Este bombero antioqueño ha capacitado a más de 7.000 rescatistas en distintos países

Bajo la premisa de "formar bomberos proactivos y no reactivos", Óscar Campillo, que cuenta con más de 40 años de experiencia en campo, quiere mejorar la formación técnica y operativa del personal de bomberos.

Óscar Campillo comenzó su trabajo como bombero en 1994, cuando él y cuatro amigos más decidieron fundar el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Envigado, donde desempeñó cargos como director del Departamento de Rescate y director del Departamento de Contra incendio. 

Tiene más de 40 años de experiencia en rescate y, aunque se ha destacado por su trabajo en campo, actualmente está dedicado a formar bomberos con la intención de, según él, contribuir desde sus conocimientos y trayectoria profesional a llenar los vacíos en capacitación que tiene este personal en el país.

Si bien reconoce que en los últimos años ha habido un incremento en la dotación de los bomberos y en la compra de equipos por parte de la Dirección Nacional de Bomberos de Colombia, cree que sigue siendo necesario reforzar su formación a través de capacitaciones: “A veces hay equipo de alta tecnología en municipios pequeños donde no hay una buena red de hidrantes ni conductores especializados en vehículos de emergencias”, explica, haciendo referencia a que ese tipo de situaciones, de entrada, permean la efectividad de las operaciones de atención y rescate.

Óscar Campillo cuenta con más de 40 años de experiencia como rescatista. /FOTO: cortesía Óscar Campillo.

Además de ser voluntario en Envigado, también trabajó en Kent Island Volunteer Fire Department en el estado de Maryland (Estados Unidos) durante 8 años. Actualmente alterna sus labores formativas con su servicio como capitán de bomberos voluntarios en el municipio de Chinchiná, desde donde destaca el importante papel que han tenido los instructores que ha formado a la hora de abordar un accidente en el que se requiere, por ejemplo, conocimientos en rescates vehiculares, tema en el cual es un referente a nivel internacional.  

“Es gratificante ver cómo otros rescatistas comenzaron a aplicar las técnicas y procedimientos adecuados a la hora de sacar a alguien que está atrapado en un auto sin poner aún más en riesgo su vida”, agrega Campillo. Según él, una de sus reglas a la hora de educar a otros es basarse en parámetros internacionales como los que establece la Organización Mundial de Rescate, con sede en Inglaterra, de la cual es miembro.

Por otro lado, dentro de las banderas que ha defendido durante sus años de trabajo se encuentran: primero, lograr que los bomberos tengan protocolos de trabajo, es decir, que cada bombero sepa qué hacer antes de una emergencia, y segundo, que las entidades desarrollen pre planes de atención de acuerdo a los desastres. Es decir, que se estudien los riesgos químicos, geológicos, mecánicos, entre otros, y se tenga definido cómo actuar en caso.

Además, en sus charlas también aboga para que se mejoren los sistemas de hidrantes tanto en municipios pequeños como en las grandes ciudades y, adicionalmente, que los bomberos tomen conciencia de la importancia de comenzar a reportar cómo están las estaciones en temas de sismo resistencia para evitar, así, que ocurran tragedias como la de aquel 25 de enero en 1999, en Armenia. 

Para Óscar Campillo, el país también debe invertir en capacitaciones hacia rescatistas y bomberos para, así, lograr que los equipos de alta tecnología que se adquieran sean utilizados con mayor asertividad y se puedan salvar más vidas. /FOTO: cortesía Óscar Campillo.

Óscar recuerda ese 25 de enero de 1999 con lágrimas y la voz entrecortada, pues tuvo que presenciar los estragos provocados por un terremoto con una magnitud de 5,4 que sacudió a la capital de Quindío. Recuerda particularmente la estación de bomberos de la ciudad, que ya había advertido sobre las fallas en la estructura.

Otras tres crisis de gran magnitud que atendió fueron los carros bomba en Medellín, el terremoto de 2007 de magnitud 8,0 en Pisco (Perú) -donde coordinó un grupo de 140 rescatistas-, y el deslave de Armero, en 1985, cuando trabajó como rescatista de la Cruz Roja. Se refiere a este último desastre natural como uno de los episodios más difíciles que ha tenido que atravesar en su vida:

“En ese momento no había una organización de atención de desastres. Fue una atención humanitaria complicada, sin organización porque no había una directiva nacional. Los pantanos se secaban, no había agua suficiente para lavar a la gente… fue un reto muy grande”, recuerda Óscar, conmovido. Allí trabajó alrededor de diez días antes de ser enviado a Estados Unidos a coordinar los envíos de las donaciones internacionales al país. 

Óscar Campillo ha logrado dictar más de 300 cursos en 18 países en los que ha capacitado a 7 mil personas. /FOTO: cortesía Óscar Campillo.

Aprovecha su conmoción para referirse a otra de las aristas a tener en cuenta cuando se atienden este tipo de desastres: los impactos psicológicos que sufren los bomberos. 

Para él, cada estación debería contar con una persona encarga de brindar primeros auxilios emocionales. Aunque en Colombia eso no existe, otros países de Latinoamérica, como Argentina, ya lo tienen implementado a través de la Red de Primeros Auxilios Emocionales (PAE). “Los bomberos y rescatistas necesitan estar entrenados a nivel operativo, técnico y psicológico”, comenta.

Campillo, además, es cofundador del Equipo Latinoamericano de Rescate Vehicular, con el cual ha competido en tres Campeonatos Mundiales de Rescate Vehicular, y miembro cofundador de la Asociación Latinoamericana de rescate Vehicular (ALAREV), encargada de desarrollar cursos y talleres para «fortalecer la capacidad de respuesta de primeros respondientes ante incidentes de tránsito» y de promover encuentros para que expertos en el tema intercambien conocimientos.

Su experiencia lo ha llevado a dictar más de 300 cursos en 18 países dentro de los que se destacan México, Costa Rica, Panamá, Argentina, Luxemburgo y Rumania, entre otros, y en los que ha capacitado a siete mil personas. Aunque no lleva la cuenta de cuántas emergencias ha atendido, dice que para él es más importante saber que, con las técnicas que comparte, cada uno de esos 7 mil rescatistas pudo haber salvado una vida: “Todos los días me llegan mensajes de personas que me dicen que utilizaron alguna técnica que yo les enseñé en un accidente. Me alegra saber que el conocimiento que uno entregó ha salvado vidas”, concluye.