Santiago Zapata creó Léelo Colombia con la idea de que las personas que se suscriban a la plataforma pongan sus libros a disposición de los demás.
Piense en su biblioteca personal. Sí, esa que tiene en alguna parte de su casa: en su habitación, en el estudio, incluso en la sala. Que puede ser un solo mueble o la unión de varios. Que puede no tener un orden o estar organizada por autor, por género, por editorial, por color de la portada, por altura de los libros o por el criterio que prefiera.
Piense en cómo se ha ido llenando a través de los años. Con los libros que le regalaron en su infancia, con los que compró en la universidad, con los que ha heredado de esa tía o ese abuelo que ya no están. Y ahora imagínese qué pasa con esos libros. Claro, habrá algunos a los que siempre vuelve. Esos libros sagrados para usted. Los que han marcado parte de quién es o, por lo menos, la forma en la que entiende el mundo. ¿Pero esos son la regla o la excepción?
Piense en si su biblioteca está compuesta, sobre todo, de libros que solo leyó una vez, que le gustaron, pero no le fascinaron. Aquellos de los que apenas recuerda aquel giro narrativo que lo sobresaltó en la noche al leerlo, los que sabe que no volverá a abrir e, incluso, los que nunca terminó, porque está bien cerrar un libro sin saber cómo acaba, si no le interesa saberlo. Y, por último, pregúntese: ¿qué pasa con los libros que nadie vuelve a leer?
En su momento, Santiago Zapata se preguntó eso. Y las respuestas, tanto a esas preguntas como a otras más personales, las encontró en Léelo Colombia, un emprendimiento que empezó en 2022 oficialmente, pero cuya gestación comenzó entre 2017 y 2018.
Cuando Santiago habla no se evidencia su formación como negociante internacional y profesional en finanzas. Sus palabras están lejos de la bolsa y de los análisis los mercados, de cómo fluctúa la economía según los cambios políticos nacionales e internacionales. E, incluso, y aunque es emprendedor, él mismo dice que su principal interés no es el dinero. Lo suyo, asegura, es la promoción de la lectura.
En búsqueda del libro perdido
Para entender lo que hay detrás de Léelo Colombia, dice Santiago, es importante necesario conocer algunas circunstancias de su vida: es adoptado, pasó su infancia y adolescencia en Estados Unidos y llegó a Colombia cuando ya pensaba, escribía y hablaba en inglés y el español le era una lengua ajena.
Es clave entenderlo. Su llegada a Medellín no solo significó encontrar a un lugar que le era desconocido, sino al que no podía comprender. Y aunque ahora su marcado acento paisa no lo delata, no fue un proceso sencillo. Sin embargo, la literatura fue un puente entre dos mundos.
“En el momento de regresar me encuentro desubicado, no sabía ni hablar en español. Fue reencontrarme con un país y una lengua que no eran míos; pero fue a través de la lectura que abordé el español, que me dotó de herramientas para hacerlo”, recuerda.
Los libros, la lectura, se convirtieron en eje central de su vida. Uno que la gente reconocía. Por eso, amigos empezaron a buscar a Santiago. Quería que le recomendara qué leer. Y Santiago, aunque no es librero, responde como uno: «No es solo recomendar un libro porque sí, sino porque ese libro sirve. Es una tarea de relacionamiento».
De la hipótesis a la acción
Santiago conversaba con esos amigos, entendía qué querían y esperaban, no solo de la literatura, sino respecto a la vida misma. Y con toda esa información, Santiago recomendaba algún libro. Quería que las demás personas sintieran lo mismo que él cuando leyó Dime quién soy, de Julia Navarro.
“Es sobre la búsqueda de un pasado familiar y termina de una manera tan bonita que a mí me conmovió. El protagonista del libro va en búsqueda de quién fue su madre y se encuentra con quien era una tía, que estaba en el hospital. Es un libro que conmueve mucho. Me di cuenta de que tiene que llegar el libro que es para desarrollar ese amor por la literatura”, recuerda.
Fueron tantas las recomendaciones las que hizo, que en un momento se cuestionó sobre el estado de la literatura en Colombia. Más cuando supo que, según la Cámara Colombiana del Libro, los colombianos leen 2,7 libros al año.
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Entonces, llegó a cuatro hipótesis: “La primera es que la gente no lee porque no sabe qué leer. Además, no tiene la motivación. Muchos tampoco tienen los medios y, por último, no tienen los espacios para guardar los libros”.
Volvamos a su biblioteca (la de Santiago o la suya, que lee esto). Volvamos a la pregunta de qué pasa con los libros que nadie lee. La idea de Santiago es que esos textos, otrora condenados a recoger polvo, se muevan por toda la ciudad, que lleguen a las manos de quienes puedan disfrutarlos, que encuentren respuestas a dudas que ni siquiera sabía que tenían. Porque para el creador de Léelo Colombia, la lectura consiste, sobre todo, en eso.
Poner a circular la lectura
Léelo Colombia es una plataforma de intermediación, el ‘Airbnb’ de los libros. Como nos basamos en la economía colaborativa, si la persona tiene una biblioteca disponible, se le reconoce un porcentaje en la membresía a Léelo dependiendo de cuántos libros tiene en circulación”, explica sobre la metodología de Léelo.
“Comienza mucho por preguntarse qué quisiera ser el lector, cómo se ve, encontrar esa motivación del individuo, eso es lo que da la puerta de entrada para recomendar un libro. Es un trabajo de relacionamiento: ¿quién es? ¿Qué hace? ¿Qué gustos tiene?”, asevera.
Actualmente, y como van tres meses desde que empezó a funcionar formalmente, solo está disponible la biblioteca personal de Santiago, compuesta por, según él, más de 300 títulos. En este transcurso de tiempo, alrededor de 40 personas se han sumado al proyecto, pagando la membresía mensual de $25.000.
Y es un proyecto que ha crecido. “El reto de cualquier emprendimiento está en generar una conexión entre el problema y la solución, y encontrar un equipo que te ayude a desarrollar esa solución. Cuando empecé en 2018, estaba solo. Ahora trabajo con otras tres personas que buscan llegar a esa solución, porque si el mercado no reconoce tu valor, no tienes nada”, señala.
Que sea un emprendimiento que está empezando no frena a Santiago para manifestar sus aspiraciones. Su deseo es que no funcione solo en Medellín o Antioquia, sino en todos los departamentos de Colombia e, incluso, que más adelante en el camino se convierta en una empresa global.
Para Santiago, “es una idea que trasciende lo económico. Estoy convencido de que la literatura transforma a las personas”.