Participantes del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Carrizal en Remedios, Antioquia, crearon un taller de ebanistería con madera reciclada, a la vez que trabajan por la reforestación de la zona.
Raúl Méndez nació en Puerto Wilches, Santander, pero salió a los 14 con su familia en busca de trabajo y mejores condiciones de vida.
Después de varios viajes, él y su familia terminaron en Cimitarra, en una finca propiedad de su tío.
Fue allá, en 1984 y con 19 años, que Raúl se vinculó a las Farc, dice que lo hizo por las constantes y sistemáticas persecuciones que vivía por parte del Ejército Nacional, que acusaba a su familia de ser auxiliadora de la primera.
Estuvo 18 años en la insurgencia hasta que en el 2002, estando en Bucaramanga, fue capturado por las autoridades. Pasó 11 años en prisión y cuando salió dijo que no quería seguir en la guerrilla. Tres años después se acogió el proceso de paz.
Hoy es coordinador del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Carrizal, en el municipio de Remedios, Antioquia.
Allí, entre otras cosas, creó un taller de ebanistería con madera reciclada con el que también comenzó un proceso de reforestación del territorio. Su proyecto sensibiliza a las comunidades aledañas acerca de la importancia de la siembra de árboles, el cuidado de las cuencas de los ríos y de la protección de la fauna de la región.
De tallar madera en la cárcel a fabricar camas y muebles
Durante su estancia en la cárcel, a través de talleres del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), Raúl conoció y se interesó por el trabajo en madera, especialmente la talla.
“Me sirvió mucho de terapia. En medio de todas esas cosas de la cárcel, entre los gritos y el llanto de la gente, fue una forma de acortar el tiempo. Estaba de las ocho de la mañana a las cinco de la tarde y a veces uno decía ‘¿pero ya? ¿A qué hora se fue el tiempo?’”.
Como su infancia la pasó en una finca, ocupaba gran parte de su tiempo arriando y cuidando ganado sobre el lomo de un caballo, por lo que en la cárcel le gustó siempre tallar ese animal. “Los hacía como de 30 centímetros de alto y 40 de largo. Pero también les hacía corrales, pesebreras, los hacía como si estuvieran en su finca”.
Cuenta, además, que siempre quiso aprender a hacer camas, pero en los talleres de la cárcel no había formación para ello.
Así, a partir de esa experiencia fue que decidió crear el taller de ebanistería en el ETCR de Carrizal, que, además, está ubicado en un municipio de gran tradición maderera y de aserríos.
“Nos dimos cuenta de que la gente desperdiciaba mucha madera, entonces nos preguntamos cómo entrar a reciclar ese material que se perdía o que el aserrador no iba a usar”, explica Raúl.
Fue así que, en 2020, luego de una serie de formaciones con el Sena y gracias a los ocho millones de pesos que el Acuerdo de Paz le entregó a cada excombatiente para el desarrollo de un proyecto productivo, así como a otros aportes individuales, compró la maquinaria para comenzar el taller.
Ebanistería de la montaña
Ese es el nombre que quieren darle al taller, pero que no han hecho formal. Y aunque el curso con el que se formaron para comenzar lo tomaron doce excombatientes, en el taller solo comenzaron la mitad, pues otros salieron a trabajar en diversos lugares.
Más tarde, sin embargo, otros tres se retiraron del proyecto, también por ofertas laborales. Quedaron Raúl y otros dos compañeros, que son quienes más activamente comenzaron a trabajar en el taller.
Allí producen camas, mesas, comedores, roperos y otros productos que comercializan a nivel local, principalmente a pueblos cercanos al ETCR como Carrizal, Lejanías, Villanueva y Rancho Quemado, entre otros.
De acuerdo con Raúl, “la gente de los pueblos cercanos compra mucho nuestros productos, pero si hubiera unas vías bien organizadas podríamos comercializar más allá. Estamos a 60 kilómetros de la cabecera municipal, que es Remedios, y nos echamos cuatro horas hasta allá, seis si llueve”.
Pero además de muebles, en el taller fabricaron una serie de cajones para abejas, en el marco de un proyecto de apicultura dentro del ETCR que impulsó la World Conservation Society (WCS) y que, a su vez, despertó una gran conciencia ambiental en la zona.
“Cuando usted hace el trabajo de apicultura, entiende que hay otros animales y otras especies alrededor de la zona que necesitan la parte ambiental, especies de primates y otras que comen de la arborización”, comenta Raúl.
Reforestación
Algunos meses antes, en el ETCR se había desarrollado un proyecto de siembra de árboles que se llamó ‘Siembra tu árbol por la paz’.
En él participaron excombatientes, así como miembros del Ejército y de la Policía. Sembraron, cuenta Raúl, alrededor de 8.000 árboles, muchos de los cuales recibieron nombres de compañeros caídos en combate de ambos bandos.
Con esa experiencia, apoyados por la WCS y con el propósito, entre otros, de sembrar árboles para que las abejas polinizaran, comenzó un nuevo proyecto de reforestación cuya meta es sembrar 10.000 unidades, de las cuales llevan alrededor de 6.000.
Eso, además, con especies nativas como el abarco, el guamo mico, en chingalá y el guallavo mico, entre otros. Asimismo siembran especies frutales para abastecer de comida a los primates y otros animales que habitan la zona.
Usan mango, naranjo, limón, guayaba pera, aguacate y zapote.
Todos esos árboles los siembran también a lo largo de las cuencas de las quebradas que nacen en el ETCR y que son su principal fuente de agua, así como la de varios otros asentamientos cercanos; y funcionan como filtros naturales de sedimentos y exceso de minerales que pueden ser tóxicos para la salud humana.
Adicionalmente, a raíz de los proyectos de siembra, los excombatientes, no solo aquellos vinculados al taller sino también al proyecto de apicultura, han adelantado capacitaciones, talleres y mesas participativas con las comunidades aledañas para hablar acerca de la importancia de la siembra de árboles, de las cuencas y de las especies de fauna.
“Los primates y las aves, por ejemplo, que funcionan como difusores de semillas pues luego de consumir la fruta expulsan la semilla en otro lugar y de esa manera contribuyen, por su parte y de manera natural, a la reforestación.”
Y aunque desde que asumió la coordinación del ETCR Raúl ya no tiene tanto tiempo para trabajar como le gustaría en el taller, sostiene que ha sido una muy positiva experiencia para la construcción de paz y de reconciliación, precisamente por los acercamientos que han podido tener con la comunidad con el objetivo de beneficiar el territorio que comparten.
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