Este proyecto familiar busca acercar a niños, jóvenes y familias a la vida rural y al origen de los productos agrícolas, destacando la importancia de reconocer el valor del campo y de quienes trabajan en él.
El Parque Agroturístico Granja Vadama, ubicado en el kilómetro 1 vía Chivatá – Oicatá se ha consolidado como uno de los 12 parques temáticos de Boyacá reconocidos por el Sistema de Información Turística de Boyacá (SITUR Boyacá).
Se trata de un proyecto familiar que busca acercar a los colombianos a la vida rural a través de la educación y el turismo. De acuerdo con sus creadores, Vadama tiene doble significado: surge de la combinación de los nombres de los miembros de la familia (Valentina, David y Martha); con el tiempo, también adquirió el sentido de «vida animal de desarrollo agropecuario», reforzando su relación con el medio ambiente y la desconexión tecnológica.
David Silva, militar retirado y actual coordinador de la Red Departamental de Turismo Rural en Boyacá, dirige la administración del proyecto junto a su esposa Martha Rojas. Su hija Valentina, estudiante de Medicina Veterinaria e Ingeniería Ambiental, contribuye con sus conocimientos al bienestar animal y al desarrollo sostenible de la granja.
Cuentan que el proyecto nació como un sueño de retiro que se transformó en un espacio de aprendizaje y conexión con la naturaleza, promoviendo el cuidado del medio ambiente, la protección animal y el uso de materiales reciclables.
Inicialmente concebida como una finca familiar, la granja comenzó a atraer visitantes curiosos por sus animales y prácticas sostenibles. En 2020, durante la pandemia y con apoyo de Fontur, pudieron participar de un Diplomado de Turismo Rural en Panaca, lo que les permitió expandir su conocimiento en la materia. Hoy en día, Vadama es un destino educativo en el que se enseña la importancia de cuidar la naturaleza y los animales.

Por eso mismo, la granja fue construida artesanalmente con materiales reutilizados, como caucho, madera, estibas y residuos orgánicos, que se transforman en instalaciones y elementos funcionales.
«Hoy en día tenemos más de 170.000 llantas instaladas, unas están completamente llenas de material de tipo compacto para construir muros y otras las estamos utilizando con bombas de semilla para empezar a generar cultivos o forraje verde dentro de las mismas llantas», comenta David.
Se trata de un esfuerzo a través del cual producen artesanías, jardines verticales y mobiliario. “Inclusive con los tarritos de la pintura, lo que llama la gente cuñetes, los transformamos en nidales para que nuestras gallinas puedan encontrar un sitio para colocar sus huevitos”, añade. Además, los residuos orgánicos se aprovechan para producir compostaje y humus que enriquecen el suelo.
Uno que, entre otras cosas, no se limita a las instalaciones de la granja. «Realizamos talleres con artesanos de la región, donde enseñamos cómo una llanta que se encuentra en la calle puede transformarse en piezas útiles o decorativas, evitando que termine en el medioambiente y contribuya a la contaminación”.

Esta idea ha motivado a los habitantes del municipio a adoptar dichas prácticas, que han demostrado ser efectivas a pesar de no contar con una fuente de inversión significativa.
«Empezamos utilizando materiales reutilizables porque era lo que teníamos a la mano en ese momento. Tratamos de ser recursivos, ya que la inversión con la que contábamos era muy baja. Actualmente hay más de 30 casas que están haciendo lo mismo: materas, las divisiones de caminos y algunos procesos de arborización”, agrega el coordinador.
En ese sentido, la granja ha logrado revalorizar el trabajo rural, fortalecer la economía local y transformar la percepción del campo, permitiendo que los habitantes de Chivatá identifiquen nuevas oportunidades económicas, promoviendo el turismo rural y estableciendo alianzas con productores locales para ofrecer actividades como paseos a caballo, ordeño de vacas y esquileo de ovejas.

En este espacio, los visitantes pueden interactuar con más de 700 animales de granja, varios de ellos rescatados, pertenecientes a más de 20 especies, aprendiendo a cuidarlos y respetarlos bajo un enfoque de convivencia.
“Es tanto un proceso educativo para animales, como un proceso de reconocimiento de virtudes para los humanos, se busca que sea el entorno de protección, de cuidado y de desarrollo hacia la convivencia entre humanos y animalitos”, añade Silva
Vadama recibe alrededor de 20.000 visitantes al año, entre instituciones educativas de todos los niveles y familias. Quienes deseen vivir esta experiencia pueden encontrarlos en su página de Instagram: Granja Vadama.