400 son los acueductos rurales del departamento que beneficiará el programa Agua a la Vereda. Con la asignación de recursos económicos, el programa pretende fortalecer la cobertura, la calidad y la continuidad del agua.
Hace 22 años, cuando, acompañado de su esposa y su hija, Carlos Silva llegó a la vereda de San Pedro, municipio de Cachipay, Cundinamarca, la única manera de conseguir agua era extrayéndola con mangueras desde de las quebradas que nacen en diversos puntos de la vereda.
Cuenta Carlos que alrededor de San Pedro hay varios nacimientos que hoy abastecen tanto al municipio de Cachipay, como a otros aledaños como La Mesa y Anapoima, así, entonces: “Agua es lo que hay, pero no había cómo acceder a ella, ni cómo distribuirla”.
Con esa necesidad básica insatisfecha y clara, la comunidad, que entonces consistía de 25 personas, se organizó para conformar una empresa prestadora de servicios, el Acueducto de San Pedro de Cachipay, para construir un pequeño sistema de acueducto y con eso “comenzó a llegar agüita a las casas”, explica Carlos.
Con una cuota mensual de 5.000 pesos, la comunidad de San Pedro mantuvo ese sistema de manera rudimentaria, haciendo de manera autónoma las reparaciones necesarias que fueron surgiendo con el tiempo, así como las expansiones requeridas cuando a la vereda llegaron nuevos pobladores.
Sin embargo, de un momento a otro la infraestructura comenzó a desgastarse, al tanque de almacenamiento comenzaron a salirle grietas, y las tuberías se dañaban con más frecuencia. Para repararlas había que cortar por dos o tres días el flujo del agua hacia los hogares.
Entonces, los sanpedrunos hicieron una alianza con la Gobernación de Cundinamarca y su programa Agua a la Vereda, que otorga recursos económicos para el fortalecimiento, reparaciones y ajustes de los sistemas de acueducto rurales de 49 municipios del departamento.
Hoy, gracias a esa alianza, la vereda cuenta con un acueducto con 110 usuarios y que beneficia, aproximadamente, a 500 personas que habitan allí.
“La comunidad se enorgullece de decir que tenemos el acueducto y entre todos lo cuidamos”, sostiene Carlos.
Las reparaciones y modernizaciones
El primero se refiere al fortalecimiento de la empresa como tal, así como de los servicios que presta. En ese sentido, la Gobernación puso a su disposición tres profesionales que asesoraron y acompañaron a la compañía en los procesos que tienen que ver con los cumplimientos de los requisitos legales: documentos, trámites y demás, así como de capacitación del personal.
De esa manera, además de llevar al día los documentos requeridos para prestar el servicio de acueducto, aprendieron cómo controlar fugas, cómo llevar un registro de cuánta agua se pierde y cómo tomar medidas indicadoras de la pureza del agua, entre varias otras cosas.
“Nosotros hacíamos las cosas muy empíricas. A nuestros funcionarios nunca les asignamos tareas específicas, sino que les decíamos ‘vaya y arregle tal cosa’, pero con este acompañamiento pudimos definir las funciones específicas. Hoy tenemos dos funcionarios: uno que es el fontanero y otra que es la auxiliar administrativa”, comenta Carlos.
Por otra parte, en cuanto a lo técnico, con los recursos que les otorgó el programa pudieron atender una serie de necesidades que desde antes tenían priorizadas. Lo primero que debían hacer era mejorar la estructura del tanque de almacenamiento del agua e impermeabilizarlo, así construyeron tres muros de contención con lo que, dice Carlos, aseguraron su durabilidad, por lo menos, durante 20 años más, “sin tener que hacerle mayor mantenimiento”.
Asimismo, agregaron al sistema cinco tanques desarenadores con los que eliminaron los residuos con los que llegaba el agua a las casas. “Antes nos llegaba el agua bastante turbia, pero con esos cinco tanques ahorita estamos recibiendo agua limpia. Se nos olvidó esta cosa de que llegaba el agua muy embarrada o amarillita”, aclara Carlos.
Además, le cambiaron 500 metros de tubería al sistema que estaban muy deteriorados por el tiempo y cuyo mantenimiento era difícil, tomaba mucho tiempo y cortaba el flujo de agua a las casas.
Finalmente, también incluyeron cuatro macromedidores que les permiten saber cuánta agua se saca de la quebrada, cuánta hay en el tanque y cuánta se entrega a los usuarios. Todo ello para llevar un registro mucho más exacto de la cantidad de agua que fluye por el sistema.
“Esas reparaciones y ese programa para nosotros fue lo máximo, porque ahorita estamos en una conducción de agua las 24 horas del día, desde septiembre que se terminaron las reparaciones no nos falla el acueducto”, comenta Carlos.
Otro caso de éxito
El de San Pedro es uno de los 80 acueductos veredales intervenidos, gracias al programa Agua a la vereda de la Gobernación de Cundinamarca. Entre ellos está también el de la vereda El Peñón, municipio de San Francisco.
Como San Pedro, El Peñón es una vereda que cuenta con gran riqueza hídrica, pero que no tenía buenas condiciones para su distribución.
“Las personas que no tienen nacimientos de agua cerca tenían que bregar con mangueras desde distancias muy lejanas”, cuenta Yasmín Cuestas, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda, así como de la Asociación de Suscriptores del Acueducto de la Vereda del Peñón Alto.
Desde esa última organización, la comunidad peñonera hizo también una alianza con Agua a la Vereda y comenzaron a planear la reparación del tanque de almacenamiento de agua, que se había deteriorado con el paso de los años. También llevaron a cabo la instalación de una serie de acometidas, que son las conexiones entre la red matriz del acueducto a cada casa, para aquellos hogares que no contaban con ellas.
Yasmín espera que las obras concluyan en dos meses aproximadamente, para así beneficiar alrededor de 50 personas que habitan en la vereda y así poder abastecerles de “un agua con un manejo aceptable y poder también concientizar de la importancia de cuidarla y darle un uso racional”.