El viche Monte Manglar busca resignificar, enaltecer y visibilizar esta bebida ancestral para que en las ciudades conozcan la profunda tradición que hay detrás de ella.
Entre Juan Salinas y sus amigos, el viche estuvo siempre presente, dice él, como “catalizador de grandes reuniones y momentos fraternales”. Estudió antropología y ciencia política, por lo que desde la universidad conocía del componente ancestral y cultural que está atado a ese destilado de caña característico del litoral pacífico.
Después de graduarse comenzó a trabajar en empresas de consumo masivo relacionado con licores y allí se encontró con experiencias como la del agave y el mezcal en México, otra bebida con gran tradición cultural que había logrado consolidarse como un producto comercial con gran acogida.
Fue a partir de allí “que mi cabeza hizo click. Me di cuenta de que en el viche había una oportunidad de hacer un negocio con impacto social”.
Así, entonces y con la ayuda de dos amigos, Andres Andrade y Jorge Alberto García, nació Viche Monte Manglar, una marca que busca resignificar, enaltecer y visibilizar esta bebida ancestral.
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Resignificar, enaltecer y visibilizar
Esos son algunos de los objetivos que tiene la marca, según cuenta Juan. Sin embargo, al hablar de resignificación, aclara, que no se trata de modificar o distorsionar el significado tradicional que tiene el viche para las comunidades afropacíficas, sino de “cómo lograr traducir esa riqueza cultural del territorio en algo que sea apetecido por un consumidor en la ciudad”.
De allí, entonces, se desprenden los otros dos objetivos: visibilizar la existencia de una bebida ancestral como el viche y así, enaltecer la rica historia y tradición que tiene detrás.
Y aunque a primera vista se podría pensar que al negociar con las tradiciones se pueden poner en risgo las características mismas que hacen de un producto o un oficio algo tradicional, (produciéndolo de manera masiva y sin tener en cuenta los significados y simbolos que les son inherentes), al tener esto claro Juan y su equipo, encontraron un modelo para reconciliar ambas cosas.
“Nosotros somos 100% respetuosos de la producción artesanal: de quién lo hace, dónde lo hace y cómo lo hace. Monte Manglar es parte de una cadena de valor en la que uno de sus eslabones más importantes son los socios productores”.
En ese sentido, han logrado consolidar una cadena productiva en la que los maestros vicheros asociados al proyecto deciden qué debe permanecer en elaboración artesanal y qué se puede tecnificar.
“Todo el tiempo nos preguntamos cómo sofisticar el proceso de producción sin poner en riesgo su ancestralidad, pero nos dimos cuenta de que esa no era una pregunta que podíamos o debíamos responder nosotros, sino los productores”.
Y aunque de manera inevitable se deben dar ciertos procesos de robustecimiento y tecnificación de infraestructura para suplir necesidades de volumen de producción, así como para cumplir con requisitos sanitarios como un registro Invima, la producción de Monte Manglar, por ejemplo, se sigue haciendo en hornos manuales controlados por el maestro vichero; se usan levaduras orgánicas e ingredientes tradicionales; el rocío y el corte de la caña es manual; no se hace uso de sembrados extensivos y la caña se siembra acompañada de otros árboles como la naranja, el limón mandarino y la guayaba pera, entre otros.
“Eso no se va a reemplazar” sentencia Juan.
Economías asociativas y no extractivistas
Al final, lo que quiere Monte Manglar es contribuir a que la comunidad del pacífico colombiano, dueña de un capital cultural riquísimo, pueda encontrar una alternativa productiva que los beneficie como región.
Para ello, sin embargo, es fundamental entender que el modelo de negocio no se puede consolidar bajo una lógica de ‘cliente y proveedor’ en la que una persona completamente foránea a la región y sus tradiciones, extraiga el producto sin tener en cuenta todo lo que hay detrás de él, así como el papel que juega la comunidad local a su alrededor.
Por el contrario, debe crearse un modelo asociativo en el que las comunidades sean protagonistas de la cadena productiva y se asocien en la medida en que consideren pertinente.
Así, inspirados en algunas experiencias del mezcal en México y del café en Colombia, crearon un modelo con el que invierten recursos en los maestros vicheros para el fortalecimiento de sus capacidades productivas con el que estos, han creado micro plantas cuyas producciones luego compra Monte Manglar, a precios justos y sin acuerdos de exclusividad.
“Es decir, ellos nos venden a nosotros, pero pueden también comercializar su viche en su región y en sus comunidades. Nosotros les compramos determinado volumen con lo que les garantizamos un ingreso y también contribuimos en el fortalecimiento de sus capacidades técnicas para fortalecer su propia producción”.
¿Dónde comprar Monte Manglar?
Sin embargo, la marca tiene también una apuesta por llevar el viche al mundo de la coctelería y de la ‘alta cocina’, por lo que también están presentes en 80 puntos físicos entre bares y restaurantes como LEO, de Leonor Espinosa, hace poco declarada como la mejor chef femenina del mundo; Black Bear, el Irish Pub y Criterión, entre varios otros.
“Es muy lindo ver cómo se encuentran estos dos mundos: toda la tradición y cultura del viche con la innovación gastronómica y coctelera que hay, por ejemplo, en un restaurante de los hermanos Rausch” concluye Juan.
Si quiere comprar una botella de Viche Monte Manglar, puede hacerlo a través de su página web.