Desde hace cinco años, la Fundación Malabareando las Calles, en Pereira, ha rescatado a más de 300 niños y jóvenes en situación de calle con el objetivo de ayudarlos a resignificar su proyecto de vida y brindarles un espacio donde descubrir sus talentos artísticos.
Más de 300 niños y jóvenes pereiranos han encontrado en la Fundación Malabareando las Calles una oportunidad para labrar caminos de vida lejos del trabajo infantil, explotación sexual, consumo de sustancias y maltrato intrafamiliar. Llegan con disposición y esperanzas de cambio a dedicarse a actividades artísticas en la Casa de los Sueños, un espacio que recibe desde bebés recién nacidos hasta jóvenes de 20 años.
El fundador es Jimmy Alexander Abello, un pedagogo re educativo y reconocido líder social de 43 años que entiende de primera mano la necesidad de desarrollar programas que les ofrezcan a los jóvenes en situación de calle, actividades funcionales, pues a sus nueve años y junto con su hermano, se escapó de casa y terminó durmiendo entre camiones.
Hoy, los jóvenes del proyecto referencian a Jimmy como un padre, y también admiran su trabajo recorriendo puentes, semáforos y parques de madrugada buscando niños y jóvenes a los que restablecerles los derechos.
“Uno allá afuera solo está esperando una oportunidad. Que alguien se acerque, confíe en uno y le dé una palabra de aliento para rehacer su vida”, menciona Jimmy, quien cree que existe una gran diferencia en la percepción que tienen los jóvenes de los programas de resocialización que ofrece el ICBF y los que manejan terceros, pues el primero tienden a verlo más como una obligación, mientras que vincularse a la Casa de los Sueños, por ejemplo, termina siendo una decisión personal luego de abrir los ojos sobre todos los riesgos que la persona está corriendo a la interperie.
Hasta 2020, la fundación había remitido, por su propia voluntad, a 78 niños a los hogares de protección del ICBF. Y hasta finales de 2022, había logrado resignificar la vida de más de 80 niñas de entre 13 a 15 años que antes estaban sometidas al trabajo sexual.
En la Casa, los niños y jóvenes pueden asistir a talleres de música, teatro, baile, manualidades, costura y yoga. También reciben motivación psicológica y herramientas educativas para terminar estudios de primaria, bachillerato o acceder a programas de formación superior. Para Jimmy, la resignificación de vida se logra mostrándole a las personas cuáles son sus talentos y encaminándolas a seguir esos sueños que la calle sepulta en sus andenes.
Muchos llegan, además, buscando un espacio seguro que les brinde las condiciones adecuadas para mantenerse constantes en su proceso de control de consumo de drogas y manejo de emociones, dos objetivos que tiene la fundación.
Varios de los ‘egresados’ del programa ahora están estudiando carreras técnicas o trabajando con empresas. Para Jimmy, todo eso se logra con amor y constancia, pues en este tipo de labores no solo importa la cantidad de charlas, sino también la cantidad de abrazos.
Todas las actividades se desarrollan en las 12 habitaciones con las que cuenta la Casa, que abre sus puertas de lunes a sábado de 6:00 a.m. a 6:00 p.m. Tienen desde salas de informática hasta cuartos adecuados al cuidado de los bebés de las madres jóvenes que deciden sumarse al proyecto.
Además de la fundación y de la Casa de los Sueños, Jimmy también lidera un proyecto llamado ‘Mucha Calle’, una marca de ropa con la que recolectan dinero para financiar varias actividades de la fundación. Para Abello, ver a personas de Pereira y de otras ciudades del país ‘ponerse la camiseta’ de Mucha Calle también es algo simbólico, pues significa que los compradores se están comprometiendo con la causa y que, además, cada día hay más personas valorando la importancia de empezar a implementar estos hogares en toda Colombia.