrio y para la comunidad. Hoy en día es la Casa de Cultura Alfonso López”, cuenta Juan Diego.
El artista asegura que esta idea generó discusiones fuertes porque sacaron a los artistas de su zona de confort. “Pusimos a los artistas a circular, a generar una obra en el espacio público del barrio, vinculando la historia del sector, la cual nosotros investigamos y se las entregamos, con el fin de generar un diálogo con el entorno”, explica.
En general, el Museo Intangible se preocupa por crear desde las realidades sociales del territorio. En 2022 hicieron una obra en colectivo llamada ‘Otún, tierras marcadas’ y con el que se planteó un cuestionamiento en torno a la relación de los seres humanos con las fuentes hídricas, también se exploró la manera en que la narración oral está ligada a las formas de expresarse de los jóvenes de Dosquebradas y Pereira.
“Al final del año creamos una exposición que se llamó ‘Meandros, transitando territo-ríos’ en la que participaron siete artistas de Pereira, Dosquebradas y Medellín, cada uno mostró su mirada frente al río”.
Laboratorio Mic Abierto para narrar
Juan Diego cuenta que esto fue un experimento para crear un diálogo entre las obras y la comunidad a través de las prácticas del rap.
“Mic Abierto es un laboratorio de creación que surgió a partir de una combinación a partir de la obra, sus reflexiones y metodologías, luego se construía una canción y se grababa un video”, explica Juan Diego y asegura que, aunque al principio fue un fracaso, poco a poco fue creciendo.
Mic Abierto pasó de ser una idea itinerante a ganarse una beca del Ministerio de Cultura con el que se consolidó un laboratorio más estructurado en el que se une la literatura, la producción musical y técnicas de video, con el que se construyeron y grabaron varios temas».
En el futuro, el director ve su creación como una organización que se proyecta y que está presente en todo el territorio del occidente del país. Que eso que comenzó como un ‘parche’ se vuelva sustentable y rentable.
“Queremos dignificar la elaboración artística de quienes les toca dedicarse a hacer otras cosas y, en tiempos libres, generar arte. Nosotros buscamos impactar nuestro entorno y transformar la realidad”.