Entre julio y noviembre es la época ideal para realizar esta actividad, popular en el Pacífico colombiano, a donde llegan las ballenas jorobadas desde la Antártida.
Desde julio hasta noviembre, como es usual, las costas colombianas del Océano Pacífico tendrán un particular grupo de visitantes: las ballenas jorobadas. Durante esos meses, llegarán en busca de las aguas cálidas para su reproducción y posterior crianza de ballenatos.
Sin embargo, las ballenas no son las únicas que llegan al Pacífico colombiano. También lo hacen miles de turistas que atraídos por la majestuosidad de estos animales acuden para verlas. Según registros bibliográficos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en 1994 se realizaron los primeros avistamientos de ballenas desde embarcaciones en Bahía Málaga. 28 años después, esta actividad se ha convertido en uno de los ejes del turismo de la región.
Sin embargo, la cercanía de personas en el ecosistema natural de las ballenas puede afectarlas. Por eso, Colombia Visible consultó a Laura Soto, ecóloga egresada del programa de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana, así como documentos de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) y de Parques Nacionales Naturales de Colombia para realizar esta guía para un avistamiento responsable de ballenas.
Cuándo y dónde observar ballenas
Aunque las ballenas llegan a inicios de julio y están en la costa pacífica del país hasta finales de octubre o principios de noviembre, la mejor temporada para observarlas es durante los últimos días de julio y los meses de agosto y septiembre, por las condiciones del mar. Así mismo, es más común encontrarlas en las primeras horas de la mañana o al final del día cuando el oleaje es más calmado.
En cuanto a dónde hacerlo, algunos de los mejores lugares para realizar esta actividad son: Bahía Solano, el Parque Nacional Natural Utría y Nuquí (Chocó), Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga y Buenaventura (Valle del Cauca), Isla Gorgona (Cauca), y Bocagrande y Tumaco (Nariño).
Prepararse desde antes
“Como turistas debemos ser responsables. Si vamos a ver ballenas, debemos tomarnos primero el tiempo de leer cuáles son las reglas para hacerlo. El turista es clave en la regulación y el buen avistamiento de ballenas”, dice Laura Soto, quien además de ser ecóloga, participó en la investigación Whale-Watching Management: Assessment of Sustainable Governance in Uramba Bahía Málaga National Natural Park, Valle del Cauca, publicada en la revista Frontiers in Marine Science, y actualmente es guía y dueña de un hostal en Bahía Málaga.
En ese sentido, Soto hace un llamado para invitar a las personas a leer las normas diseñadas para que el avistamiento no genere un impacto negativo en los cetáceos. Esto incluye la Guía de Avistamiento Responsable de Mamíferos Acuáticos de Colombia, diseñada por el Ministerio de Ambiente.
La importancia de la comunidad
Soto es también enfática en algo: “la comunidad es clave dentro del avistamiento, porque ellos son los que usan como tal el recurso. Son quienes llevan a las personas, los que deben velar porque se haga una buena observación”. En ese sentido, señala que son los habitantes de los lugares mencionados los que deben verificar, por ejemplo, que no se acosen a las ballenas o que se guarden las debidas distancias para no molestarlas. “Es también un tema de gobernabilidad”, añade la ecóloga.
Al ver las ballenas
Los principales cuidados se deben tomar, por supuesto, cuando se va a realizar el avistamiento de las ballenas. Una de las grandes preocupaciones, señala la Comisión Ballenera Internacional, es que cuando esta actividad se realiza en embarcaciones –también se puede hacer en tierra– se “puede perjudicar en medida considerable a las ballenas que son objeto de observación. El ruido submarino generado por los motores de los barcos puede enmascarar la comunicación de ballenas y pueden incluso perjudicar a su audición, y la presencia constante de naves puede interrumpir importantes actividades como alimentarse o descansar”.
Para evitar esto, entonces, las recomendaciones son: que no haya más de tres embarcaciones –todas con el motor en neutro– observando el mismo grupo de ballenas, que el avistamiento de cada grupo dure entre 15 y 30 minutos y que este se realice a una distancia mínima de 200 metros. También se pide que el acercamiento sea despacio y de forma paralela. Y que las embarcaciones –que deben contar con un distintivo que confirme que se les permite realizar esta actividad– no superen los 18 kilómetros por hora.
Por último, respecto a nadar con ballenas, aunque es una actividad cada vez más popular, el CBI recomienda que no se realice para evitar accidentes o que se contamine el ecosistema: “Los seres humanos están expuestos a riesgos de lesiones causadas por los poderosos animales con los que comparten las aguas, así como por las condiciones imprevisibles que derivan de los hábitats del océano abierto. Las ballenas están expuestas a riesgos de enfermedades o infecciones transmitidas por los seres humanos”.